°]Un encuentro bajo la lluvia[°
Saemi había tenido un día largo y agotador. Las calles de la ciudad estaban llenas de alfas y omegas que, como siempre, parecían encajar perfectamente en los roles que la sociedad les imponía. Pero él no. Saemi, con su cabello y ojos en un delicado tono de morado pastel, siempre había sido diferente. Su baja estatura de 1.58 metros, lejos de hacerle sentir vulnerable, lo llenaba de una rebeldía que la gente a su alrededor no lograba comprender.
Aquella tarde, después de un día de trabajo, las nubes se cerraron sobre la ciudad, y la lluvia comenzó a caer con fuerza. No llevaba paraguas, y en cuestión de minutos, su ropa estaba empapada. Corrió buscando un lugar donde resguardarse y terminó en una pequeña tienda en las afueras, una especie de café pequeño y acogedor que apenas parecía tener clientela.
El sonido de la campanilla al entrar fue ahogado por el estruendo de la lluvia. Al entrar, se quitó la bufanda y se pasó la mano por el cabello húmedo, mirando alrededor. La tienda estaba casi vacía, solo había unas cuantas mesas y una barra con un par de clientes dispersos. Sin darle mayor importancia, se acercó a la esquina más lejana, donde las luces eran más tenues y el calor de la chimenea era más agradable.
Justo cuando empezaba a relajarse, la puerta de la tienda se abrió de nuevo, esta vez acompañada de un estruendo más fuerte. Saemi no pudo evitar levantar la vista. Al principio, solo vio una sombra enorme, pero cuando la figura alta se adentró más, sus ojos morados se encontraron con una presencia imponente.
Era un alfa.
Pero no cualquier alfa.
El hombre que acababa de entrar era gigantesco, mucho más alto que cualquier otro que hubiera visto antes. Con su cabello negro y ojos igualmente oscuros, parecía casi una sombra viva. Medía, sin exagerar, más de 2 metros. Su imponente altura, de 2.15 metros, hacía que incluso los otros alfas que había visto antes palidecieran en comparación.
Saemi sintió una punzada en su estómago. No de miedo, pero sí de una incomodidad que no pudo identificar. Los instintos de un omega reaccionaban ante la presencia de un alfa tan dominante, y su cuerpo quería retroceder, pero su mente se negó a ceder a ese impulso. No iba a ser como el resto.
El alfa se acercó a la barra, pidiendo un café en una voz profunda y resonante que llamó la atención de todos. Aunque su presencia era imposible de ignorar, Theodore, como lo llamaban los empleados, no parecía buscar atención. Tomó su bebida y, tras un vistazo rápido, caminó hacia la misma esquina en la que estaba Saemi.
El ambiente cambió. El aire se volvió más denso. Saemi sintió el peso de la mirada de Theodore, pero decidió no mover ni un músculo, concentrándose en su bebida, como si la presencia del alfa no lo afectara. Pero era imposible no sentir el poder que emanaba de él. Los omegas estaban biológicamente predispuestos a reaccionar a los alfas de esa manera, pero Saemi se resistía con todas sus fuerzas.
—¿Te molesta si me siento aquí a tu lado? Estrellita morada? —La voz de Theodore lo sacó de sus pensamientos.
Saemi levantó la vista. No había hostilidad en la voz del alfa, pero había una autoridad natural que no podía ignorarse. Aun así, Saemi no se iba a dejar intimidar.
—Es un lugar público. Porque me preguntas? —respondió de una manera algo hostil, con la misma firmeza que había aprendido a usar en situaciones así.
Theodore alzó una ceja, pero no dijo nada. Se sentó en la silla frente a Saemi, dejando su enorme taza de café sobre la mesa con un movimiento tranquilo. Durante unos minutos, ninguno dijo nada. El silencio se sintió como una especie de reto no hablado entre ambos.
Finalmente, fue Theodore quien lo rompió.
—No muchos omegas se quedarían sentados tan tranquilos frente a un alfa como yo —comentó, casi en tono casual, pero con una sorpresa e interés evidente en su voz.
Saemi lo miró a los ojos, sin dejarse intimidar por la diferencia de tamaño o por el peso de las palabras de aquel "egocentrico alfa", como le llamo en ese momento Saemi.
—No soy como la mayoría de los omegas —respondió, algo cortante.
Theodore sonrió ligeramente, como si esa respuesta lo hubiera entretenido más de lo que esperaba.
—Eso ya lo note, y dime, como te llamas Moradito?—dijo, llevando la taza a sus labios.
—Saemi. —Respondio de forma seria—
—Yo soy Theodore, me puedes llamar Theo, un gusto, Saemi —Dijo el alfa con una sonrisa algo finjida por el ambiente —
La tensión en el ambiente era palpable, pero no era una tensión amenazante. Era más bien como si ambos estuvieran midiendo al otro, tratando de descifrar qué hacía a la otra persona tan diferente. Saemi estaba acostumbrado a que los alfas lo miraran con condescendencia o deseo, pero algo en la mirada de Theodore era distinto. No era ni lasciva ni dominante. Era… curiosa.
—No esperaba encontrarme con un alfa que no se impusiera en cuanto entrara en la sala —admitió Saemi, sin bajar la guardia pero tampoco con la frialdad que había mostrado al principio.
Theodore apoyó la taza en la mesa y lo miró directamente a los ojos.
—Y yo no esperaba encontrarme con un omega que no huyera al instante —respondió, su tono tranquilo, pero con una intensidad que parecía cargar más que simples palabras.
Saemi mantuvo la mirada, sintiendo algo extraño en el pecho. Un ligero temblor de su instinto omega, pero esta vez no era exactamente miedo. Era algo más. Algo desconocido, pero imposible de ignorar, y a decir verdad, le asustaba un poco este sentir desconocido.
Sin darse cuenta, aquella tarde lluviosa marcaría el inicio de un vínculo que cambiaría sus vidas para siempre...
°]¿One day i'll be a happy?[°
• Este es el primer capitulo, que emocion! aunque es probable no recibir ni una pisca de apoyo, espero cautivar a una que otra persona con esta historia!🫶🏻💫
°]Its_Mitchy[°
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¿One day i'll be a happy?
Romance"¿One day i'll be a happy?" Saemi, un chico omega de 19 años, quien esta solo, y no se parece en nada al tipico estereotipo de su casta, conoce a una persona que cambiara su vida grandemente, en muy poco tiempo, y hara que su vida de un giro de 180°...