Capítulo 9: Duerme conmigo

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Canción para este capítulo: Come and get it-Selena Gómez

         

En estos momentos me encuentro devorando el conejo que Cole me cazó. Aún estando crudo sabe a gloria después de pasar tantos días de absoluta hambruna. Yo misma he despellejado al animal y lo he limpiado en el agua.

    Hace una hora aproximadamente que salí del agua y me vestí con ropa que Cole me había traído. Le pregunté de dónde la había sacado, pero él me ignoró. Una parte de mi no quería ponerse eso, pues bien podría ser de alguien que haya muerto a manos de Cole. Pero por otra, era esa camiseta roja y esos pantalones negros ajustados o mi ropa anterior destrozada y llena de sangre.

    La elección era clara.

    El Visitante no me ha quitado los ojos de encima en ningún momento. Simplemente está ahí, observándome. Pero esta vez no con hambre, sino con curiosidad: como si fuese un experimento. Y en parte lo soy. Quiero decir, al igual que yo quiero saber más sobre él y sobre los seres que han traído la destrucción a nuestro mundo, seguramente él también desea poder entender mi comportamiento o el de los seres humanos en general, tan desesperado, tan triste. Pero jamás podrá, no tiene sentimientos, es algo de lo que a estas alturas estoy muy segura.

    ––Dormiremos aquí. ––dice de pronto para después desaparecer, literalmente.

    Mi cabeza se mueve buscándolo pero no le veo por ninguna parte. Me encojo de hombros, sinceramente me importa una mierda donde esté con tal de que no se haya largado.

    Justo cuando me dispongo a dar otro mordisco a la que será probablemente mi única comida en días, una mano me agarra el cuello. Forcejeo con todas mis fuerzas y con mucha dificultad extraigo un afilado hueso del conejo, clavándoselo a mi agresor. Este me suelta al instante, pero lo único que percibo es un leve gruñido, nada más.

    Es un Visitante.

    Rápidamente doy un giro sobre mi misma, levantándome y quedando cara a cara con el ser. Sus ojos son como los de Cole. Puedo ver sus colmillos más largos de lo normal y como, los anteriormente orbes verdes se transforman en pozos negros. Trago saliva y me quedo inmóvil, con las rodillas dobladas levemente y el cuerpo hacia delante, en posición de ataque. Busco un punto débil al que atacar. Mi otro Yo me dijo que para matarlos hay que darles en el corazón, pero es un golpe demasiado directo. Me pararía y me devoraría en... ¿cuánto?¿tres segundos?

    Siento mi corazón bombeando a toda velocidad, mis sentidos tratando de fijarse en cada mínimo sonido o movimiento, mis manos cerrándose en puños y mi cuchillo escondido en el cinturón esperando con ansias ser usado.

    Se acerca y me sujeta la muñeca. Alzo mi rodilla de manera que impacta contra sus partes íntimas. Él abre los ojos como platos y hace una mueca, pero no me suelta. Comienzo a mover mis pies de un lado a otro, haciendo que él termine abriéndose de piernas. Con un rápido desliz, me cuelo entre ellas y él no tiene más remedio que soltarme. Cuando estoy detrás del Visitante, libre de sus manos y lista para atacarle por la espalda, ya está cara a cara conmigo. Esto es frustrante.

    De pronto el Visitante se multiplica. Ocho iguales a él aparecen ante mis ojos, rodeándome. Todos se mueven de un lado a otro con una sonrisa perversa en su rostro. ¿Se cree que soy tonta? He sobrevivido años a pérdidas, a soledad y a destrucción, la astucia es algo que a estas alturas juega a mi favor. Es la segunda vez que uno de ellos se mete en mi mente, y será la segunda vez que logre escapar, lo puedo asegurar.

    Solo tengo que escapar de su ilusión y recuerdo a la perfección como hacerlo.

    Con cuidado me doy la vuelta y corro hasta la orilla del lago, quedando de perfil contra él, de manera que pueda ver fácilmente el reflejo. Los ocho Visitantes sueltan una carcajada y alzan una ceja.

    ––Esperaba un poco más de juego. ––comentan todos al mismo tiempo.

    Observo el agua un segundo. En ella solo se puede distinguir al de la derecha. El único real. Espero a que se acerquen hasta que quedamos a unos centímetros...

    Y de una zancada me coloco lo suficientemente cerca como para no tener que hacer casi fuerza cuando le clavo mi arma en el pecho.

    ––¿Querías juego?... Pues deberías saber que yo siempre gano. ––digo lentamente con una sonrisa victoriosa mientras el alienígena suelta un grito y sus réplicas desaparecen.

    Las rodillas del extraterrestre se doblan y se desploma en el suelo. Sus ojos están abiertos y la sangre brota de la herida a mares. Pero está muerto, lo veo en su rostro ahora carente de expresión.

    No me arrepiento. Es más, me siento bien. Nunca pensé que la venganza fuera tan satisfactoria. Sin embargo la mía solo acaba de empezar. Si Cole piensa que cuando lleguemos a la Sede voy a irme sin más con mis padres, está muy equivocado. Mataré al máximo número de ellos porque se lo merecen.

    Un aplauso me saca de mis pensamientos. Cole sale de detrás de un árbol dando palmadas con una sonrisa en el rostro.

    ¿Ha estado todo el tiempo ahí?

    ––Te doy un... ocho: la última frase te ha quedado perfecta, pero te ha faltado coordinación en los pies cuando forcejeabais. ––dice con una expresión burlona.

    ––¿Estás de coña, verdad? ––murmuro cerrando los ojos y colocándome una mano en la frente, regulando mi respiración agitada.

    El Visitante se limita a reír.

    ––¿Has estado mirando todo el rato? ––pregunto incrédula.

    Cole asiente. Suelto un bufido y me doy la vuelta en dirección a una roca plana donde reposa el mantel de picnic y gran cantidad de hojas en forma de almohada.

    En menos de un segundo mi compañero está delante de mi, sobresaltándome y cortándome el paso. Nuestros zapatos se rozan y me siento incómoda ante su proximidad.

    ––Has estado increíble. ––afirma con la mirada fija en mis labios.

    Suspiro y asiento levemente. Coloco una mano en su pecho para apartarle, pero él la atrapa y la deja donde está. Un escalofrío recorre mi cuerpo, como cada vez que su piel entra en contacto con la mía. Abro la boca para hablar pero él me corta antes de que pueda decir una sola palabra.

    ––Duerme conmigo. ––pide.

    Me quedo totalmente quieta. Me ha sorprendido. No sé que decir, hacer o pensar. De todas las cosas que esperaba que dijera, esa súplica no era una de ellas.

    ––Duerme conmigo. ––repite.

    Trago saliva y suelto nuestras manos. La suya cae inerte a un lado de su cuerpo y él desvía la vista un segundo para luego volver a centrarse en mi.

    ––Buenas noches, Cole. ––susurro antes de pasar por su lado y dirigirme a mi "cama". No sé que pretende, pero jamás volveré a dormir con él. Aquella noche fue una excepción. Es un Visitante, y el apoyo que me ha dado no va a cambiar eso.

    Me recuesto sobre la roca y me tapo con el mantel. Cierro los ojos sintiendo como unos ojos verdes me observan desde algún lado no muy lejano y en cierto modo, me siento protegida.

THE VISITORSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora