𝟎𝟓;

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En algún rincón oscuro del pasado...

El sonido de la lluvia golpeaba el tejado de la pequeña casa en las afueras de la ciudad. La tormenta se desataba afuera mientras dentro, el ambiente era un reflejo del caos que se producía en la mente de Alastor. Él tenía apenas 18 años en aquel entonces, pero ya había experimentado más dolor del que cualquier joven de su edad debería haber conocido.

El pequeño apartamento estaba desordenado, con muebles antiguos y desgastados, y una atmósfera de desolación. Vox estaba sentado en un sillón, con una expresión de calma inquietante en su rostro mientras observaba a Alastor desde la entrada de la habitación.

—Sabes qué pasa cuando rompes las reglas, ¿verdad? —dijo Vox, su voz cargada de una mezcla de desdén y autoridad.

Alastor, de pie en el centro de la habitación, temblaba visiblemente. Sus ojos estaban hinchados por las lágrimas, y sus ropas eran un reflejo de las muchas noches sin dormir. Sus labios estaban sellados; hablar solo parecía empeorar las cosas.

—No sé qué quieres que haga —dijo Alastor finalmente, su voz un susurro. Su mirada se dirigió a la puerta, buscando una posible salida, pero sabía que era imposible escapar de Vox.

Vox se levantó lentamente del sillón, sus movimientos calculados y fríos. Caminó hacia Alastor con una gracia inquietante, cada paso resonando en el suelo. Alastor sintió un nudo en el estómago. Sabía lo que venía, y el miedo se apoderaba de él.

—Es muy simple, Alastor —dijo Vox mientras se acercaba—. Solo quiero que te comportes. ¿Es eso demasiado pedir?

Antes de que Alastor pudiera reaccionar, Vox le dio una bofetada que lo hizo tambalear. El golpe no fue solo físico; era un recordatorio constante de su poder sobre él. Alastor cayó al suelo, su rostro ardiendo por el impacto.

—Mírate —dijo Vox, mirando a Alastor con desdén—. Eres un desastre. Siempre lo has sido. Pero eso cambiará.

Recuerdos de un tiempo más feliz...

Había habido un tiempo, no muy lejos, en el que Alastor había sido diferente. Recuerdos de una vida antes de Vox le llegaban como fragmentos distantes. Recordaba cuando conoció a Vox en una cafetería local. Vox era encantador y carismático, una figura dominante que parecía tener una respuesta para todo. Alastor, joven e impresionable, había sido atraído por la confianza y el magnetismo de Vox. Nunca imaginó que esa atracción lo llevaría a un lugar tan oscuro.

En ese primer encuentro, Vox había mostrado una faceta amable, un interés genuino en la vida de Alastor. Le escuchaba hablar de sus sueños, de sus aspiraciones, y parecía entenderlo como nadie más. Era una distracción de la vida dura que Alastor había conocido, una promesa de algo mejor.

—Nunca he conocido a alguien como tú —dijo Vox en su primer encuentro—. Eres especial, Alastor. Solo necesitas un poco de guía, alguien que te muestre el camino correcto.

Alastor había creído en esas palabras. Se había dejado llevar por la promesa de una vida mejor, sin saber que la guía de Vox era una trampa bien diseñada.

La vida bajo el control de Vox...

Con el tiempo, Vox empezó a mostrar su verdadero rostro. Los pequeños actos de violencia y manipulación se convirtieron en una rutina. Al principio, Vox usaba palabras y manipulación psicológica, jugando con la mente de Alastor. Pero a medida que pasaba el tiempo, la violencia física se volvió más común.

Cada golpe, cada insulto, era una forma de control. Vox hacía que Alastor se sintiera culpable por cada error, real o imaginario. Lo mantenía atrapado en una celda emocional de la que no podía escapar. La cicatriz en el cuello de Alastor era solo una de las muchas marcas que llevaba.

—Vas a entender que no tienes salida —dijo Vox una vez, después de un enfrentamiento particularmente brutal—. No importa a dónde vayas, siempre estaré allí, esperándote.

El día en que todo cambió...

Alastor finalmente decidió huir. Había llegado a un punto en el que no podía soportar más. El miedo y el dolor se habían acumulado tanto que el escape parecía la única opción. Había planificado su huida meticulosamente, aprovechando una oportunidad que se presentó cuando Vox estaba fuera de la ciudad por unos días.

Empacó algunas pertenencias y salió en la noche, sintiendo que cada sombra podría ser Vox. Caminó durante horas, cruzando calles y vecindarios, hasta que llegó a un refugio temporal. Allí, trató de empezar de nuevo, con la esperanza de encontrar una vida libre del dominio de Vox.

La llegada a la oficina de Lucifer...

Fue en ese refugio donde Alastor encontró la oferta de trabajo en la oficina de Lucifer. Al principio, pensó que era una oportunidad demasiado buena para ser verdad. Pero, desesperado y sin otra opción, decidió postularse. Quería empezar una nueva vida, aunque no estaba seguro de si sería posible.

El primer día en la oficina, conoció a Lucifer. No sabía mucho sobre él en ese momento, solo que era un hombre con su propio tipo de oscuridad, pero no la misma que la de Vox. Alastor estaba aterrorizado, pero también aliviado de estar lejos del control constante de Vox.

En el presente...

Mientras Alastor revisaba los papeles en su pequeño apartamento, el miedo a ser encontrado seguía siendo palpable. Sabía que Vox lo buscaría incansablemente, que no descansaría hasta recuperarlo. Cada día era una batalla entre la esperanza de una vida mejor y el temor de ser arrastrado de nuevo a su antigua vida.

A pesar de los esfuerzos de Lucifer por protegerlo, el pasado de Alastor seguía siendo una sombra que se cernía sobre él. La relación con Vox no era algo que pudiera olvidar fácilmente. Era una pesadilla constante que no le permitía estar en paz.

Alastor estaba sentado en la mesa de su pequeño apartamento, con la cabeza entre las manos. Mientras intentaba encontrar algo de calma, sus pensamientos se deslizaban hacia los momentos más felices que había conocido antes de la llegada de Vox. Recordaba los días en que vivía con su madre, la sensación de seguridad y amor que sentía en esos momentos. Aunque los recuerdos eran fugaces, eran un recordatorio constante de lo que había perdido.

Pensaba en los días en que su madre le leía cuentos antes de dormir, en las risas compartidas y en el calor del hogar. Todo eso parecía tan lejano ahora, eclipsado por el dolor y el control que Vox había traído a su vida. Pero en medio de ese dolor, esos recuerdos se convertían en una fuente de esperanza, un anhelo de recuperar algo de la vida que había sido arrebatada.

Sabía que tenía que encontrar una manera de superar su pasado, de dejar atrás las cadenas que Vox había puesto sobre él. Y mientras lo intentaba, tenía que enfrentar el hecho de que su pasado podría alcanzarlo en cualquier momento, desmoronando las esperanzas de una vida nueva que Lucifer y Emily le habían ofrecido.

¡voten!

Palabras: 1125 

"Rosas en el Asfalto" RadioApple/AppleRadio OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora