4. Solo un sueño

26 1 0
                                    

Abrí mis ojos lentamente a causa de la molesta luminiscencia que se filtraba por las cortinas, permanecí un momento aletargada, como hipnotizada por la calidez de las sábanas que me envolvían y la calma que reinaba en el ambiente, no obstante, al ganar más conciencia de mi entorno me levanté violentamente de la cama, ¿Qué horas eran? ¿El despertador no había sonado? Súbitamente sentí un mareo extraño y apenas tuve tiempo de incorporarme para salir corriendo al baño y vomitar.

      Entre las incontrolables arcadas y mi respiración agitada intentando tomar aire, aparecieron en mi mente una serie de recuerdos que, aunque eran lejanos y borrosos, regresaron a mí con considerable intensidad; bares de mala muerte, la sensación de ser observada, un intento de asalto, una súbita visita por parte de Marshall y finalmente un accidente de auto. ¿Había sido todo aquello solo una pesadilla?

      Muy confundida y agitada como para ponerme a reflexionar al respecto, esperé unos momentos quieta a ver si lograba recomponerme, por suerte, luego de aproximadamente unos cinco minutos me sentí con la suficiente fuerza para ponerme de pie y me vi al espejo, tenía la ropa de dormir puesta y a pesar de una anormal palidez y unas grandes ojeras, no veía nada que sugiriese mayor preocupación.

      Con algo de dificultad y desespero, caminé hasta el pasillo y miré un pequeño reloj de pared que tenía, sentí como mi corazón dio un vuelco y me aproximé afanadamente al teléfono para marcar al señor Thatcher; era casi mediodía y se supone que debía de haber llegado al trabajo hace horas.

-       ¿Diga?

-       ¡Director Thatcher! – repuse algo alarmada – habla con Elsie.

-       Señorita Wingate – su tono de voz, amable y calmado me sorprendió – ¿Cómo esta? Lamento decirle que ahora estoy algo ocupado por lo que le ruego sea breve, por cierto, ayer recibí el documento y quedé encantado con el resultado, no tengo mayor corrección.

-       ¿Cómo? – articulé confundida por lo que me decía, no obstante, a causa de los nervios y la confusión me apresuré a agregar – director lo siento mucho, hoy me encuentro muy enferma y...

-       No se preocupe señorita Wingate, entiendo – repuso y noté como si alejase el teléfono para intercambiar unas palabras con alguien que le hablaba, luego de unos segundos retomó la llamada –, disculpe, en tal caso me encargaré de que alguien le haga llegar sus pertenencias hasta su domicilio, no hay ningún problema, espero se mejore pronto y podamos conversar adecuadamente en cuanto este recuperada.

      Sin esperar más contestación, el director simplemente colgó.

      Estupefacta, el teléfono se deslizó de mis manos, pegando un golpe contra la mesa y quedando colgando del cable al aparato. Entre un acceso de terror y perplejidad, sentí nuevamente la sensación de querer vomitar y corrí de nuevo al baño.

      A pesar de presentar nuevamente intensas arcadas, ya había vaciado mi estómago, por lo que, con suma incomodidad, intenté reprimir la sensación hasta que misericordiosamente se detuvo, dejándome apenas una especie de aletargamiento que me entorpecía y me hacía sentir confusa.

      ¿De que hablaba el director Thatcher? ¿Documento? ¿Correcciones? ¿Pertenencias? ¿Por qué si quiera estaba tan calmado si el periódico había tenido que apañárselas toda la mañana sin la editora en jefe quien además de ausentarse no avisó que se iba a ausentar? ¿Por qué mi despertador no había sonado en primer lugar?

      Noté como mi respiración, agitada ya de por si por mis intentos de vomitar, se volvía aún más frenética por el pánico.

-       Cálmate Elsie – repuse en tono balbuceante –, cálmate, esto debe de tener une explicación.

Adeptos, Condenados e InsignificantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora