Capitulo 4: "A un paso del final"

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°]La oscuridad del mar[°

La tormenta en la mente de Saemi había estado creciendo durante días. Las imágenes de su hermano Izann y su tía lo asaltaban constantemente, invadiendo cada momento de tranquilidad que intentaba encontrar. Era como si el dolor de su pasado, los recuerdos de las pérdidas, las burlas, los golpes, y la soledad lo rodearan, asfixiándolo lentamente. Durante días, había intentado seguir con su rutina, manteniendo su sonrisa vacía, pero ya no podía ocultar el hecho de que algo dentro de él se estaba quebrando de nuevo.

Aquella tarde, Saemi no fue a la librería ni a ningún otro lugar. En lugar de eso, caminó hasta el lugar donde los recuerdos lo llevaban cada vez que se sentía abrumado: el mar. El lugar donde solía ir con su hermano cuando eran niños, antes de que el mundo se volviera oscuro. Solían sentarse en la orilla, observando las olas romperse contra las rocas, soñando con futuros que nunca llegaron. Ese lugar, que una vez le había traído paz, ahora era un recordatorio doloroso de todo lo que había perdido.

El cielo estaba gris, como si compartiera su tristeza. La brisa salada del océano le golpeaba la cara mientras caminaba por la playa desierta, sintiendo cómo el viento le arrebataba cualquier calor que quedara en su cuerpo. Con cada paso, los recuerdos lo golpeaban con más fuerza: el rostro de su hermano, la risa de su tía, las crueles palabras de los niños que le habían hecho la vida imposible. Sentía que estaba siendo arrastrado hacia un abismo, incapaz de escapar.

Los susurros en su mente comenzaron a volverse más fuertes, más insistentes. “Nunca serás suficiente.” “Eres débil.” “No debiste sobrevivir.” Eran voces que siempre estaban ahí, pero que ahora rugían, aplastándolo bajo su peso. No veía otra salida. El dolor se había vuelto demasiado, y ya no sabía cómo soportarlo.

Finalmente, Saemi llegó a la orilla del mar, deteniéndose justo en el borde donde las olas lamían sus pies. El agua estaba fría, pero esa frialdad lo anclaba a la realidad por un breve instante. Se quedó allí, mirando el vasto océano frente a él, sintiéndose tan insignificante como una gota en ese mar interminable. El ruido de las olas era ensordecedor, pero en su mente, el silencio era abrumador.

Los recuerdos lo consumían. Izann defendiendo su honor hasta el final, el cuerpo de su hermano inerte, la mirada de su tía desvaneciéndose poco a poco hasta que ella también desapareció. Y él, quedando solo, incapaz de salvar a nadie. Sentía que no había escapatoria de esos recuerdos, que lo perseguirían siempre, hasta el fin.

Dio un paso hacia adelante. El agua le cubrió los tobillos. Otro paso, y ya estaba a la altura de sus pantorrillas. El frío penetrante no lo detuvo, sino que lo impulsó. Cerró los ojos, intentando dejar de sentir, dejar de recordar, deseando que el mar lo envolviera y lo arrastrara lejos, a un lugar donde el dolor no pudiera alcanzarlo.

Pero justo cuando el agua llegó a su cintura, una mano fuerte lo detuvo.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —La voz profunda de Theodore cortó el aire como un trueno.

Saemi abrió los ojos de golpe y se encontró con la figura imponente del alfa pelinegro, que lo sostenía con fuerza por el brazo, sacándolo bruscamente del agua. Su mirada oscura estaba llena de furia y preocupación, una combinación que Saemi no esperaba ver.

—Suéltame —susurró Saemi, sin tener realmente la intención de luchar. Su voz era débil, rota y desganada —

—No voy a dejar que hagas esto —dijo Theodore con firmeza, sin soltarlo.

El alfa tiró de él, arrastrándolo hacia la orilla con una fuerza que no admitía resistencia, pero a la ves sin lastimarlo, no sabia que habia hecho a Saemi pensar que solo habia ya esa opcion, pero no lo dejaria morir ahi. Saemi apenas podía caminar, sus piernas temblaban por el frío y la falta de voluntad. Una vez que estuvieron fuera del agua, Theodore lo soltó y lo obligó a sentarse en la arena.

El silencio entre ellos era tan denso como el cielo gris que los rodeaba. Theodore no dijo nada al principio, esperando, como si supiera que Saemi necesitaba tiempo para hablar. Pero Saemi no podía. No podía articular el dolor que sentía, ni siquiera en su mente, mucho menos en palabras. Se limitó a mirar al vacío, a las olas que rompían en la distancia.

—¿Por qué? —preguntó Theodore, rompiendo finalmente el silencio—. ¿Qué te hizo pensar que esta era la única opción? —Mirandole suplicante y con una rotunda preocupacion y tristeza—

Saemi no respondió. Las palabras no salían. ¿Cómo podría explicar todo lo que lo había llevado hasta ese punto? El peso de sus recuerdos, la culpa, la soledad, las voces que nunca se callaban. ¿Cómo podría hacerle entender que cada día era una lucha contra la desesperación, los pensamientos intrusivos, suicidas, y la soledad que lo invadia?

—No tienes que decirme nada si no quieres —continuó Theodore, su tono ahora más suave, y comprensible—. Pero no te dejaré solo aquí.

Saemi sintió una mezcla de ira y desesperación. Quería gritar, quería que Theodore lo dejara solo, pero al mismo tiempo, una pequeña parte de él, una que apenas reconocía, se aferraba a la presencia del alfa, como si esa presencia fuera lo único que evitaba que se hundiera por completo.

—No lo entiendes —murmuró finalmente, con la voz quebrada, pero sin poder explixarse no el mismo lo que pasaba.

Theodore lo miró, su rostro impasible pero sus ojos llenos de una comprensión silenciosa.

—No, tal vez no lo entiendo. Pero quiero entenderlo. Quiero ayudarte, Saemi...

Saemi sintió que el nudo en su pecho se apretaba aún más. Las lágrimas comenzaron a brotar sin control, corriendo por su rostro. Se había prometido que nunca mostraría su dolor a nadie, que siempre lo ocultaría detrás de una sonrisa, pero ahora, en ese momento, ya no podía más. La tristeza lo ahogaba, como el océano en el que había estado a punto de sumergirse para acabar con todo de una buena vez.

Theodore no dijo nada más. No intentó obligarlo a hablar ni a explicar. Simplemente se sentó a su lado, ofreciéndole su compañía silenciosa en medio de su tormento interno. A pesar de la furia con la que lo había sacado del agua, su presencia ahora era calmada, casi como siendo protectora.

Saemi permaneció en silencio, mirando al vacío, sintiendo el peso de su propio sufrimiento aplastarlo. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió no luchar contra él, se permitió sentir todo el dolor que había estado reprimiendo durante tanto tiempo. Y aunque no podía encontrar las palabras, aunque no sabía cómo sanar, sabía que, de alguna manera, no estaba completamente solo.

Y, por ahora, eso era suficiente para seguir respirando. Para seguir adelante por un tiempo...

°]¿One day i'll be a happy?[°

• Holi gente, kmo estan? Yo bien, llorando por el pasado que le di a mis personajes, esq yo aprendi a Euja JAJAJ, cositas de autores, no lo entenderian JAJAJAJAJ🥰💗
• Y que tal? Tranquilos, no matate a Saemi, es mi personaje favorito y ya muchos traumas literarios tengo kmo para agregar otro mas que yo misma escribi, en fin, los quiero mucho, esperen un nuevo episodio u actualizacion🫶🏻💫
• Aprovecho esto, para hablar acerca del suicid*o, se que muchas veces pensamos que es nuestra ultima salida, pero no es asi, no estas solo, si as pasado por una situacion similar, busca ayuda, tanto espiritual como en tus seres queridos, si gustas hablar con alguien, aca estoy yo, porque pienso que, puedo ayudar, aunque sea con palabras...
• Feliz 10 de septiembre, dia mundial de la prevencion del suicidio, felicidades a aquellos que an ayudado a prevenir, tambien a aquellos que an refleccionado, y a los que aun estan a tiempo de hacerlo, no dejemos que nuestra generacion se extinga de esta forma, somos muy jovenes para pensar en la muerte, o a la ves, los adultos/niños/adolecentes, piensen sus deciciones, refleccionen si intentan cometer algo asi, no estas solo, porfavor, reflecciona, y quedate, tanto por los que ya lo hicieron, como por los que no se salvaron...❤️‍🩹

°]Its_Mitchy[°

¿One day i'll be a happy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora