Capítulo 3: Sombras del pasado

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"Tal vez este no sea el momento adecuado"...

La calidez del sol de verano sobre Monterosso envolvía el ambiente con una sensación de nostalgia, mientras Alessandra cruzaba las puertas de su hogar. Habían pasado siete largos años desde que dejó el pequeño pueblo para construir una vida en Roma. Regresar después de tanto tiempo era como caminar entre las sombras de un pasado que todavía se negaba a desaparecer.

Ruby y Leonardo, sus padres, la recibieron con la mezcla de cariño y reserva que ahora los caracterizaba. Ruby, con su elegante porte y maneras contenidas, la observó con una leve sonrisa, mientras Leonardo la envolvía en un abrazo breve pero cálido.

Alessandra se había instalado en su antigua habitación, notando como todo parecía haberse detenido en el tiempo, como si los objetos que la rodeaban guardara cada fragmento de sus memorias de juventud. Sin embargo, ella ya no era la misma, y cada rincón de esa habitación le recordaba cuánto había cambiado. Su reflejo en el espejo le devolvía una imagen que no encajaba del todo con la que habitaba en esos recuerdos: más delgada, con el cabello ondulado y casi rizado, y un tono de piel ligeramente moreno, como resultado de años de vida en Roma.

Después de desempacar, pasó la mañana poniéndose al día con su madre, quien últimamente era su confidente y apoyo incondicional. Aunque la charla fue amena, Alessandra no pudo evitar sentir una inquietud persistente. Los fantasmas de aquel verano que marcó su vida seguían merodeando en su mente, avivados por un reencuentro inesperado.

Leonardo se le acercó después de un rato, cuando Alessandra se encontraba en el porche trasero de la casa que tenía vista al mar, disfrutando de un raro momento de quietud. La brisa del mar acariciaba su rostro, y por un breve instante, todo parecía estar en su lugar.

—Alessandra, ¿cómo te sientes estando de vuelta? —preguntó Leonardo, con una voz que intentaba ser cálida, aunque el tono distante seguía presente.

Alessandra se tomó un segundo para responder. Sabía que esa era la manera de su padre de demostrar interés y cariño, aunque no lo expresara de manera obvio. A lo largo de los años, había aprendido a aceptar que así era Leonardo: más cómodo con gestos sutiles que con palabras.

—Es... es extraño, papá. Todo parece igual, pero al mismo tiempo, tan diferente —Alessandra se giró hacia Leonardo, buscando en su padre alguna señal de que entendiera lo que estaba sintiendo.

Leonardo asintió, sus ojos escudriñando el horizonte.

—A veces, las cosas cambian más de lo que imaginamos, incluso cuando creemos que todo sigue igual —hizo una pausa, como si considerara sus próximas palabras con cuidado —Victoria estuvo aquí anoche. Parece que la vida ha sido buena con ella.

Alessandra sintió que el nombre de Victoria encendía una chispa de emociones contradictorias en su interior. Sabía que su padre ya conocía a Victoria desde antes, y aunque Leonardo nunca había sido un padre entusiasta o expresivo, al fin y al cabo, nunca habia puesto problema con la relación que Alessandra y Victoria tuvieron en su juventud.

—Si, lo es. —respondió Alessandra, su voz apenas un susurro, recordando cómo Victoria había cambiado en estos años, al igual que ella.

Ruby, quien estaba leyendo en silencio, se acercó a ellos. Aunque su rostro mostraba una expresión neutra, Alessandra percibió una mezcla de orgullo y preocupación en sus ojos.

Ecos de Un Verano || Young Miko (Un amor de verano II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora