Christopher. [VIII.]

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Iba a tener que tener mucho cuidado con Kim. La noche anterior las cosas podrían haber acabado muy mal, si mi padre llegaba a descubrir lo que había estado haciendo... Me preocupaba no saber cómo seguir manteniendo mi vida oculta ahora que ya no solo éramos dos personas viviendo en esa casa. Yo no dejaba que mis dos mundos se mezclaran, era muy cuidadoso con eso, más me valía.
Como siempre en esas fechas se hacían las carreras ilegales y ese día debía estar ahí. Era una locura: música rock, drogas, autos caros y carreras hasta que salía el sol o venía la policía, aun que casi nunca se entrometían, ya que las hacíamos en tierra de nadie.
La bebida estaba en manos de todos y la adrenalina era el ingrediente perfecto para vivir la mejor noche de toda tu vida... Siempre que no fueras el contrincante, claro.
La banda de siempre competía contra nosotros; el que ganaba se quedaba con el auto del perdedor, aparte del dineral que se jugaba en las apuestas. Eran peligrosas, yo lo sabía de primera mano y por ese mismo motivo todos confiaban en mí cuando se encontraba cerca. Jeon y yo teníamos un trato amistoso que podía romperse tan fácilmente como quien rompe un papel y aquella noche tenía que estar tan alerta como me fuera posible, además de ganar las carreras como fuera.
Necesitaba asegurarme de que Seungmin no iba a irse de la lengua, y por eso me paré ante su puerta antes de que fuese la hora de salir hacia el lugar en donde se celebraría la fiesta.
Después de llamar tres veces y de esperar casi un minuto apareció frente a mí.
-¿Qué quieres? -me preguntó de malas formas.
Lo rodeé y entré en su habitación. Antes de que mi padre se casara con su madre aquella habitación me había pertenecido.
-Esto era mi gimnasio, ¿sabías? -le dije dándole la espalda y acercándome a su cama.
-Qué pena... el niño rico se queda sin sus máquinas -comentó burlándose; entonces me volví para encararlo.
Lo observé detenidamente, en un principio para fastidiarlo a medida que recorría sus curvas con mis ojos pero después no pude más que admirar su cuerpo. Mis amigos tenían razón, estaba para comérselo, y no sabía si eso era bueno o malo, teniendo en cuenta mi situación.
Llevaba el pelo liso como siempre, agregándole que tenía dos evillas sujetando su lindo fleco, además del short extremadamente corto y que no dejaba mucho a la imaginación, fue que noté que estaba sutilmente maquillado. Aunque no me solían gustar los omegas maquillados, tuve que reconocer que sus pestañas parecían tan largas que me dieron ganas de acariciarlas con uno de mis dedos, y su boca... Ese color rosa sería la perdición de cualquier hombre cuerdo.
Intenté controlar aquel deseo inesperado que me recorrió entero y le solté el primer comentario hiriente que fui capaz de imaginar.
-Estás pintado como una puerta -le dije y supe que lo había molestado. Sus ojos echaron chispas y se sonrojó.

-Bueno, pues así vas a tener un motivo más para no tener que hablarme-me dijo dándome la espalda y cogiendo un collar de su mesilla de noche. Pude ver su espalda fina y la seda de la camiseta pegada bajando por su espalda hacia su cintura. Me acerqué a el sin siquiera pensarlo. Mis dedos ansiaban comprobar si su piel era tan suave como parecia...
-¿Qué estás haciendo? -me preguntó al notarme tras su espalda y volverse al mismo tiempo.
Ahora que lo veía más de cerca pude comprobar que su maquillaje resaltaban sus oscuros ojos de una manera majestuosa.
Le quité el collar de las manos y lo levanté para que creyera que mi intención solo había sido ayudarlo a ponérselo.
Me miró con desconfianza.
-Vamos, hermanito, ¿tan malo crees que soy? -le pregunté al mismo tiempo que yo me preguntaba qué demonios estaba haciendo.
-Eres peor -me contestó arrebatándome el collar. Sus dedos rozaron mi piel y sentí cómo se me ponía la piel de gallina.
«Joder!»
Me aparté, frustrado por lo que me estaba causando tenerlo tan cerca.. El deseo me embargaba y era de lo más incómodo sabiendo que no podía tocarlo ni mirarlo.
-Venía a asegurarme de que no dirás nada esta noche -dije observando cómo se colocaba el collar el solo y admirando su destreza.
-¿Irme de la lengua con qué? -me contestó haciéndose la tonto.
Di un paso en su dirección y la fragancia de su aroma a naranja impactó en mis sentidos.
Sabes que esta noche tengo cosas que hacer y no quiero que sueltes ningún comentario ingenioso cuando le diga a mi padre que debo marcharme.
-Marcharte porque tienes que trabajar para la uni, ¿o me equivoco? -Sonreí satisfecho.
-Lo has pillado. Genial. Adiós, hermanito.-
-No tan rápido, Christopher-dijo tras mi espalda. Me detuve a unos pasos de la puerta y apreté la mandíbula con fuerza cuando noté un cosquilleo en el la entrepierna al oírlo decir mi nombre en voz alta-. ¿Qué saco yo de todo esto?-
Cuando me volví para encararlo, una sonrisa de suficiencia surcaba su bonita boca en forma de corazón.
-Sacas que no decida invertir mi tiempo en hacerte la vida imposible.- Seungmin enarcó una ceja perfecta.
-No veo cómo harías eso.- Di un paso en su dirección.

ChanMin |Culpa mía|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora