Capítulo I

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El sol se ocultaba tras las aguas cristalinas del tranquilo y sereno mar que rodeaba el reino, el atardecer se teñía de tonos dorados y rosáceos resaltando la belleza mágica de aquel lugar maravilloso que era mi hogar. Wisperdale es un reino alejado que está envuelto en misterios y leyendas, la brisa marina traía consigo susurros de antiguas historias. Las olas rompían contra las rocas y el sonido abrazaba los oídos de cualquiera que pasase caminando, pero me aferro a la idea de que intentaban destapar secretos a quienes se atrevían a escuchar.

En el corazón del reino se encontraba el imponente castillo, dónde habitaban nuestros reyes. Se alzaba majestuoso, sus torres de piedra gris se recortaban contra el cielo enrojecido. Las banderas ondeaban al viento, mostrando el emblema del dragón dorado, símbolo de la familia real que había gobernado Wisperdale durante generaciones. Sin embargo, aquella tarde, una inquietud palpable recorría los pasillos del castillo.

La noche se llenó de un silencio expectante. Las antorchas iluminaban los pasillos con un brillo cálido, pero en el interior de la habitación de la reina Elara , el aire estaba cargado de tensión y emoción. La luna llena se asomaba por la ventana, derramando su luz plateada sobre el lecho donde la reina luchaba contracciones y susurros de aliento.

-Leneray apresúrate, pronto nacerá el bebé -dijo con apuro y desespero la doncella

Una docena de ellas corrió hacia el salón donde estaba la reina Elara. Su rostro era pálido y sus ojos azules como el mar estaban cristalizados. Su dolor no la dejaba tan siquiera respirar con plena normalidad, lágrimas inevitables rodaban por sus rosadas mejillas

-Respire alteza, cada contracción la acercará más a escuchar el llanto de su bebé -trató de tranquilizarla una de las doncellas

La reina asintió, aferrándose a la mano de su esposo, el rey Aric. ÉI, Con el rostro pálido y los ojos llenos de preocupación, no podía apartar la mirada de su amada. La idea de convertirse en padre lo llenaba de un amor indescriptible, pero también de un profundo temor por el futuro del pequeño que estaba a punto de Ilegar.

-¿Qué haré si no es como todos esperan?-susurró Aric para sí mismo

Elara aprovechó los segundos en los que el dolor había cesado un poco para responderle entre jadeos a su esposo

-Cualquiera que sea su destino estará bien, será nuestro hijo sobre todas las cosas -dijo ella

La habitación se iluminó con una luz tenue mientras un nuevo grito de la reina resonó en las paredes. Aric sintió que su corazón latía con fuerza; cada sonido era una mezcla de dolor y esperanza.
Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, el llanto de un bebé rompió el silencio. La matrona sonrió ampliamente mientras levantaba al pequeño príncipe, envuelto en suaves telas blancas.

-¡Es un niño!-anunció con alegría.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Elara al ver a su hijo por primera vez. Su piel era suave como la seda y su cabello, un halo oscuro como el azabache, tal como el de su madre. Aric se inclinó hacia su esposa y al pequeño, sintiendo que el amor lo invadía.

Tras unos minutos de fascinación por parte de ambos, el rey decidió preguntar :

-¿Cómo lo llamaremos?

La reina pensó unos segundos, se había dado cuenta que nueve meses pasaron y se preocupó por cosas menos importantes que el nombre de su futuro hijo, pero pronto encontró el nombre perfecto

-¡Lo tengo!-exclamó débil -Se llamara Kylan, significa "fuerte y poderoso" espero que siempre lleve esos atributos y le haga honor a su nombre

A medida que fueron pasando los días, Kylan crecía, era un bebé bastante sano, el castillo estaba repleto de alegría desde el nacimiento del nuevo retoño. Sin embargo, Elara no podía sacudirse la sensación de que algo más grande estaba en juego. Las noches se volvían largas y solitarias, plagadas de sueños inquietantes donde sombras danzaban alrededor del castillo y ecos lejanos susurraban advertencias. Eso perturbaba sus pensamientos, quizás podía ser consecuencia de que era su primer hijo y la paranoia la invadía, terminó por no darle importancia a su subconsciente

El encanto de Wisperdale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora