ROSAS DEL AYER (1/2 V.F)

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[ Grand Line — Paraíso: Isla Yu: Hace 129 años].

Las estrechas calles de la ciudad se encontraban repletas de personas tratando de llegar a sus hogares por la víspera de navidad. Pocos tenían tiempo de voltear a ver a la pequeña niña de seis años que cantaba en medio del frío invierno.

"Ooh-ooh, ooh-ooh. En algún lugar más allá del arcoiris" La niña cantaba sin un zapato. Su zapato se encontraba siendo usado para las propinas que la gente daba.

A unos metros de ella se encontraba un anciano tocando la guitarra, este tenía su estuche abierto para recibir el dinero.

"¿Alguna suerte niña?" El anciano le preguntó a la niña.

"Mi zapato solo tiene cuatro berries..." Respondió ella algo decepcionada.

El hombre asintió agregando veinte berries de su guitarra al zapato de la niña.

"Ni siquiera cantó tan bien" la niña le miró sorprendida.

"Mejor ponte el zapato, se va a congelar tu pie” El señor le advirtió.

"No puedo aceptar su dinero. Son todas sus ganancias” La niña dijo negándose a recibir el dinero.

"Sabes bien que con eso será suficiente para que te vayas. ¿O acaso piensas quedarte más tiempo?, podrías morir.” Dijo el señor con una mirada desaprobadora.

“¿Pero que hay de usted?” Le preguntó la niña.

“Ya estoy viejo, que importa si muero.” Dijo el con una amarga sonrisa.

“A mí me importa, necesito mi acompañamiento.” Dijo la niña regresando el dinero.

"Y los sueños que soñaste una vez en una canción de cuna." La niña tomo aire, y volvió a cantar. "En algún lugar más allá del arcoiris pájaros azules vuelan".

Con el pasar de los minutos, más gente empezaba a prestarle atención.

“Vas a necesitar algo más para guardar todo eso,” dijo el señor, ofreciendo su estuche de guitarra al ver que el zapato estaba lleno de berries. La niña levantó la mirada, sorprendida, y luego sonrió con gratitud.

“¿Te importa si me uno?” preguntó el señor con una sonrisa cálida, mientras tocaba un par de acordes.

“No,” contestó la niña con timidez pero agradecida.

Gracias al acompañamiento de la guitarra, la gente se interesó aún más, formando un círculo alrededor de ellos y aplaudiendo al ritmo de la música. Cuando llegó el momento de partir, el señor ayudó a la niña a llevar sus ganancias, que ahora llenaban el estuche de la guitarra, al albergue donde ella vivía.

“¡Ya volví!” exclamó la niña entrando al albergue Sunny.

“¡Oh, Aika!” Una señora con varias cosas en las manos y una gran sonrisa fue a recibirla, dejando lo que hacía para abrazarla.

“Déjame ayudarte,” dijo la señora, tomando con cuidado el estuche lleno de berries y ayudando a Aika a contar el dinero.

Una vez Aika guardó el dinero en sus pertenencias, fue al área principal a buscar a su hermano. El lugar estaba decorado con luces cálidas y dibujos hechos por los niños del albergue.

“¡Oi! ¡Marco!” llamó la niña, su voz llena de alegría.

“¿Yoi?” respondió el pequeño bebé, gateando con entusiasmo hacia los brazos de su hermana, que lo recibió con gusto, levantándolo y girando con él en brazos.

“¿Has sido un buen hermanito para mí? ¡Por supuesto que sí!” dijo Aika con una sonrisa, besando la frente de Marco, quien soltó una carcajada contagiosa.

Polluelos / ASL ONE PIECE FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora