En viaje hacia la redención

62 8 0
                                    

Lunes, 30/01/06

Esos días habían sido como un nuevo comienzo. Una terapia de amor intensiva. O con eso me gustaba joder. Desde que habíamos hablado, desde que acepte que yo no podía seguir así, las cosas estaban tranquilas.

Intentaba recapitular toda la historia entre Valen y yo, pero me acordaba más de lo que había sentido que de lo que había pasado realmente. Porque al final los hechos no eran tan importantes como parecían, eran cosas totalmente eclipsadas por los sentimientos y el corazón.

Ese año había sido totalmente loco desde que empezó. Yo había superado y dejado atrás un montón de cosas que antes me lastimaban como si fueran puñales. Sofi, por ejemplo. Un tema que me había atormentado desde su partida. Aunque había mil cosas que no había podido comprender, sabía que ya no valía la pena seguir sufriendo por cosas así. Era momento de enfocarse en el presente por un momento, sin dejar de proyectar en el futuro.

El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosas. Valen caminaba a lo largo de la orilla, el suave murmullo de las olas acompañando sus pasos. Llevaba puesto un vestido blanco de lino que danzaba al ritmo del viento, y cada vez que una brisa la acariciaba, yo no podía evitar admirarla. Se veía como una diosa griega. Su presencia iluminaba la playa, y sentía que cada momento compartido era un regalo que nunca había sabido apreciar lo suficiente.

Yo la seguía un paso atrás, disfrutando del espectáculo de verla caminar con tanta gracia. Habían pasado unos días desde nuestra conversación, y aunque las palabras seguían resonando en nuestra mente, era en ese silencio compartido donde empezaba a encontrar la paz que tanto había buscado. Mirar a Valen en ese vestido era como ver una esperanza renacer, un símbolo de lo que podían ser si nos permitíamos avanzar.

—La tarde está increíble—Dijo Valu, deteniéndose para contemplar cómo el sol se hundía en el mar, reflejando su luz dorada en el agua.

—Sí, pero no tanto como vos—Respondí, dejando que las palabras fluyeran sin pensarlas demasiado. La miré y sonreí, un gesto sincero que no pude evitar. Al mirarla sonreír sentía como esa barrera que habíamos construido entre nosotros se derrumbaba.

Ella se giró hacia mí, sorprendida pero no decepcionada por el comentario. Había un brillo en sus ojos, una mezcla de alegría y nostalgia.

—Es un buen día para recordar, ¿No? —Dijo la castaña, buscando en mi mirada una conexión más profunda.

Yo asentí, consciente de que el pasado era parte de nuestra historia, y que intentar borrarlo solo nos había alejado y lastimado hasta rompernos.

—Sí, y creo que aprendimos a aceptarlo al final—Respondí, dando un paso más cerca. Nuestros corazones latían al unísono, cada latido resonando con la posibilidad de un nuevo futuro juntos.

—A veces pienso en lo que éramos —Dijo ella, mirando hacia el horizonte—. Las risas, los momentos de felicidad... y también las peleas.

—Las peleas no definen quiénes somos —interrumpí, serio—. Solo demuestran que somos humanos. Y que, a pesar de todo, aún estamos acá, juntos.

—Aunque, tengo que admitir que cuando estábamos separados, extrañaba un poquito esas discusiones—Confesó la más baja, sacándonos una risa. Valen sonrió, dejando que la brisa le alborotara su pelo rebelde. Había algo en su voz que me daba la certeza de que estaba listo para enfrentar mis propios miedos.

» ¿Y si empezamos de nuevo? —Preguntó Valentina. Sentí que el aire entre nosotros se cargaba de una nueva energía, una nueva emoción renovada.

La miré fijamente, entendiendo la magnitud de sus palabras. No se trataba de olvidar lo que había pasado, sino de construir sobre eso, de aceptarlo de una vez por todas.

Dulce CondenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora