Su todo

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Jueves, 16/06/05

Era el cumpleaños número 14 de mi hermana, mi compañera en la vida, una de las personas más importantes con las que me tocó recorrer el camino de la vida. Estaba sentimental, tenía que admitirlo.

Me di cuenta de cuanto había crecido Agus y de cuanto lo lamentaba, prefería mil veces que tuviera la inocencia de una nena de ocho años de nuevo.

La mañana había empezado de maravilla, Agus decidió faltar al colegio y me dejaron quedarme a mí también. En mi cumpleaños siempre tuve la opción de faltar, pero yo siempre preferí pasar mis cumpleaños rodeada de personas.

Dante vino con Loli a media mañana para traerle su regalo a Tina.

—¿Te acordás que te dije que su regalo de cumpleaños venía junto? —Me recordó nuestro hermano mayor, yo asentí—. Bueno, traje los dos.

El anuncio me dejó expectante mientras Lola bajaba una caja decorada del auto. Los dos entraron y, mientras mis papás grababan, nos dieron a Agus y a mí la caja.

Nos miramos cómplices con la cumpleañera y sonreímos antes de abrir la caja. Al hacerlo las dos jadeamos con sorpresa. Eran dos gatitos, uno blanco y negro y el otro blanco y marrón. Tenían poco más de un mes y eran preciosos.

—¿Es joda? —Preguntó mi hermana menor sonriente, Loli negó con el mismo gesto que Agus pintado en el rostro—. ¡Ay, los amo!

Las dos abrazamos a nuestro hermano y nuestra cuñada con emoción. Ellos nos dijeron que eran hembras, eran hermanitas y no tenían nombre aun, entonces nos tuvimos que poner de acuerdo para bautizarlas con algún nombre. A la marrón le pusimos Almendra y a la negra le pusimos Dina. Tuve conexión instantánea con Dina mientras que Almendra no quería soltar a Tina.

—¿Papá y mamá sabían esto? —Le pregunté a Dante mientras tenía a Dina acostada en mis brazos mientras yo le hacía mimos.

—Sí, boluda, imaginate si no querían tener mascotas, me mataban—Se rio el morocho, yo me reí con él—. ¿Te gustó la sorpresa?

—Me encantó—Sonreí mirando a la gata y acariciándole las orejas.

—Perdón que no esperé hasta tu cumple para dárselos, lo que pasa es que dicen que los gatitos están mejor si tienen hermanos, entonces preferí no separarlas—Me contó mi hermano imitando mi acción de acariciar a la gatita.

—No importa, Dan, me parece perfecto—Le sonreí y él se quedó más tranquilo—. Además, miralas, no quisiera esperar por estas cositas.

Dante sonrió y nos quedamos en silencio. Dejamos a las gatitas explorar la casa y en minutos teníamos a las dos jugando en los pasillos y la escalera.

El día se pasó rápido y a la noche vinieron los amigos de nuestros viejos, nuestra familia iba a venir el finde. Agus invitó a Alma para que se quede, entonces también iba a compartir la cena con nosotros. Obvio que entre las familias amigas estaban los Sardelli y, por supuesto, eso incluía los tres hermanos.

La noche empezó tranquila, un sentimiento de anticipación se instaló en mi pecho al ver que empezaban a llegar las primeras personas a mi casa. Cada que se escuchaba el timbre yo iba a abrir casi corriendo y Tina me miraba con una ceja enarcada.

Tipo ocho llegó la familia Sardelli y saludé a todos con tranquilidad, pero la electricidad cruzó por todo mi cuerpo cuando Guido me agarró por la cintura al darme un beso en el cachete, nos sonreímos cómplices y pasamos al comedor. Guido vio a la colorada y a la mierda todo, se sentó con ella y el resto de la noche no se despegaron.

Intentaba concentrarme en alguna de las conversaciones que se desarrollaban en la mesa, pero mi atención siempre se terminaba desviando a las risas que emitía Alma cuando escuchaba lo que el rubio murmuraba en su oído.

Dulce CondenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora