CAPITULO 3

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Yoongi se encontraba sentado en el sillón de piel con sus pies cruzados arriba del escritorio de madera fina, fumando tranquilamente un cigarrillo, vigilaba desde ahí a los diez hombres amarrados de sus manos que colgaban de unas vigas del techo. El lugar estaba a obscuras solo había luz en el espacio donde estaban esos hombres.

Todos ellos habían sido golpeados brutalmente por el mismo Agust y uno de sus hombres de confianza; Kim Youngdae.

Youngdae de echo, había agarrado a uno de esos hombres como saco de boxeo, estaba sin camisa, las gotas de sudor escurría por su rostro cayendo lentamente hasta su torso, el sonido de cada golpe que daba era apagado por los quejidos del hombre maltrecho, casi moribundo.

Agust sonreía ante tal acto, miró su reloj apagando lo que quedaba del cigarrillo en el cenicero de cristal.

-¡Hey Dae, ya déjalo, lo vas a matar y luego Jimin te matará a ti, él los quiere vivos.

Youngdae, dió un último golpe en el estómago del hombre. Después con el torso de su mano limpió el sudor que caía por su nariz. Su respiración era agitada.

-¡Disfrutas mucho esto, eh! Eres un sádico, Dae.

El hombre de veintidos años, asintió y dibujó media sonrisa.

El sonido de una motocicleta se alcanzó a escuchar desde el sótano. Agust miró a Dae haciendole una señal para que abriera el portón que daba a la parte trasera de la mansión.

-Es el jefe, abre.

El chico asintió. Obedeció a Agust colocando su playera sobre el cuello como si fuera una toalla, para limpiar el sudor.

Abrió el portón y Jimin entró echo una furia. -¿¡EN DONDE ESTAN ESOS INEPTOS MALDITOS!? -Pero algo llamó su atención.

Se detuvo abruptamente.

-Huuuyy...¿Y tú quien eres? -preguntó coqueto llevando las yemas de sus dedos hacia el abdomen marcado del joven.

Youngdae se estremeció al sentir ese tacto, miró al mayor poniéndose de pie de ese sillón, y dio un paso hacia atrás.

Jimin sonrió y volvió a acercarse para acariciar de nuevo los cuadros marcados en esa piel canela.

-¿Quien eres, eh?

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