Ataque y contrataque

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Miércoles, 07/09/05

Él creía que conmigo iba a poder y se equivocaba, había hecho mal en avisarme. Pero había hecho peor en subestimarme.

—Porcelli, déjeme decirle que no voy a recibir esto que me entregó—Exclamó la profesora cuando llegó a mi trabajo. Guido sonreía, divertido.

—¿Por qué, profe? ¿Hay algún problema? —Pregunté, ya había encontrado la venganza del rubiecito.

—¿Y todavía me lo pregunta? Esto es una falta de respeto y no dude de que voy a contárselo a la directora—Amenazó la profesora, yo abrí un poco los ojos.

—¿Me permite ver qué recibió como cuento? —Pedí, poniendo mi mejor cara de confusión.

—Tomé, aunque me parece que debería acordarse bien de lo que escribió—La de literatura extendió el folio con las hojas. Yo caminé hasta su banco, bajo la mirada de todos, y me puse a leer lo que estaba escrito.

La letra era sorprendentemente parecida a la mía, casi idéntica. Pero el contenido era un listado de insultos hacía la profesora, que me hacían reír, porque eran verdad, pero que yo no había escrito.

—Yo no escribí esto, falsificaron mi letra y mi firma—Negué devolviéndole las hojas a la profesora.

—Ajá, ¿Cómo pretende que le crea? —Preguntó la profesora.

—Tengo pruebas—Sonreí, viendo como la cara del menor de los Sardelli cambió drásticamente—. Y culpables.

—A ver, muéstreme sus pruebas—Exigió la profesora.

—Hice una copia del cuento—Caminé hasta mi banco, busqué en mi mochila y le entregué la fotocopia a la profesora—. También, el lunes procuré mostrarle la copia original del cuento a la directora para que me dé su aprobación y una nota de que lo había recibido.

Volví a buscar en mi mochila y, de uno de mis cuadernos, saqué la nota firmada por la directora con una felicitación y también se la dejé a la profesora en el banco.

—De la misma forma que usted jura que falsificaron su letra, esto puede estar tranquilamente falsificado—La profesora se encogió de hombros.

—Vayamos a preguntarle a la directora misma si el cuento que usted recibió es el mismo que recibió ella y si esta nota es verídica—Exigí, confiada, tenía todos los cabos atados.

—No creo que sea necesario—Se negó la señora.

—Pero usted no me cree, quiero que sepa que yo no soy ninguna tramposa—Insistí. La profesora terminó aprobando mi petición y dejó el curso a cargo del preceptor para poder acompañarme a dirección.

La directora nos recibió y nos hizo sentarnos—¿Qué pasa, profesora? —Preguntó la directora, ojeando unos informes.

La de literatura explicó lo que había ocurrido, la directora pudo confirmar que la firma era real y que eso que había entregado no era lo que ella había leído. Es más, la directora dijo que fue ella misma quien entró al salón y dejó mi cuento con todos los demás.

—Y estoy totalmente segura de que el que me hizo esto fue Sardelli—Afirmé, completamente segura de lo que decía.

—¿Por qué? —Preguntó la directora.

—Usted sabe que somos los dos con mejores promedios del aula, esto sería una oportunidad para arruinarme, eso sumado a lo mal que me trata y todas las otras veces que afectó mi reputación y moral—Enumeré todas las razones lógicas que podía tener Guido, aunque yo sabía su verdadera razón—. Pero como todo eso no prueba nada, tengo testigos que lo vieron la última hora del lunes revisando todos los cuentos en el aula. Me dijeron que después se los llevó a la profesora, pero que estuvo un rato buscando algo entre los folios.

Dulce CondenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora