𝟎𝟐;

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Seguí viendo el post embobado cuando alguien empezó a llamarme. Era mi hermano Michael. Cómo lo odio. Siempre que tenía la oportunidad, me humillaba delante de todos, haciéndome sentir mal. Cada vez que se lo decía a mi madre, ella respondía: "Deja de inventar, Lucifer. Él no haría eso, solo míralo, es un angelito. Deberías ser como él". Se creía una santa paloma delante de mi madre. No puedo describir el odio que le tengo, siempre queriendo destacar y ser mejor que yo.

—¡Hey... Hey, Lucifer!

Me voltee y vi su estúpido rostro, del cual estoy harto. Rápidamente escondí el post para que no lo viera, porque si lo hacía, comenzaría a burlarse de mí como siempre lo hace.

—¿Qué quieres? —dije molesto, no es como si ese día me estuviera yendo muy bien. Todos los días en esa oficina son una mierda y siempre lo serán.

Él notó que tenía algo escondido.

—¿Qué tienes ahí? —dijo con curiosidad y una sonrisa burlona en su cara.

—Nada que te importe. Ahora dime, ¿qué quieres? ¿No ves que estoy ocupado? —respondí con fastidio.

—Como sea, tienes un nuevo trabajador por el anuncio que pusiste. Vendrá en unas horas —dijo, entregándome su hoja de vida.

—¿A qué hora llega?

—No lo sé, no creo que tarde mucho. Como sea, vete a hacer tus estúpidas cosas —dijo dándose la vuelta.

Fui al ascensor y me dirigí a mi oficina para revisar la hoja de vida. Mientras la leía, vi que a un lado estaba la foto del chico del post. Quise suponer que no era él, sino que solo tenían un parecido increíble.

En otra parte...

—Espero que consigas ese maldito trabajo —dijo el alfa mientras agarraba del cuello a Alastor y lo aventaba contra la pared. Se acercó amenazante.

—¡Auch!... Sí, sí... Está bien... —dijo asustado Alastor. Al parecer habían tenido una gran discusión porque Alastor protestó que Vox no hacía nada en la casa, mientras él se encargaba de todo. Al señorito no le gustó que le hablaran así, así que lo golpeó y lo mandó a conseguir un nuevo trabajo.














Mientras revisaba la hoja de vida del nuevo candidato, no podía dejar de pensar en lo extraña que era la coincidencia. La imagen del chico del post seguía clavada en mi mente, pero no tenía tiempo para distracciones. El trabajo era lo primero, aunque odiara admitirlo. Estaba harto de mi hermano, harto de la oficina y harto de la vida en general. Aún así, si algo tenía claro es que no dejaría que Michael me viera quebrado.

Suspiré, recostándome en la silla y lanzando la hoja de vida sobre el escritorio. Tenía que mantener la cabeza en el trabajo, pero justo cuando estaba por concentrarme, mi teléfono sonó. El tono que usaba para las llamadas importantes.

Contesté.

—¿Qué pasa ahora?

—Lucifer, es tu madre —la voz en el otro extremo era más fría de lo usual, lo que me puso alerta al instante—. Tu hermano me dijo que estás de mal humor otra vez. No entiendo por qué te comportas así. Deberías aprender a ser más como Michael. No es tan difícil ser amable, ¿sabes?

Mis dientes se apretaron. El típico sermón. Nada de lo que hacía era suficiente para ella. Quería responder, pero sabía que no valía la pena. Nada de lo que dijera cambiaría su opinión. Me limité a decir:

—Lo que digas, madre.

—Hablaremos más tarde. Espero que te comportes —y colgó sin más.

Apreté el puño. Sentía que el odio me quemaba por dentro, pero me obligué a calmarme. No podía perder la compostura, no ahora.

En ese momento, la puerta de mi oficina se abrió de golpe. Era él, el chico de la foto. El mismo rostro que había visto en el post, aunque en persona parecía más... vulnerable. Llevaba una chaqueta desgastada y miraba el suelo, evitando el contacto visual. Se notaba nervioso, y por alguna razón, eso me incomodaba.

—¿Eres... el nuevo trabajador? —le pregunté, mirándolo fijamente.

—S-sí, señor —respondió con voz temblorosa. Era obvio que no estaba acostumbrado a este tipo de situaciones.

Le señalé la silla frente a mí.

—Siéntate. Vamos a hablar.

El chico se sentó rápidamente, pero seguía sin mirarme a los ojos. Había algo en él, algo que no podía identificar del todo. No era solo el parecido con el chico del post. Era algo más... una tristeza, una oscuridad que me resultaba familiar.

—¿Nombre? —pregunté, aunque ya lo sabía por la hoja de vida, solo quería oírlo de su boca.

—Alastor —respondió, casi susurrando.

Levanté una ceja. Ese nombre... lo había escuchado antes, pero no podía recordar dónde. De alguna manera, me sonaba a problemas.

—Dime, Alastor, ¿por qué quieres este trabajo?

Él levantó la vista por primera vez, y por un segundo, nuestros ojos se cruzaron. Había algo en esa mirada, una mezcla de desesperación y miedo que me desconcertó. Algo no estaba bien con este chico.

—Necesito el trabajo... no tengo otra opción —respondió, su voz quebrándose un poco al final.

Lo miré en silencio por unos segundos. No podía decidir si sentir lástima por él o si debía mantenerme distante. Este mundo era cruel, lo sabía mejor que nadie, y solo los más fuertes sobrevivían. Sin embargo, había algo en Alastor que me hacía dudar de esa regla. Algo que me hacía sentir que tal vez, solo tal vez, él también había pasado por su propio infierno.

Finalmente, me incliné hacia adelante y dije:

—Está bien, te daré una oportunidad. Pero te advierto, Alastor... aquí no hay espacio para los débiles.

Alastor asintió rápidamente, aunque seguía viéndose aterrorizado. Algo me decía que esta sería una relación complicada.

Mientras lo observaba salir de la oficina, no pude evitar pensar en cuántas vidas destrozadas se cruzaban en este lugar. Y tal vez, solo tal vez, la mía no era tan diferente de la suya.

¡voten!

Palabras: 950 



"Rosas en el Asfalto" RadioApple/AppleRadio OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora