CAPÍTULO 10: DEJAME IR

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Nunca tuve las expectativas tan altas cuando me adentré a esto de las relaciones a ciegas, pero ¿qué pasaba conmigo?, ¿que estaba mal? ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella? ¿Por qué aun y cuando había tomado la decisión consiente de dejarla ir, había mucho dentro de mi que se negaba a hacerlo?

Ahora, cuando echo el tiempo un poco hacia tras, y recuerdo esa primera cita, es imposible olvidar lo despampanante que se veía ese día, ese y los que seguían, pero más allá de su físico, que era evidente que me atraía demasiado, hablemos de lo que ella me hacía sentir cuando hablaba.

Yo sabía que era ella, había un matrimonio de por medio que nos impedía seguir ese hilo rojo, pero la química era evidente, aunque ella se negara a admitirlo.

En otro orden de ideas, la buena noticia es que había tenido la fuerza de voluntad de no volver a buscarla, y un poco triste por otro lado, ella también había mantenido la distancia.

Si es por mi, hoy estaríamos juntos, si es por mi, la habría obligado a quedarse conmigo, pero tampoco era la idea, este juego ya no era sostenible. Lo mejor que podía hacer era salir, intentar despejar un poco la mente y abrir la puerta a otra, u otras posibilidades.

De repente todo era nuevamente claro, y quizá yo no estaba preparado para una relación en este momento, capaz eso me quería decir el universo, y yo aun no la captaba.

Tomo mis llaves y me dirijo a la puerta, sin un destino fijo en mente, solo a improvisar, y ver que me preparaba la noche. Al abrir la puerta, me encuentro con una cara bastante familiar, a punto de tocar la puerta, supongo.

—Hola—dijo como si fuera habitual que estuviera en la puerta de mi casa.

—¿Qué haces aquí?

A ver, no quería ser grosero, y espero no haberlo sido, pero honestamente no sabía qué hacía aquí.

—Podemos hablar? Es decir, si no vas de salida.

—La verdad, sí voy de salida...pero...

—Será algo rápido, te lo prometo.

—Vale, pasa, ¿te ofrezco algo?

—Tequila, ¿puede ser?

—¿Real? —si pretendía que fuera algo rápido, el tequila definitivamente no era lo indicado, pero, ¿quién soy yo para decirle que no?

"Se fuerte, se fuerte", me repetía una y otra vez mientras servía el shot de tequila, al regresar, la encuentro en una llamada telefónica, un poco elevada de tono, ella lloraba. Y cuando se percata de mi presencia, sumada a mi cara de preocupación, solo me hace una seña, para que no hable, y ya imagino quien está al otro lado del altavoz.

Estaba un poco harto de esto, de esconderme, de ser el segundo plato de esta mesa, pero saben de qué estoy más harto, de que por un momento consideré que, que ella me estaba considerando como un buen partido, no mejor dicho...que imbécil.

En mi cabeza solo sobrepensaba, sobrepensaba diferentes escenarios, donde de manera "amable", le pedía que se fuera, y que me dejara pasar mi tusa, sin este eterno estira y encoje, pero solo salió un seco y contundente.

—Tienes que irte.—ella solo se quedó boquiabierta, y con los ojos tan abiertos de la impresión, que por un momento temí que se le fueran a salir.—lo digo enserio, solo vete, vete ya.

Ella se acerca, para intentar convencerme, y definitivamente no soy la persona fuerte que creí, estuve a punto de ceder, pero alcanzo a pronunciar casi como un susurro, un "por favor"...

—No, no es lo que crees, solo es el mesero—responde a quien sea que este del otro lado del altavoz.

Yo me dirijo a la puerta, y con una última señal le indico por donde puede salir.

—De verdad necesito que hablemos, pero justo ahora se me complica—alcanza a decir antes de irse, mientras tapa el microfono de su celular.

—"El mesero", por Dios.

Después de tanto insistirle, Tyla decide irse, y con ella, cualquier gota que quedaba dentro de mi, de seguir en ese círculo vicioso llamado "ahí no es". Ese día salí sin rumbo, solo a caminar por las calles de Madrid, que extrañamente, hoy estaban un tanto solitarias, tan solitarias como yo últimamente.

Ya estaba bueno, de pensar en romances y esas vainas, yo lo que necesitaba era diversión, solo eso. Terminé en una Jam sesión en El Sótano, tremendo lugar por cierto. Y tengo un par de cositas que concluir de esta salida hasta ahora, amo con locura la música, estar aquí me lo confirma demasiado, y lo segundo, pues que viva el alcohol.

Terminé metido en un parche demasiado bueno, de puros desconocidos que llegaron aquí de casualidad, lo más raro de todo, es que se nos había unido un señor de edad avanzada, que para ser la persona más honesta con ustedes, debo confesar que sí se me hizo demasiado extraño, ver a alguien así de mayor, dándole tan duro a la bebida, y pasándola bien entre cuanta barbaridad se nos ocurriera decir o hacer.

Horas más tarde, me encontraba yo caminando a altas horas de la noche, pero esta vez con un destino claro y además fijo, sumado a un compañero, el señor de edad avanzada, del que ya sabemos al menos el nombre, Agustín. A pesar de ser un completo desconocido, parece que tenía el don de observar muy bien, y mientras caminamos, sin voltear a mirarme, solo dice.

—Problemas del corazón, ¿no? —yo solo me mantengo en silencio, y al no obtener una respuesta, prosigue—porque no me equivoco. ¿o sí?, luces como alguien con el corazón roto.

—Pues que le digo, parezco últimamente un libro abierto.

—No es eso, considérame una persona sabia, los años no llegan solo muchacho.

—Lo sé, aunque uno los subestime, dicen que el diablo sabe más por viejo que por diablo eh, y creo que no se equivocaban.

—Te diré que no, es de los dichos más reales que conozco, y mira que conozco mucho.

—Ah sí?

—Sí, y también soy buenísimo dando consejos, y por eso me voy a atrever a regalarle uno, no se ahogue en un vaso de agua, la vida siempre se encarga de quitar de nuestra vida lo que no nos hace bien, pero también de mantener lo que debe quedarse, siempre encuentra la forma.

Y quizás ahí estaba la respuesta. Estaba tan encaprichado de la idea de una vida con Tyla, pero tal vez, solo tal vez, ahí no era, y pues si era, la vida se iba a encargar de volver a juntarnos.

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⏰ Last updated: Sep 03, 2024 ⏰

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