𝟎𝟖;

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La atmósfera en la casa familiar de Lucifer seguía siendo tensa. Su madre, con su comportamiento dulce y condescendiente, lo observaba como si intentara ignorar la constante fricción entre sus dos hijos. Michael, por su parte, se mantenía en su posición usual de superioridad, incapaz de dejar pasar una oportunidad para hacer que Lucifer se sintiera inferior.

—Es bueno verte, Lucifer —dijo Michael, con una sonrisa que apenas disimulaba su desprecio—. Aunque, como siempre, me pregunto si realmente logras mantener todo en orden. Con todo lo que has pasado... no sé cómo lo haces.

Lucifer apretó la mandíbula, controlando su reacción. Había escuchado comentarios como ese toda su vida. Mientras su madre seguía defendiendo a Michael, él era constantemente desacreditado, sin importar lo que hiciera.

—Estoy manejando todo perfectamente bien —respondió Lucifer con frialdad—. No te preocupes por mí.

Michael levantó una ceja, fingiendo una expresión de preocupación.

—Oh, no me preocupo. Solo espero que no vuelvas a meterte en problemas... mamá ya ha tenido suficiente de tus pequeños dramas.

Lucifer sintió cómo la ira comenzaba a arder en su pecho, pero antes de que pudiera responder, su madre intervino.

—Lucifer, Michael solo está preocupado por ti. Sabes que él siempre ha sido muy responsable, y quizás deberías aprender algo de su enfoque.

Lucifer miró a su madre, sintiéndose invisible una vez más, mientras ella reforzaba la narrativa que había existido toda su vida: Michael era el perfecto, el responsable, y él, Lucifer, siempre era el que causaba problemas.

De Vuelta a la Realidad

Esa visita dejó a Lucifer agotado emocionalmente. Mientras conducía de regreso al apartamento que compartía temporalmente con Alastor, su mente seguía girando en torno a la misma pregunta: ¿por qué su madre nunca podía verlo por lo que era realmente? ¿Por qué siempre prefería a Michael, sin importar cuánto se esforzara por demostrar su valor?

Cuando finalmente llegó al apartamento, Alastor lo estaba esperando en la sala, con una taza de té en las manos. Habían pasado semanas desde la confrontación con Vox, pero la ansiedad seguía presente en cada rincón de sus vidas. Sin embargo, en medio de todo ese caos, la relación entre ellos había comenzado a florecer. Aunque aún no eran exactamente amigos cercanos, había una camaradería naciente que ayudaba a Lucifer a sentirse menos solo.

—¿Qué tal la visita a tu familia? —preguntó Alastor, observando la expresión en el rostro de Lucifer.

Lucifer suspiró mientras se dejaba caer en el sofá junto a Alastor.

—Lo mismo de siempre. Mi madre sigue prefiriendo a Michael, y él sigue disfrutando haciéndome sentir que soy menos que él.

Alastor asintió, sabiendo que la dinámica familiar de Lucifer era complicada. Aunque él no había conocido a Michael, entendía lo difícil que era cuando la familia, la que se supone que debe apoyarte, te derriba constantemente.

—Debe ser difícil lidiar con eso —dijo Alastor—. Especialmente cuando intentas seguir adelante con todo lo que tienes que manejar.

Lucifer lo miró, sintiendo un extraño consuelo en esas palabras. Por alguna razón, hablar con Alastor se había vuelto más fácil, como si hubiera encontrado a alguien que realmente entendía lo que significaba vivir con un peso emocional constante.

—Lo es —admitió Lucifer—. Pero ya estoy acostumbrado. Lo que no puedo acostumbrarme es a sentir que siempre tengo que demostrar mi valor, no solo a ellos, sino a todos.

"Rosas en el Asfalto" RadioApple/AppleRadio OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora