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Aquella mañana Ángel despertó más nervioso que días anteriores, aquel día había acordado que acompañaría a Minho y a aquél amigo del que le había hablado a ir al bosque en donde había despertado

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Aquella mañana Ángel despertó más nervioso que días anteriores, aquel día había acordado que acompañaría a Minho y a aquél amigo del que le había hablado a ir al bosque en donde había despertado. Se levantó más temprano de lo habitual pero los nervios no lo dejaron seguir durmiendo. Arregló la habitación que ocupaba y después de alistarse salió, está vez la cocina se encontraba sola.

Debía ser más temprano de lo habitual, se acercó algo tímido a buscar un vaso.
Había pasado ya una semana viviendo ahí pero aún se sentía como un extraño, no se sentía correcto tomar las cosas de esa casa.
Felix le había recalcado más de una vez que podía hacer ahí lo que quisiera, que era su hogar pero aún le costaba.

Sus citas con el psicólogo eran tres veces por semana, ese día no tenía programada una cita así que por eso iría con Minho a aquél lugar.
Sus terapias habían iniciado también, apenas llevaba dos sesiones, su pierna aún se sentía algo rígida y los ejercicios le dolían bastante pero poco a poco sabía que iba a poder tener la movilidad completa.

Su terapeuta tenía fe en que lo haría.

Minho amablemente le había regalado un bastón, lo cual agradeció bastante. La verdad Minho había hecho tanto por el que no sabía cómo le pagaría, necesitaba regresar toda esa ayuda que le estaban brindando los hermanos Lee.

Encontro un vaso en uno de los estantes más altos, lo tomó con cuidado y sirvió un poco de jugo que encontro en el refrigerador.
El beberlo se había sentido de maravilla, estaba por dejar el vaso en la barra cuando un fuerte dolor en su cabeza le hizo soltarlo de golpe, este se estrelló contra el suelo ocasionando que se rompiera en varios pedazos

¡Qué torpe soy! — se agachó para poder recoger los trozos de vidrio pero al hacerlo el dolor en su cabeza se intensificó

« ¡eres un idiota! maldito sea el día en que apareciste en mi vida, me voy a encargar de que desaparezcas »

Pudo escuchar la voz de un hombre en su cabeza, el miedo se instaló en su cuerpo haciendo esconderse en una de las esquinas de la cocina, aquella voz siguió reproduciéndose en su cabeza y el dolor era cada vez más fuerte. Tanto que comenzó a gritar, no se dió cuenta de la intensidad en la que lo había hecho hasta que noto la presencia de Felix mirarlo asustado tratando de que se calmara.

— ¿Ángel? ¿Que ocurre? Tranquilo, necesitas respirar

¿Que había ocurrido? ¿Que había sido eso?

Al lograr calmarse, no dudo en abrazar al rubio que no dudo en envolverlo entre sus brazos, dándole el apoyo que necesitaba.

— Tranquilo, estás bien. No paso nada — repetía mientras dejaba que el menor llorará y se calmara.

[.]

— Lamento el desastre — hablo Ángel, sostenía un trapo sobre su mano, al tener aquel ataque se había cortado con uno de los vidrios sin siquiera notarlo, la herida era algo profunda pero no grave.

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