El encanto de Wisperdale

Capítulo XIV

Sí, claro que había escuchado todo y no fue nada intencional, simplemente me hallaba ahí, quieta como una maldita estatua en medio de aquel inmenso salón viendo como en mis propias narices los reyes desaprobaban nuestra relación solo por yo no ser de su misma clase social. Anhelaban a esa otra chica para el príncipe, Katherine. Ni siquiera sabía quien era ella pero el hecho de que nos compararan de esa forma tan déspota, tan humillante para mí me hizo replantearme el continuar esta relación con Kylan. Lo quería, por supuesto, pero sabía desde el inicio que nuestras grandes diferencias serían un obstáculo tremendo entre nosotros. Y yo nunca permitiría otra humillación tan grave, nadie es mejor o peor persona por tener una posición social diferente, todos somos seres humanos.

Cabalgaba sobre Angus a toda velocidad con lágrimas rodando por mi rostro, esperaba que ahí dentro al menos Kylan me hubiese defendido ante sus padres. No tenía dirección exacta, estaba dejando que el viento me guiara. Pasé por el bosque y me detuve ahí pensando en entrar, se había convertido en mi lugar favorito para pensar. Luego pensé que dónde primero él me buscaría sería aquí, así que abandoné la idea y cabalgué hacia cualquier otra parte, necesitaba más que nada estar sola.

Todo estaba tan confuso dentro de mi mente, los pensamientos me daban vueltas y más vueltas sin detenerse. Estaba en una situación muy complicada, demasiado para ser mi primer drama amoroso; me había enamorado de un príncipe sin saber que lo era, casi me caso por obligación con el chico que quería a mi mejor amiga, resulta que los reyes (mis suegros) son demasiado clasistas para aceptarme como parte de su familia, me restriegan en las narices que prefieren a otra chica para su hijo, dicen cosas horribles sobre mí creyendo que no estaba escuchando. Es todo demasiado fuerte para mí, por eso necesitaba estar un rato a solas, solo Angus y yo.

—Qué difícil es la sociedad Angus, es un asco más bien —le hablé mientras lo acariciaba con delicadeza

Habíamos parado en la orilla de la playa, estábamos contemplando la belleza del imponente ocaso que se iba apagando poco a poco

—Tú siempre estás para mí, eres el ser más leal que conozco —volví a decirle

Sabía que mi caballo no era un ser humano, no estaba loca aún, pero yo en el fondo sabía que me entendía y siempre he sido de las personas que expresan lo que sienten hasta a una planta si fuese necesario.

Cuando el sol casi se escondía por completo, decidí que era momento de ir a casa pronto, estar por ahí sola no era nada seguro y menos en este lugar tan solitario. Traté de mantener mi mente en blanco, hasta que la paz me inundara los sentidos, al menos hasta que llegara a casa.

(...)

—¿Dónde estabas cariño?—me pregunta Luisa con preocupación, ella siempre ha sido como una madre para mí

—Por ahí, despejando un poco la mente —dije solamente

—Vino un chico hace un rato buscándote, pero como no sabía dónde estabas no pude decirle nada, pobrecito, se veía muy preocupado —dijo afligida

Pensé por un momento, podía tratarse de Ashford, él no se quedó muy convencido cuando me trajo a casa después de las tutorías

—¿Quién era ?—pregunté

—Un tal Edward

Mi corazón dio un vuelco, pero claro que me lo esperaba solo que él jamás pararía de ponerme nerviosa.

¿Habrá hablado con sus padres sobre mí?

¿Me habrá defendido?

¿Será que decidió terminar lo nuestro ?

¿Me abandonará?

¿Tal vez se irá con la tal Katherine?

Un montón infinito de preguntas comenzaron a apoderarse de mí. Estaba temerosa por lo que hubiese pasado en el castillo tras mi partida. Si me vino a buscar fue porque se percató de mi ausencia, tal vez quería decirme algo importante. Pero ese era el problema, que no sabía qué pensar ya.