Lan Qiren había escuchado cada una de las palabras de su sobrino y de su sobrino nieto. Su intención inicial al ir hasta ese lugar había sido detenerlo y evitar que viera o hablara con el aún líder de la secta. Sin embargo, la conversación que se vio "forzado" a oír lo hizo reflexionar profundamente.

Esa casa le traía recuerdos amargos. No era la misma residencia en la que su hermano mayor se había mantenido recluido desde que se casó, pues aquella fue destruida durante la quema de Gusu Lan cuando comenzó el conflicto con la secta Wen. No obstante, él había mandado construir una réplica de esa casa, al igual que Wangji había ordenado la reconstrucción de la casa de las Gencianas, aunque esta última nunca era ocupada por nadie. Debía admitir que, cuando el matrimonio entre su sobrino menor y el hijo de Cangse Sanren se hizo inevitable, había sugerido enviarlo a esa casa. Su sorpresa fue enorme cuando incluso Xichen mostró su total desacuerdo.

—Los Lan somos maestros en el arte de sanar la mente... es inconcebible que ustedes, honorables ancianos, no sepan cuánto daño causa el aislamiento en la psique de una persona.

Esas palabras, en su momento, le parecieron una rebelión, una afrenta a todo lo que había enseñado a sus sobrinos. Pero ahora, al reflexionar más detenidamente... ¿Qué habría pasado si hubiese insistido en esa decisión? ¿Habría Wei Wuxian corrido el mismo destino que Lan Xiao? ¿Acaso la posición de Madame Lan estaba maldita, como alguna vez mencionó su propio padre cuando él aún era un niño a los entonces ancianos del consejo? Si lo pensaba con detenimiento, las mujeres que ocuparon el lugar de Madame Lan tuvieron destinos trágicos, y ninguna llegó a alcanzar una edad avanzada. Ni siquiera la primera de todas, la mujer por la cual su familia fue fundada.

Se consideraba un hombre sensato, justo, moderado, y formado conforme a los ideales del Clan Lan, pero... ahora comprendía que haber impuesto ciertos pensamientos a sus sobrinos los había encaminado precisamente hacia el destino del cual había querido apartarlos. Sobre todo, ahora que sabía quién era la madre de Jingyi. Sí, él había sido parte del consejo que decretó que Jingyi no podía ser inscrito en el libro familiar de los Lan por ser un hijo fuera del matrimonio. Sí, él mismo había impuesto que el niño no debía saber jamás que el líder de la secta era su padre, ya que se esperaba que Xichen contrajera nupcias adecuadas y que el hijo legítimo heredara la secta. El conocimiento de Jingyi sobre su origen podría causar problemas en la sucesión, al ser el primogénito. Pero jamás imaginó que la historia detrás del nacimiento de Jingyi fuera tan compleja como lo que había oído.

Con esos pensamientos oscuros en mente, llamó a uno de los sirvientes, pues no supo en qué momento había llegado a su propia residencia. Dio la orden de llamar a su sobrino menor. Necesitaba hablar con ambos y recibir respuestas. Ya no era posible corregir los errores cometidos con sus sobrinos, pero sí con los más jóvenes. Si aún pretendía ser considerado un maestro, sentía la obligación de hacer algo, aunque no sabía exactamente qué.

Afortunadamente, la espera no fue larga. Wangji apareció ante él con su habitual semblante impasible, y le hizo una reverencia correcta y formal, a la cual Qiren respondió solicitando su asistencia para una visita no programada. Necesitaba regresar al QingShi y confrontar la verdad. Aunque la mesura indicaba que lo mejor sería serenarse antes de volver y escuchar lo que en su momento no quiso oír, hacer eso sería injusto para dos muchachos que no habían hecho más que ser discípulos ejemplares de la secta. Tenía que hablar con los hijos de su Xun-Xiongzhang y, de ser posible, ayudar a resolver el desastre que se cernía sobre ellos.

—Shūfu... —Xichen susurró, tratando de disimular su sorpresa al verlo fuera de la residencia que ocupaba en su reclusión autoimpuesta. Estaba seguro de que su otro sobrino también mostraba cierto grado de asombro.

Los motivos de la visita no fueron cuestionados en la entrada de la residencia, pues algo de lo que podía jactarse era del excelente comportamiento de sus sobrinos.

Yǐncáng de Zhēnxiàng / Verdades OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora