Con el pulso algo acelerado me acerco a abrir la puerta. Una sensación helada recorre mi cuerpo cuando mis ojos se encuentran con la persona llamando a la puerta: Mía, la madre de Morgan.
Sus manos están algo temblorosas y sus ojos están rojos y tiene ojeras muy marcadas. Parece que no haya dormido bien y que estuvo llorando. Me siento segura al ver que no es una desconocida, pero empiezo a pensar lo peor si es que ella en persona vino hasta aquí.
—Buenos días, Samantha —la señora Mía hace una pausa —, Morgan no aparece desde ayer por la noche, ¿no sabes algo de ella?
—¿Desde anoche? — No recuerdo si respondí sus mensajes, ni que mencionara si iba a salir a algún lugar.
—Sí, no responde mensajes ni llamadas, pensé que tal vez te visitó para darte apoyo, ¿está aquí? —la madre de Morgan toma mi mano, se siente como si depositara su última esperanza en mi respuesta, lo cual duele bastante.
—No... no la he visto desde que estuve en el hospital, señora, lo siento mucho.Ayer en la madrugada me envió unos cuantos mensajes: me preguntó cómo estoy. Pero no sé nada más. — Siento una presión ligera en mi corazón.
Las ilusiones en la cara de Mía se pierden, me da las gracias y antes de irse me pide avisar si descubro algo sobre Morgan.
Cierro la puerta de mi casa. Siento cómo me tiemblan las piernas y me apresuro a llegar al sillón para sentarme; caigo casi por instinto sobre él. El impacto hace que Joseph despierte. Tarda unos segundos en reaccionar, se pone de pie y luego se arrodilla delante de mí, preguntando si todo está bien.
Le cuento sobre la breve visita de la madre de Morgan, lo que lo deja sin palabras. Se sienta a mi lado y me abraza. Solo guarda silencio, sin saber qué decir.
—Esperemos qué ella esté bien, a veces suele salir con algunos chicos y no decirle a nadie, espero y creo que sea una de esas veces. —Fuerzo una sonrisa para mi hermano.
Él asiente con la cabeza.
—Huele muy bien, ¿cocinaste?
—Sí... es mejor que comamos antes de que se enfríe, ¿cuántos panqueques quieres?El desayuno fue muy agradable y cálido. Me hizo olvidar por unos momentos todos los sucesos terribles. ¿De esto va la vida? Hacerte el fuerte, continuar con tu vida a pesar de lo que te golpee, a pesar de tus pérdidas.
Ahora estoy en mi cama, mirando el techo mientras abrazo a Joy. Joseph salió para ir a su escuela a pesar de la lluvia de piedras de anoche. Quizá yo deba hacer lo mismo, pero, siendo honesta, no tengo muchas ganas de salir o hacer nada en realidad, porque si algo le pasó a Morgan, en verdad no voy a soportar.
Antes de quedarme dormida, alcanzo mi teléfono para llamar a Morgan; no obtengo respuesta. Durante el desayuno, pregunté a Joseph si había notado algo extraño, pero él me dijo que la dejó en su casa y que todo parecía normal. Amber no dijo mucho; simplemente la dejó tomar un taxi. Algo irresponsable si me preguntas, pero él también debía volver al hospital conmigo.
Si yo fuera Morgan, ¿con qué chico de la escuela me escaparía la misma noche que mi mejor amiga fue hospitalizada? No tengo la menor idea.
—¿Tú lo sabes? —Pregunto a Joy, pero su respuesta son puros ronroneos.
Casi me duermo hasta que el sonido de alguien llamando a la puerta me interrumpe. Y a juzgar por la manera casi codificada en la que lo hizo, sé quién es. Me levanto cuidando no lastimar al gato y camino hasta la entrada y abro solo para ver a Morgan sonriendo de forma nerviosa.
—No me lo vas a creer... —Morgan entra rápidamente, cierro la puerta, tan pronto está dentro. Huele a alcohol. —Samantha, me escapé con un tipo que no sé cómo demonios no es famoso, jamás miré a nadie más guapo en toda mi vida.
—¡Eres una tonta! —La abrazo. —Pensé que te había ocurrido algo, ¿no se supone que nos íbamos a mandar mensajes para saber dónde estamos?
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El Hechizo Circular
FantasySamantha despierta en una cabaña acompañada de una bruja y su ayudante. Al notar muchos sucesos inexplicables, se supone que se trata de un sueño. Dicho sueño, al volverse una pesadilla, la despierta en su habitación algo alterada, recibiendo la not...