11. You're on Your Own, Kid (3)

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*8 años atrás*

La mañana pasó lentamente hasta que, finalmente, Violeta decidió enviarle un mensaje a Chiara pidiéndole que fuera a su casa, pero la morena optó por ignorarlo, pues no se sentía preparada para hablar sobre lo sucedido. Aún estaba lidiando con el enfado por el giro inesperado de los acontecimientos de la noche anterior, y con los pensamientos revueltos en su mente, la idea de ir a casa de la pelirroja le parecía inutil.

Sin embargo, al recibir otro mensaje, prácticamente rogándole que fuera, finalmente cedió. A pesar de todo, había algo, una atadura invisible, que le impedía decirle que no, y eso, en cierto modo, la hacía sentirse patética.

Se quedó un rato parada frente a la puerta de su amiga, mirando con cierto temor la imponente fachada de hormigón que se alzaba frente a ella. Durante todo el trayecto, se había repetido una y otra vez qué decir, intentando anticipar cómo sería la conversación, pero aquello solo ayudó a aumentar su ansiedad. Aunque habían tenido sus diferencias antes, este conflicto se sentía diferente, pero no lograba entender exactamente el por qué.

Finalmente, armada de valor, presionó el timbre. Un par de segundos después, Violeta apareció. Llevaba un top blanco sin mangas sencillo, unos vaqueros y el pelo recogido en un moño deshecho, que dejaba ver su rostro. Si Chiara tuviera que adivinar solo con mirarla, diría que su amiga aún sufría las secuelas de la noche anterior.

Al principio, ninguna de las dos dijo nada, solo se miraron en silencio, hasta que una pequeña sonrisa se asomó en una de las comisuras de los labios de la pelirroja.

—Hola.

Chiara metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y desvió la mirada.

—Hola.

—¿Quieres pasar?

La morena negó con la cabeza.

—Aquí afuera estoy bien.

—Está bien. Espera un segundo.

Cuando la pelirroja desapareció, Chiara dejó escapar un largo suspiro y se pasó los dedos por el pelo, echándoselo hacia atrás. Se alejó de la puerta y se sentó en los escalones del porche, sintiendo ese dolor familiar en el pecho, que ya conocía demasiado bien.

Un par de minutos después, Violeta volvió, ahora con zapatos y una mochila amarilla sobre el hombro. Chiara no la reconoció al principio, hasta que recordó que la había dejado allí la tarde anterior, pensando que volvería a por ella.

—Toma —le entregó la mochila mientras se sentaba a su lado.

—Gracias.

Un silencio pesado llenó el aire, y durante unos segundos, las respiraciones de ambas parecieron demasiado difíciles de controlar.

—Siento no haberte llamado antes —rompió el silencio la pelirroja—. Es que... tenía demasiadas cosas dando vueltas en mi cabeza, y estaba un poco avergonzada por todo lo que pasó.

Chiara se encogió de hombros, restándole importancia y respondió con algo de desdén.

—No te preocupes.

Con el rabillo del ojo, vio como su amiga se giraba ligeramente hacia ella, pero optó por no mirarla, fijando la vista en uno de los arces japoneses que adornaban el camino de entrada.

—Mira, sé que estás enfadada.

Chiara soltó una risa sin humor.

—Bueno, me dejaste plantada para irte con tu ex, que, por cierto, hizo todo lo posible por intentar dejarme en ridículo. Creo que tengo motivos suficientes para estar enfadada.

Último Round // KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora