Epílogo

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La muchacha  tomó el libro que su abuela guardaba con tanto celo en el cajón del tocador, aún sin saber cómo rayos pudo hacer para  llevárselo a su habitación con intención de leerlo sin que nadie se diera cuenta.

Al abrirlo, una amarillenta hoja de papel cayó al suelo.

Parecía una nota que alguien había escrito muy a la carrera. Al recojerla, observó que estaba firmada por el  nombre de un hombre que no conocía.

“Mi hija nunca lo supo, pero por mucho tiempo la culpé por la ruptura que tuve con su madre. Ella había insistido en que la niña tenía algo mal desde que murió su gato y apenas se mostró afectada. Yo fui un idiota que no pudo darse cuenta del peligro que corríamos todos y con tal de librarme de lo que creí era una etapa pasajera, pedí el divorcio, pero le dejé por último regalo este diario, con la esperanza de que mi ex mujer pudiera estar al tanto de lo que sentía nuestra pequeña. Al final, no tuve el valor de adentrarme en sus páginas por temor a lo que pudiera encontrar. Solo 2 personas han tenido oportunidad de leerlo; una de ellas fue su propia autora y la segunda una mujer de confianza. Ambas legaron en mi persona de hacer que una tercera descubriera su contenido. La manera que conoces fue la mejor"

Dejó el papel a un lado y se metió en la cama con el diario entre las manos, pensando que lo que habría allí escrito no podía ser tan malo.














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