°]Un nuevo refugio[°
El aire entre Saemi y Theodore había cambiado desde aquella tarde en la que Saemi, aunque en silencio, se había permitido llorar frente a él. No hubo preguntas, ni palabras innecesarias. Sin embargo, algo se había afianzado en la conexión entre ellos, algo que Saemi aún no comprendía del todo. Lo único que sabía con certeza era que, de alguna manera, la presencia de Theodore era como un refugio, uno que nunca pensó que mereciera.
Los días pasaron, y aunque Saemi seguía luchando contra sus propios demonios, ahora lo hacía de manera distinta. No estaba bien, eso lo sabía. Los recuerdos seguían invadiéndolo, a veces en sueños, a veces en momentos de silencio cuando menos lo esperaba. Pero ahora había una pequeña, casi imperceptible diferencia: cuando esos recuerdos lo invadían, ya no sentía el abrumador deseo de desaparecer por completo.
Una tarde, mientras estaban en el café de siempre, Theodore habló de nuevo, pero esta vez de una manera diferente. No era solo una pregunta, ni una observación casual. Había algo en su voz que llamaba la atención de Saemi, como si lo que estaba por decir fuera importante.
—Quiero que vengas conmigo a un lugar —dijo Theodore, su tono calmado pero firme—. No tienes que decir que sí, pero creo que te haría bien.
Saemi alzó la vista, un poco confundido.
—¿A dónde? —preguntó, con un ligero temblor en su voz.
Theodore no respondió de inmediato, pero su mirada, como siempre, estaba llena de esa comprensión inexplicable que tanto inquietaba a Saemi. El alfa sonrió de manera suave, un gesto que Saemi ya estaba comenzando a asociar con la seguridad.
—Es un lugar donde yo voy cuando las cosas se ponen difíciles —dijo finalmente—. Es tranquilo. Te ayudará a pensar, a respirar.
Saemi dudó. La idea de ir a algún sitio nuevo, especialmente con alguien como Theodore, lo hacía sentirse vulnerable. Y la vulnerabilidad era algo que había evitado durante tanto tiempo, que ni siquiera sabía cómo manejarla ya. Pero, por alguna razón que él mismo no podía explicar, confió en Theodore. Al menos, lo suficiente como para asentir y aceptar la invitación.
***
El camino hacia el lugar era largo, pero silencioso. Ninguno de los dos habló mucho durante el trayecto, y Saemi agradecía esa calma. No sabía qué esperar, pero de alguna manera, el simple hecho de estar junto a Theodore lo mantenía a flote.
Cuando llegaron, Saemi se dio cuenta de que el lugar del que hablaba Theodore no era lo que había imaginado. Era un pequeño bosque a las afueras de la ciudad, con un sendero que llevaba a un claro oculto entre los árboles. La naturaleza allí era impresionante, con el suave sonido de un arroyo cercano y la brisa moviendo las hojas con un ritmo casi hipnótico. El aire olía a frescura, y la paz que lo rodeaba parecía envolverlo como una manta cálida.
—Ven aquí cuando quieras —dijo Theodore, sentándose en una roca cerca del arroyo—. Nadie viene por aquí, y a veces... necesitamos un lugar donde poder estar solos sin sentirnos solos.
Saemi se quedó de pie, observando el lugar y a Theodore. Algo dentro de él se removió. No podía recordar la última vez que había estado en un lugar tan tranquilo, tan apartado del bullicio y el caos de su propia mente.
Se sentó a una distancia cómoda de Theodore, sin decir nada. No hacía falta. El simple hecho de estar allí, de sentir la presencia de Theodore sin la necesidad de llenar el espacio con palabras, era suficiente. Era como si el lugar mismo, con su paz natural, entendiera lo que ambos necesitaban.
Mientras el tiempo pasaba, Saemi comenzó a sentir cómo sus pensamientos se asentaban, cómo los recuerdos dolorosos que siempre lo perseguían se hacían un poco menos abrumadores en ese espacio. No desaparecían, pero se quedaban en el fondo, como si el sonido del agua y el viento los apaciguaran.
Y entonces, de nuevo, como siempre sucedía, esos recuerdos oscuros comenzaron a infiltrarse en su mente. El rostro de su familiar, la sensación de miedo paralizante cuando era niño, y todo lo que no había podido detener ni entender en su momento. Los ecos de esos momentos siempre lo perseguían, y ahora, aunque estuviera en un lugar tan pacífico, no podía escapar del todo.
De repente, sintió cómo las lágrimas volvían a sus ojos. Pero esta vez no había desesperación, solo un profundo cansancio. No sabía cómo vivir con esos recuerdos, cómo seguir adelante sin que lo rompieran más de lo que ya lo habían hecho.
Theodore, que no lo había estado mirando directamente, pareció sentir el cambio en Saemi. Se movió con cuidado, acercándose un poco más a él, pero sin invadir su espacio personal.
—No tienes que hablar de ello —dijo Theodore, su voz suave, casi un susurro—. Pero quiero que sepas que no estás solo en esto.
Saemi cerró los ojos, intentando contener las lágrimas, pero no pudo. Lloró en silencio, como siempre lo hacía, pero esta vez fue diferente. Esta vez, no se sintió completamente solo en su sufrimiento. Theodore no lo abrazó ni lo consoló con palabras vacías, pero su presencia, el simple hecho de estar allí sin esperar nada a cambio, fue el mayor consuelo que Saemi podría haber imaginado.
El silencio entre ellos no era incómodo. Era un silencio que hablaba de comprensión, de aceptación. Y aunque Saemi sabía que aún le quedaba un largo camino por recorrer, en ese momento, sentado junto a Theodore en ese claro tranquilo, sintió que, por primera vez en mucho tiempo, había un lugar al que podía volver cuando el mundo se volviera demasiado.
Y quizás, solo quizás, eso era un pequeño comienzo...
--- °]¿One day i'll be a happy?[°
• Aunque no parezca no soy tan mala con mis personajes, tendran un lindo final, o eso espero🫶🏻💫
• Actualizacion doble por la inactividad😓°]Its_Mitchy[°
ESTÁS LEYENDO
¿One day i'll be a happy?
रोमांस"¿One day i'll be a happy?" Saemi, un chico omega de 19 años, quien esta solo, y no se parece en nada al tipico estereotipo de su casta, conoce a una persona que cambiara su vida grandemente, en muy poco tiempo, y hara que su vida de un giro de 180°...