NEROLAND

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Chopper no podía contener su entusiasmo, saltando de un lado a otro con sus ojos brillando como si estuviera en un sueño. "¡Es increíble!" exclamó, completamente maravillado por la ciudad. Robin, caminando con su habitual calma y elegancia, observaba la escena con una ligera sonrisa que se ensanchaba al ver la alegría de su pequeño compañero.

"Es todo tan... perfecto," comentó Robin, mientras su mirada evaluaba con cuidado cada detalle. Los Nerox, con su amabilidad contagiosa y movimientos sincronizados, parecían demasiado uniformes para ser reales, lo que despertaba su curiosidad.

De repente, un grupo de Nerox se abalanzó sobre Chopper, mirándolo con fascinación. "¡Qué adorable eres!" dijo uno, agachándose para examinarlo más de cerca. "¡Es como si fueras un peluche viviente!" exclamó otro, rodeando a Chopper con admiración, como si fuera la mayor maravilla que hubieran visto jamás.

Chopper, aunque nervioso, se rascó la cabeza con una mezcla de timidez y orgullo. "No soy tan adorable..." murmuró, aunque su risa nerviosa y el rubor en sus mejillas traicionaban sus palabras.

"¡Eres tan adorable que te invitaremos personalmente a nuestra casa!" corearon varios Nerox al unísono, con una emoción que casi parecía contagiosa.

"¿Vuestra casa?" preguntó Robin, con una pizca de intriga en su tono. Sabía que algo en esta ciudad no encajaba, pero mantener la calma y seguirles la corriente podría revelar más información.

"¡Sí, nuestra casa está en la cima de la colina! ¡Y hoy hay una gran fiesta, como es costumbre!" explicó uno de los Nerox mientras hacía una señal a otro que conducía un elegante carruaje adornado con cintas y luces brillantes. "¡Serán nuestros invitados de honor!" añadió un Nerox guía turístico.

"En ese caso, muchas gracias," respondió Robin con una sonrisa cortés mientras seguía a Chopper hacia el carruaje. Su mente analizaba cada detalle, consciente de que esta invitación podría ser una oportunidad para descubrir más sobre la isla.

"Cualquier pregunta, no duden en hacerla," dijo el Nerox guía, con una sonrisa tan amplia como el cielo, "¡especialmente el pequeñito tan adorable!" añadió, mirando con dulzura a Chopper.

"¡No digas esas cosas, no me halagan, idiota!" respondió Chopper, haciendo su característico bailecito de vergüenza mientras su rostro se ruborizaba aún más.

El Nerox guía no pudo contener un grito de ternura, llevándose las manos al corazón como si estuviera a punto de derretirse de emoción. "¡Es demasiado lindo!" exclamó con tal entusiasmo que parecía que iba a desmayarse de pura adoración. Para él, Chopper era como ver una montaña de gatitos bebés.

El carruaje avanzaba suavemente, sobre el adoquinado rosado que serpenteaba entre las colinas. Los Nerox, alineados a ambos lados del camino, despedían al carruaje con una coreografía de saludos y canciones, sus voces tan armoniosas que parecían formar parte del paisaje.

Robin, siempre analítica, observaba todo con atención. En una colina cercana, un gigantesco letrero de neón, que decía "Neroland" en cursiva, brillaba con tonos rosados y plateados, resplandeciendo como un faro que dominaba el horizonte. A lo lejos, la ciudad comenzaba a reducirse en tamaño, aunque su peculiaridad aún era visible en la distancia.

Finalmente, tras atravesar un extenso jardín, llegaron a una impresionante mansión blanca con detalles en rosa.  dorado y cristal, se abrió con un suave crujido mientras una luz cálida salía del interior, dándoles la bienvenida.

"¡Aquí estamos!" exclamó el Nerox guía, bajando rápidamente del carruaje y abriendo la puerta con una reverencia exagerada.

"Es aún más increíble de lo que imaginaba", dijo Chopper, fascinado.

Polluelos / ASL ONE PIECE FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora