Gabriella
Subí lentamente las escaleras en busca de Marco. Escuché atentamente. El grifo de la ducha se cerró, y cuando estaba acercándome para llamar a la puerta del baño, salió con una toalla envuelta en la cintura y el pelo chorreando agua.
- Lo... lo siento – mi respiración se entrecortó – Solo venía a avisarte de que tu nonno ya se ha ido.
Me di la vuelta sin querer fijarme mucho en esos abdominales por los que corría el agua. ¡Quien fuera agua para recorrerlos! Dijo mi subconsciente. Mi mente estaba volando y fantaseando, así que no me percaté en el momento exacto en el que Marco me agarró de la muñeca y me atrajo hacia su cuerpo. Me estaba empapando el pijama, pero me daba absolutamente igual.
Creía que íbamos a retomar la situación de hacía una hora, antes de que su abuelo nos interrumpiese, pero en vez de eso me susurró de manera ronca:
- ¿Cómo me llamo? – me apretó contra él.
No me lo podía creer. Mientras yo estaba cachonda como una mula, esperando a que me besase lo más sucio posible, él me hacía preguntas estúpidas.
- ¿Qué quieres dec...? - no me dejó terminar.
- Que como me llamo, Gabriella – dijo de forma autoritaria.
No me lo podía creer. Su ego era más grande que su deseo. Estaba segura de que el hecho de que pronunciase su nombre le ponía a cien. Hasta ahora solo me había dirigido hacia el como "El Cuervo", pero en mi momento de debilidad, había cedido, había sucumbido a su trampa embaucadora, de la que sabía que no podría escapar.
- Marco – pronuncié con una leve sonrisa – Marco Verilli.
- Exactamente – me acercó tanto a él que pude notar su hombría debajo de la toalla – Recuerda a quien perteneces ahora.
Con eso dicho, se volvió para adentrarse de nuevo al baño. En ese instante fugaz pude distinguir un rastro de tinta en toda su espalda, pero no diferenciar el tatuaje que escondía. Cuanto le odiaba, pero a la vez, cuanto le deseaba.
✣
Me tumbe en la cama. Parecía una nube sacada del cielo, y con todas aquellas mantas, podía estar literalmente en él. Miré el techo lleno de ventanales. Las estrellas brillaban más que nunca, como si quisiesen mandarme un mensaje. Mis ojos comenzaron a cerrarse.
Siempre había tenido un sueño muy ligero, así que no me asusté cuando oí pasos acercarse a la cama. Su aroma inconfundible a estrellas y vainilla me envolvió. Se estaba metiendo en la cama, justo a mi lado.
En un primer momento se quedó quieto, como confuso, sin saber que hacer. Unos segundos después, noté como se movía lentamente bajo las mantas para no despertarme. Su pecho se pegó suavemente a mi espalda, y su mano envolvió delicadamente mi cintura. De su garganta salió un suspiro de cansancio y satisfacción.
Con esa sensación cálida envolviéndome el pecho me fui quedando más y más dormida, pensando que, entre sus brazos, ninguna pesadilla podía atacarme y colarse en mi mente.
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Junto al enemigo | Viickyyyyyyy ©
RomansaGabriella Lionetti ha estado toda su vida intentando satisfacer a su padre. Sin embargo, él la obliga a casarse con un poderoso capo de la Cosa Nostra: "El Cuervo". Ella sabe poco sobre él, solo que las familias han sido enemigas en secreto desde ha...