10. OTRA VEZ

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"Yo sé que me dijiste, "será la última vez"
Pero aquí estamo' otra ve'
Contesta, ¿qué tú me hiciste?
Solo te veo, bebé,
¿Cuántos trago' van? Yo no sé
Sí, yo sé que me quisiste
Fue por un rato, bebé, de ti yo no me olvidé
Pensaba que esta vez sería distinto
¿Cómo salgo de este laberinto?"

POV JULIANA

Me acomodé en el asiento de cuero del jet privado, con la vista clavada en la pantalla de mi celular. Aunque mi madre estaba justo enfrente, me las ingeniaba para que no pillara lo que estaba haciendo. Me había metido de lleno en la cuenta del Atlético de Madrid, y por fin había topado con la cuenta de Andrea.

Me sumergí en su perfil, echando un ojo detallado a cada foto y comentario en busca de alguna pista de Valentina . Me di cuenta enseguida de que Andrea no era muy activa en la plataforma, y la mayoría de sus publicaciones iban sobre fútbol. Pero entre medias, vi una foto de hace unos meses donde la castaña había dejado un comentario.

Apenas pude evitar una sonrisa al husmear su perfil. Me recreé con cada foto suya, apreciando su belleza en todas ellas. Para mi alivio, no encontré rastro alguno de Andrea, solo algunos "me gusta" en las fotos.

Pero cuando llegué a una foto de Valentina  con una amiga, pasé hacia la siguiente para ver más fotos, y sin querer le di al "me gusta" a la publicación. Un escalofrío me recorrió al darme cuenta del error.

El pánico se apoderó de mí, y rápidamente quité el "me gusta" antes de que fuera demasiado tarde. Bloqueé el móvil, como si eso pudiera borrar cualquier huella.
La voz de mi madre me sacó de mis pensamientos.

—¿Pasa algo?

Negué rápidamente, tratando de disimular mi nerviosismo.

—No, solo tengo ansias por llegar a Madrid. Estoy hecha polvo —contesté, intentando sonar convincente.

—Parece que has visto un fantasma —dijo, con un deje de burla.

—No, no pasa nada —insistí, apartando la mirada hacia la ventana.

Había conseguido evitar pensar en Valentina  durante unos días en Mexico, pero su recuerdo siempre volvía.

El viaje en jet por fin acabó, y tras un corto trayecto en coche, llegué a casa. Me dejé caer en la cama con la idea de dormir, pero mi mente se negaba a descansar. Miré el reloj en mi mesita de noche: eran las 01:30 de la madrugada.

Me levanté de la cama y decidí ir a la cocina en busca de algo para beber. Cuando llegué, me serví un vaso de agua, tratando de calmar los nervios. Pero por más que lo intentara, la imagen de Valentina  seguía rondando en mi cabeza, negándose a desaparecer. Con un suspiro resignado, dejé el vaso en el fregadero y volví a mi habitación.

Pasé por la habitación que servía como una especie de oficina. Mi mirada se fue hacia la ventana, donde se colaba la luz de la casa de enfrente. Sabía que no tenía que meter las narices, que no era asunto mío, pero una fuerza misteriosa me empujó hacia allí, ya me estaba sintiendo como vieja chismosa.

Con sigilo, me arrimé y espié a través del cristal. Divisé la figura de Valentina  frente a un caballete. Se me esbozó una sonrisa al verla tan concentrada, como si estuviera bailando con el pincel en la mano.

No sabía qué hacía allí, mirándola. Solo sabía que no quería dejar de hacerlo.
Pero mi momento de contemplación se fue al caño cuando vi a Andrea entrar en escena. Un nudo se me formó en el estómago al verla dándole un abrazo, pero al mismo tiempo, una sonrisa de satisfacción se me pintó al recordar cómo ella me había plantado un beso, cómo me había pedido más. Aunque debía sentirme mal por eso, no pude evitar sentir un cosquilleo extraño de regocijo.

CUANDO NADIE VEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora