PIRATAS DE LA VIEJA ERA

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Squard había apuñalado a su padre. Ace entendía por qué, y se odiaba por ello. Una vez más, su maldita sangre había herido a alguien que amaba profundamente…

“¿Cómo voy a amar algo si no existe?”

Las palabras de su madre resonaron en su mente como un eco. Recordó el día después de su conversación con ella, cuando, con el corazón pesado, le preguntó si había sido bueno que él naciera.

La buscó por todas partes, desesperado, hasta que llegó al lugar donde ella solía escribir sus historias y canciones. Allí la encontró, dormida sobre el escritorio, agotada por haber pasado la noche entera escribiendo. La curiosidad le venció. Con manos temblorosas, tomó el papel en el que ella había plasmado sus palabras. Era una canción, un regalo de cumpleaños para él.

“Niño perdido, ¿Sabes cuánto vales?”

Sin decírselo a nadie, salió al exterior, donde el horizonte se extendía infinito, abrazando un amanecer que apenas comenzaba a despuntar, tan lento como las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

“Has recorrido este camino desde que naciste, estás destinado a la grandeza.”

Su madre sonreía en sueños. Él sonreía también, aunque las lágrimas nublaban su visión, luchando para que no cayeran sobre el papel y borraran las palabras que ella había escrito con tanto amor.

“Hay quienes te dirán lo contrario, Intentarán silenciar tu canción,
Pero aquí es donde perteneces,
Así que no busques más.”

Por primera vez en mucho tiempo, aceptó celebrar su cumpleaños, aunque fuera de manera sencilla. Le resultaba extraño celebrar su nacimiento, pero las sonrisas de su familia calentaron su corazón, disipando un poco la oscuridad que siempre llevaba dentro.

“Eres el amanecer de un nuevo día que despierta,
Una obra maestra aún en proceso,
El azul en un océano de gris.
Estás justo donde necesitas estar,
Preparado para inspirar y tener éxito.
Un día mirarás atrás y te darás cuenta.

En tus ojos hay duda,
Mientras tratas de averiguar tu pregunta
Pero de eso no se trata la vida,
Así que ten fe, hay un camino.
Aunque el mundo intente definirte,
No puede quitarte la luz que llevas dentro,
Así que no te atrevas a esconderte,
Deja que tus miedos se desvanezcan.”

Pero de todo lo que vivió ese día, nada fue tan reconfortante como escuchar aquel regalo de cumpleaños por primera vez. Las palabras de su madre, llenas de amor y esperanza, lo envolvieron como un abrazo cálido, devolviéndole un pedazo de paz que había creído perdido para siempre.

“¡Maldición! ¡Estoy mal en un momento como este! ¡Cuando la gente que amo va cayendo y derramando su sangre! ¡Estoy tan feliz que no puedo dejar de llorar! ¡Incluso ahora… aprecio mi vida!” Ace lloraba mientras veía a Barbablanca unirse a la batalla, con todos sus hermanos declarando que lo van a salvar.

Continuó viendo a sus hermanos mientras su vista se empezaba a nublar, aquella cosa que le habían inyectado lo tenía débil, no quería cerrar sus ojos, no aún no….

“Por favor chicos…apurense…” fue lo último que pensó Ace antes de caer inconsciente.

La guerra continuó no sin antes darle la bienvenida a nuevos participantes.

El Jolly Roger de los piratas Black y el Golden Jack de los perdidos, llegaron a la orilla de la bahía donde empezaron a desembarcar algunos de sus tripulantes. Los marines intentaron destruir los barcos pero no les estaban dando oportunidad.

Polluelos / ASL ONE PIECE FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora