Capítulo: La Rutina de Maria

583 57 37
                                    

Hola a todos, aquí vamos con una nueva historia llena de amor, será mi primer intento en hacer algo así, pero espero que sea del gusto de todos.

Los quiero mucho!!

La estoy sacando nuevamente porque tuve que hacerle cambios a los capitulos, para guiarla a un buen camino...

----------------------------------------------------------------

El ARK, una colonia espacial que orbitaba silenciosamente alrededor de la Tierra, era el escenario de experimentos que desafiaban las leyes de la naturaleza, dirigidos por el Dr. Geralt. En su búsqueda incansable por crear la forma de vida definitiva, había dejado atrás una serie de intentos fallidos, criaturas abandonadas en cápsulas que flotaban en la fría oscuridad del espacio.

El corredor que llevaba al laboratorio del Dr. Geralt era solitario y alejado de todo el centro, iluminado solo por la luz tenue de las estrellas que se filtraba a través de las grandes ventanas que daban al vacío. Las puertas metálicas se abrían con un suave sonido que resonaba timidamente en las cercanias.

En el centro del laboratorio, había una fila de cápsulas cilíndricas, cada una con una criatura distinta suspendida en un líquido verde que brillaba débilmente. Estos seres eran los intentos del doctor por crear la vida perfecta. Entre ellos destacaban varios erizos de distintos colores y formas, representando diversas etapas del proceso del proyecto S.

Las cápsulas estaban conectadas por una intrincada red de cables y tuberías, que monitoreaban constantemente los signos vitales de cada criatura. El ambiente era frío, personalmente no eran los lugares preferidos de la pequeña luz del ARK, sí... en medio de esa frialdad científica, había una presencia que traía calidez: Maria. Era la nieta del Dr. Geralt, una joven de ojos brillantes y sonrisa dulce, que iluminaba todo el lugar con esa bondad tan caracteristica de su parte. Ella era realmente fan de lo que su abuelo trabaja, ella entendía los motivos detrás de cada uno de ellos, no podía simplemente ser egoista respecto a si le parecia correcto o no. 

Pero había algo que no podía evitar, y eso era la tristeza por las creaturas que permanecían en aquellos cuartos tan solitarios lleno de capsulas.

Cada noche, cuando la estación espacial caía en silencio, Maria se escabullía hacia el laboratorio. Con pasos silenciosos y una tarjeta de acceso que había conseguido sin ser descubierta, lograba entrar en aquellas habitaciones.

Caminaba observando cada una de las capsulas, cada uno de aquellos animales que se encontraban dentro de ellas, pero había unos animales en especifico que prefería visitar... los erizos, le recordaban a su fiel amigo. Finalmente escogía a alguno de los erizos y se acercaba para apoyar su mano en el frío cristal.

—Hola de nuevo. Hoy he aprendido algo interesante sobre las estrellas. ¿Sabían que algunas ya están muertas aunque todavía podemos ver su luz? Es triste, pero también hermoso, ¿no creen?

Ella sabía perfectamente que no obtendría ninguna respuesta de vuelta, no podian escucharla ni sentirla. Pero no podía evitar hablarles, compartir sus pensamientos y sentimientos. Estas visitas se volvieron una rutina sagrada para Maria, un momento de paz en el ARK.

Sin embargo, Shadow, su amigo y protector, comenzó a notar que Maria desaparecía algunas noches. Preocupado, decidió seguirla en secreto.

Aquella noche Maria había decidido salir como los anteriores días, vigilando que nadie estuviera al pendiente de ella salio caminando con su habitual alegria hacia aquella sala, sin notar que realmente alguien si iba trás ella. Al entrar, Shadow esperó unos minutos antes de acercarse y espiar por la puerta entreabierta. Lo que vio lo sorprendió.

Maria estaba de pie frente a una cápsula, hablando suavemente y sonriendo. Shadow frunció el ceño. ¿Por qué hablaba con una cápsula?, sabía que Maria era algo especial y sobre todo sentimental, pero de todas formas aquella acción le extrañaba.

Decidió entrar, cruzando los brazos mientras la observaba con una mezcla de curiosidad.

 —¿Qué estás haciendo aquí, Maria? —preguntó con su voz seria.

Maria brinco sobre su sitio al escuchar la repentina voz, al girar pudo notar que era Shadow, pero rápidamente le sonrió.

—Shadow, no esperaba verte. Solo estaba... hablando con ellos. Creo que necesitan a alguien que les hable, que les muestre que no están solos.

Shadow levantó una ceja, realmente no esperaba escuchar aquello de su parte, había oido por el Dr Geralt que eso solía hacer Maria con la capsula en donde él mismo se contenía, pero no recuerda ningún momento en donde pudiera percibir algún gesto de ella.

—¿Hablar con ellos? Maria, son solo experimentos. No pueden escucharte.

—Tal vez no puedan escucharme ahora, pero creo que las palabras tienen poder —respondió ella con calma — Quizás algún día les llegue el cariño que intento transmitirles. Además, me hace sentir bien compartir con ellos estos momentos tan magicos. ¿No quieres intentarlo?

Shadow dudó, pero la felicidad en el rostro de Maria lo hizo pensarlo dos veces, realmente no era muy bueno negandosé a la chica. Con un suspiro, asintió.

—Está bien, pero solo esta vez.

Maria lo guió hacia una cápsula en particular.

—Este es con quien hablo más seguido. Me gusta pensar que, de alguna manera, él sabe que estoy aquí.

Shadow miró al erizo flotando en el líquido, sin mucha expresión. No podía distinguir mucho los rasgos trás el cristal y el propio liquido, pero sabía que dentro había un erizo, la silueta al menos le ayudaba a notar aquello.

—No parece escuchar lo que decimos —comentó algo incomodo.

—Tal vez necesita un poco más de tiempo. Intenta hablarle tú —le animó Maria con una sonrisa.

Shadow dudó, pero la mirada esperanzada de Maria lo convenció. Se aclaró la garganta antes de acomodarse un poco más cerca, para ver si así convencia a Maria de sus ganas de intentar algo tan absurdo.

—Hola... Soy Shadow. No sé qué decir, pero Maria cree que puedes escucharnos y pues estoy intentando ayudarla con eso.

Para su sorpresa, el erizo dentro de la cápsula se agitó ligeramente. Sus párpados temblaron.

—¿Viste eso? —dijo Maria, emocionada— Creo que te escuchó.

Shadow frunció el ceño.

—Probablemente fue solo una reacción involuntaria —respondió, aunque menos seguro de sus palabras.

—Inténtalo de nuevo —insistió Maria.

—Bueno, si puedes escucharme, deberías saber que Maria ha estado intentando hablar contigo y considera que es importante... y si realmente funciona... quizás algún día nos conozcamos de verdad.

El erizo movió una mano, acercándola al cristal, como si intentara tocar algo. Los ojos de Shadow se abrieron con sorpresa. Sin saber por qué, levantó su mano y la colocó contra el vidrio, justo donde el erizo parecía intentar tocar. En ese momento, ambos parecían conectados, separados solo por el cristal.

—No sé quién eres, pero... creo que debemos darte un nombre —murmuró Shadow— No puedes ser solo un número en una cápsula.

El erizo abrió lentamente los ojos, revelando un par de esmeraldas brillantes que miraban directamente a Shadow. Por un instante, Shadow sintió una profunda conexión con él. Finalmente, propuso... —¿Qué tal... Sonic? Fuiste rápido en reaccionar, suena bien.

El erizo pareció sonreír, y Maria, que había estado observando, susurró —Creo que le gusto.

Desde ese momento, Sonic no fue solo un experimento más para Shadow. Se convirtió en alguien especial, y cada noche, él y Maria esperaban con ansias sus pequeñas conversaciones con Sonic.

- Dulces Recuerdos - SHADONIC / SONADOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora