Capítulo 4: Reencuentros silenciosos

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"No estoy segura de si me ayuda a avanzar, o a quedarme atrapada en el pasado".

El cielo de Monterosso lucía despejado, y el sol dorado de media tarde envolvía el paisaje costero con una calidez que hacía sentir la llegada plena del verano. Alessandra caminaba con paso firme por las estrechas calles adoquinadas del pequeño pueblo. Cada rincón le traía recuerdos, unos felices, otros dolorosos.

Se había apartado de todo durante años, evitando regresar y, en especial, evitando reencontrarse con su pasado. Sin embargo, aquí estaba, recorriendo un sendero que la llevaba directo a uno de los últimos lazos de su juventud: Isabella.

Habían pasado siete largos años desde que Alessandra cortó lazos con todos, incluida su amiga la adolescencia. Isabella, una argentina que se había mudado a Italia siendo aún una niña, había sido una de las personas más cercanas a Alessandra en aquellos días. Compartieron secretos, sueños y confidencias que solo dos almas jóvenes podrían entender. Si embargo, la ruptura con Victoria no solo había destrozado su corazón, sino también sus amistades. Se había refugiado en la distancia, cerrándose al mundo para evitar recordar, para evitar sentir.

Ahora, sin embargo, las cosas eran diferentes. Tras haber regresado a Monterosso y enfrentado a sus padres, Alessandra sentía que era momento de sanar sus otras relaciones. No sabía cómo sería reencontrarse con Isabella, si la había olvidado o si todo estaría irremediablemente roto. El hecho de pensar en esa posibilidad hacía que su corazón se encogiera de incertidumbre.

Finalmente, se detuvo frente a una casa pequeña pero acogedora, cuyo jardín frontal estaba lleno de flores. Sabía que Isabella aún vivía allí, en la misma casa donde había crecido. Respiro hondo, buscando el valor para tocar la puerta, y justo cuando su mano se alzó, la puerta se abrió.

—¿Alessandra? —preguntó Isabella, con el rostro marcado por la sorpresa y un tono de incredulidad en su voz.

Alessandra sintió tímidamente, notando como la mirada de su vieja amiga viajaba de arriba a abajo, notando los cambios físicos. El cabello de Alessandra, ante más liso y con un brillo juvenil, ahora caía en ondas marcadas. Sin embargo, lo que no había cambiado era la intensidad de sus ojos, aquellos que tantas veces habían compartido secretos y risas con Isabella.

—Hola, Isa. —La voz de Alessandra era suave, casi vacilante, pero llena de significado.

Isabella no respondió con palabras. En lugar de ello, la abrazo con fuerza, como si temiera de que este reencuentro fuera un sueño, algo efímero que podría desaparecer en cualquier momento. Alessandra se dejó envolver por el abrazo, y por primera vez en mucho tiempo, sintió algo cálido y familiar que la reconfortaba.

Tras algunos segundos, Isabella la soltó, pero mantuvo sus manos en los hombros de Alessandra, mirándola directamente a los ojos.

—Boluda nunca pensé que volvería a verte. ¿Qué ha pasado contigo. —preguntó Isabella y en su voz se podía notar la curiosidad y afecto.

Entraron a la casa, mientras se acomodaban en la sala, las palabras empezaron a fluir. Alessandra le contó sobre su vida en Roma, su trabajo en la empresa de sus padres, y el esfuerzo que había hecho para reconstruir su vida tras la ruptura con Victoria. A medida que hablaba, sintió que algo pesado se iba desvaneciendo de su pecho, una especie de liberación.

Isabella compartió sus experiencias. Había continuado sus estudios de arte y ahora trabaja como diseñadora gráfica en una editorial. Habían pasado tantas cosas desde la última vez que se vieron, pero a pesar de todo, su amistad parecía intacta, como si el tiempo no hubiera erosionado el lazo que las unía.

Ecos de Un Verano || Young Miko (Un amor de verano II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora