°]La llegada de primavera[°
La estación invernal comenzaba a desvanecerse lentamente, dando paso a los primeros signos de la primavera. La nieve se estaba derritiendo, revelando brotes verdes que empezaban a asomar, y el aire, aunque aún fresco, tenía una calidad renovadora. La relación entre Saemi y Theodore había evolucionado a pasos agigantados durante estos meses, pero lo que ninguno de ellos esperaba era el cambio que traería la nueva temporada.
Saemi se encontraba en el apartamento de Theodore una tarde de marzo. La habitación estaba inundada de luz cálida, y el olor del café recién hecho se mezclaba con el aroma de galletas de limón que Saemi había horneado esa mañana. Era una rutina que habían adoptado en los últimos tiempos: Saemi solía traer algo de comida casera cuando visitaba a Theodore, y él siempre lo recibía con entusiasmo.
Sin embargo, en esta ocasión, había algo diferente. Saemi notó que Theodore parecía más atento de lo habitual, su mirada fija en él con una intensidad que no solía mostrar. Aunque Theodore había sido siempre un alfa respetuoso y considerado, había algo en su comportamiento que parecía más... cauteloso.
—¿Todo bien? —preguntó Saemi mientras se acomodaba en el sofá, mirando a Theodore con curiosidad.
Theodore asintió, pero había una ligera tensión en su postura.
—Sí, todo está bien. Solo... —se detuvo por un momento, buscando las palabras—. Solo he notado algo diferente en ti últimamente.
Saemi frunció el ceño, sin entender completamente lo que Theodore quería decir.
—¿Diferente? —preguntó, sintiéndose un poco incómodo. ¿Acaso había algo que no había notado?
Theodore se acercó un poco más, su mirada perspicaz evaluando a Saemi con una mezcla de preocupación y interés. Había un olor en el aire, algo que no solía estar presente, un aroma ligero pero distintivo que Saemi había empezado a notar también. Era un aroma a galletas de limón, una fragancia que le resultaba reconfortante pero también ligeramente inusual.
—He notado que tu aroma ha cambiado un poco —dijo Theodore con suavidad—. No es un cambio drástico, pero hay algo diferente.
Saemi se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Theodore. Había estado sintiendo una ligera incomodidad, una especie de nerviosismo que no podía explicar del todo. La verdad era que había empezado a experimentar una serie de cambios físicos y emocionales que, aunque no había querido admitirlo, ahora estaban bastante claros.
—Ah, eso —dijo Saemi, tomando una respiración profunda—. Es porque estoy... cerca del celo.
Theodore parpadeó, sorprendiendo al principio por la revelación. Aunque sabía sobre el ciclo de celo de los omegas, nunca había estado cerca de alguien en esa etapa antes. La presencia del olor de café amargo en el aire indicaba que Theodore estaba en su periodo de rut, una etapa en la que los alfas experimentan una necesidad biológica de encontrar a una omega compatible. A pesar de la naturaleza intensa de la rut, Theodore era un alfa respetuoso y nunca había mostrado ninguna prisa o presión hacia Saemi. Sin embargo, ahora que lo sabía, no podía evitar sentirse aún más consciente de sus propios instintos.
—Entiendo —dijo Theodore, intentando mantener su voz tranquila—. ¿Hay algo que necesites o que pueda hacer por ti?
Saemi lo miró, sintiendo un cálido agradecimiento por la actitud considerada de Theodore.
—No, solo... creo que necesito tiempo para adaptarme a esto. No estoy completamente cómodo con la idea aún. No es algo fácil de manejar para mí.
Theodore asintió, mostrando una comprensión que hizo que Saemi se sintiera un poco más relajado.
—Voy a darte todo el espacio que necesites —dijo Theodore, con un tono que reflejaba su respeto y cuidado—. Si en algún momento necesitas hablar o si hay algo que pueda hacer, solo dímelo.
Saemi le sonrió, agradecido por la actitud de Theodore. Aunque no podía negar que la presencia de Theodore le provocaba una mezcla de sensaciones y emociones, apreciaba el hecho de que su alfa estaba dispuesto a respetar su ritmo y necesidades.
A medida que pasaba el tiempo, Saemi y Theodore continuaron con sus actividades habituales, pero con una nueva consciencia de la situación. Theodore, aunque se sentía atraído por las feromonas de Saemi, se mantuvo en un estado de autocontrol y respeto. Saemi, por su parte, comenzó a familiarizarse con los cambios en su propio cuerpo y estado emocional, encontrando maneras de manejar el proceso con la ayuda de Theodore.
Un día, mientras estaban en la cocina, Theodore observó a Saemi preparar una nueva tanda de galletas de limón. El aroma, aunque familiar, tenía una calidad más intensa durante el periodo de celo. La fragancia parecía llenar el espacio con una calidez y dulzura que contrastaba con el frío exterior.
—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó Theodore, su tono casual pero atento.
Saemi sonrió, mirando el resultado de su trabajo con un aire de satisfacción.
—Me siento mejor, gracias. El proceso ha sido un poco abrumador, pero tu apoyo ha sido invaluable.
Theodore se acercó a él, tomando una de las galletas recién horneadas. La probó, disfrutando del sabor a limón que se mezclaba con el aroma reconfortante.
—Estas galletas están deliciosas —dijo Theodore—. Me alegra ver que estás encontrando maneras de sobrellevar esto.
Saemi se sonrojó, sintiendo una oleada de gratitud y afecto hacia Theodore. La preocupación y el respeto que él mostraba hacia su bienestar le daban una sensación de seguridad que no había experimentado antes.
—Gracias por todo —dijo Saemi, sus ojos brillando con sinceridad—. No sé qué habría hecho sin tu apoyo.
Theodore sonrió, su expresión reflejando una combinación de orgullo y cariño.
—Solo estoy aquí para ti —dijo Theodore—. Lo que más quiero es verte feliz y saludable.
Con el tiempo, la influencia de la primavera se hizo más evidente. La nieve se derritió por completo, dando paso a los brotes verdes y las flores en flor. Saemi y Theodore continuaron con su rutina, pero el vínculo entre ellos se fortaleció aún más. La experiencia del celo y la rut, aunque desafiantes, les había permitido conocer y entender mejor sus propios límites y deseos, y cómo podían apoyarse mutuamente a través de ellos.
La llegada de la primavera trajo consigo un aire renovado, una sensación de esperanza y posibilidad. Y mientras Saemi y Theodore se enfrentaban juntos a los desafíos de su relación, sabían que, aunque el camino por delante podría estar lleno de incertidumbres, al menos podrían enfrentarlo con la certeza de que siempre tendrían el uno al otro, un refugio seguro en el corazón de la primavera.
--- °]¿One day i'll be a happy?[°
• Soft siempre vvs, mentiris, pero jamas hace daño una historia soft de ves en cuando, y que caballeroso nuestro alfa, por eso lo amooo🫶🏻💫°]Its_Mitchy[°
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¿One day i'll be a happy?
Romantik"¿One day i'll be a happy?" Saemi, un chico omega de 19 años, quien esta solo, y no se parece en nada al tipico estereotipo de su casta, conoce a una persona que cambiara su vida grandemente, en muy poco tiempo, y hara que su vida de un giro de 180°...