Capítulo 4: Lo único que tenía, todo lo que he perdido

12.1K 894 58
                                    

Canción de este capítulo: Wait-M83

Cuando Cole decía que ir en esta posición sería incómodo, no se equivocaba. Sin embargo, prefiero que se me duerman los brazos, que por cierto me duelen bastante, a tener que tocar a esa cosa.

A penas me fijo en el paisaje, ¿para qué? Si todo lo que hay es devastación y horror. No hay blanco, ni siquiera gris. Solo negro. En este nuevo mundo todo es oscuro. Los edificios están destruidos, las calles están solitarias, las farolas caídas, el mobiliario urbano volcado, plantas ascienden por los escombros, la única música que hay es el silencio.

Es el Apocalipsis, o mejor dicho, el Post-Apocalipsis. No sé cual de los dos es peor, pero si cual durará más.

Y lo peor no es toda esta mierda que veo, lo peor es lo que NO veo. La gente se refugia donde puede, esperando que alguien los ayude, porque tienen esperanza. La mitad de la población humana murió en el Apocalipsis o en la Guerra Posterior; otros están heridos, solos y sin nadie que los pueda curar, esperando el momento justo para acabar ellos mismos con sus desgracias.

Desde que mis padres murieron a penas me he relacionado con seres de mi especie. Cuando me quedé huérfana, un chico llamado Jack estuvo conmigo. Es el mejor amigo que jamás he tenido y tendré. Pasó mucho tiempo a mi lado, era un año mayor que yo, pero a pesar de ello, sabía mucho sobre supervivencia. Nos las apañábamos como podíamos, y las primeras semanas estaba convencida de que Jack me abandonaría. Me había quedado en una especie de extraño shock por la muerte de mis padres. Pasé días sin comer y semanas sin hablar, pero él siempre me apoyó. Con el tiempo, se convirtió en mi única familia. Nunca me contó nada de sus padres, pero sospeché que quedó huérfano al mismo tiempo que yo, solo que él fue fuerte. Por las noches le oía llorar, y Jack me oía a mi, por lo que dormíamos abrazados el uno al otro, para consolarnos mutuamente. Apenas expresaba mis emociones, y el único momento del día en que cualquiera de los dos se permitía derrumbarse, era cuando el Sol lo hacía con nosotros.

Éramos pequeños, sí, pero por una parte era una ventaja: podíamos colarnos en sitios que los adultos no. Obteníamos comida y construimos una extraña madriguera camuflada cerca de un pequeño lago, uno de los pocos que quedaba con agua potable, para no quedarnos sin agua. Con Jack jamás perdí la esperanza. Cuando pasaron meses y cogimos confianza el uno en el otro, en vez de llorar por las noches, nos las pasábamos hablando de cómo salvaríamos el mundo, estábamos convencidos de que lo haríamos. Ideábamos planes y tácticas de combate, incluso teníamos nombres en clave. Para nosotros era solo un juego. Hasta que se lo llevaron, se llevaron a mi Jack.

Cuando ya teníamos catorce años, mi amigo salió a cazar. Yo había tenido un incidente esa mañana y me había echo un pequeño esguince. Jack dudó en dejarme sola, ya que temía que en mi estado, si alguien intentara hacerme algo malo, no pudiera defenderme. Le convencí de que no ocurriría nada malo, pero yo también temía por la vida de él. Éramos conscientes de que cualquiera de nosotros podía morir o ser secuestrado por los Visitantes en ausencia del otro. Recuerdo que Jack me dio un beso en la mejilla antes de irse, y me prometió que volvería, y si no lo hacía, me volvería a encontrar. Siempre.

Pasaron las horas y no volvía. Salí de nuestra pequeña madriguera sosteniéndome con un palo en cuanto oí sus gritos. Me daba igual el insoportable dolor que me recorría el pie y me daba igual estar aumentando el esguince. Lo único que me importaba era él. Cuando llegué al claro donde nos gustaba cazar, vi que estaba tumbado en el suelo con una mueca de dolor en su rostro. Había sombras a su alrededor que apenas se distinguían. Jack les escupía y trataba de defenderse cuando le pegaban, pero no podía. Intenté salir de mi escondite, no podía dejarlo ahí, era lo único que me quedaba, él era mi todo. Mi amigo me vio y negó con la cabeza disimuladamente. Leí en sus labios las palabras "te encontraré". Eché a correr en su dirección, con lágrimas escociendo en mis ojos... pero desaparecieron. Las sombras y él. Los Visitantes se han llevado todo lo que tenía, todo lo que me quedaba. Tenía que encontrarlo, me negaba a aceptar que le había perdido. Pasé dos años buscándolo, pero era imposible, no tenía la más mínima idea de dónde podía estar.

THE VISITORSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora