3: Fragmentos de corazones en conflicto 📍

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La vida en la secundaria continuaba, y con cada día que pasaba, Jimin se encontraba más atrapado en un dilema interno. A pesar de que intentaba mantenerse alejado de Jungkook, sus sentimientos hacia él solo crecían. No podía evitarlo, algo en Jungkook lo atraía como un imán, aunque sabía que esos sentimientos no eran correspondidos.

Por otro lado, Jungkook también se encontraba en un conflicto interno. Había notado que, a pesar de su actitud distante, Jimin seguía apareciendo en los mismos lugares que él, como si el destino los empujara a cruzarse. Y aunque trataba de ignorar la presencia de Jimin, cada vez se le hacía más difícil. Era como si el recuerdo de ese niño tímido que lo había admirado en la cancha de baloncesto siguiera persiguiéndolo, mezclado con una creciente atracción que no quería aceptar.

Un día, después de un intenso partido de baloncesto, Jungkook decidió quedarse un rato más en la cancha, solo. Necesitaba despejar su mente de los pensamientos que lo atormentaban. Estaba frustrado, tanto con él mismo como con la situación que no comprendía. Mientras botaba la pelota contra el suelo, intentando concentrarse en el sonido rítmico, escuchó unos pasos suaves detrás de él.

Al girarse, encontró a Jimin parado en el borde de la cancha, con esa expresión dulce y tímida que tanto lo confundía. El chico llevaba un suéter pastel, como siempre, y parecía dudar si debía acercarse o no.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jungkook, tratando de sonar desinteresado, aunque su voz traicionaba una ligera curiosidad.

Jimin dio un paso adelante, jugueteando con los bordes de su suéter.

—V-Vi que estabas solo... y pensé que tal vez querrías compañía.

Jungkook soltó un suspiro, dejando caer la pelota y cruzándose de brazos.

—No necesito compañía. Estoy bien solo.

Jimin asintió, pero no se movió. Sabía que Jungkook estaba tratando de alejarlo, pero había algo en su mirada, una sombra de cansancio, que le hizo querer quedarse.

—Yo solo... —Jimin hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Quería agradecerte por no haberme ignorado aquel día en la cancha. Aunque ahora... —bajó la mirada—... siento que te molesto.

Jungkook se quedó en silencio por un momento. Las palabras de Jimin lo tomaron por sorpresa. No esperaba que recordara aquel encuentro de hacía años, y mucho menos que lo agradeciera.

—No me molestas —murmuró finalmente, en voz baja, casi inaudible. Era como si esas palabras pesaran más de lo que deberían.

Jimin levantó la vista, sus ojos brillando con una chispa de esperanza.

—¿Entonces... por qué siempre actúas como si lo hiciera?

Jungkook no tenía una respuesta clara. No podía decirle que se sentía vulnerable ante su dulzura, ni que tenía miedo de lo que sentía cada vez que Jimin estaba cerca. Así que hizo lo que mejor sabía hacer: construir muros.

—Porque... —hizo una pausa, buscando en su mente una razón que sonara convincente—. Porque somos diferentes. Tú eres... demasiado bueno para mí.

Jimin parpadeó, sorprendido por la confesión. No esperaba escuchar esas palabras de Jungkook.

—Pero... eso no significa que no podamos ser amigos, ¿o sí? —preguntó con una voz que temblaba ligeramente.

Jungkook se mordió el labio, sintiendo una punzada en su corazón. Sabía que Jimin merecía algo mejor que un chico como él, pero también sabía que no quería alejarlo más.

—No sé, Jimin. Tal vez... tal vez es mejor que no estemos cerca —dijo finalmente, aunque las palabras le supieron amargas.

Jimin bajó la mirada nuevamente, asintiendo con tristeza. Sabía que no podía forzar a Jungkook a sentir lo mismo que él, pero eso no hacía que el rechazo doliera menos.

—Entiendo —murmuró—. Pero... si alguna vez cambias de opinión, estaré aquí.

Con esas palabras, Jimin se dio la vuelta para irse, dejándolo con una sensación de vacío en el pecho. Jungkook observó cómo el pequeño se alejaba, sintiendo que cada paso que daba lo alejaba también de algo importante, algo que quizás nunca podría recuperar si no hacía algo al respecto.

Esa noche, Jungkook se quedó en su habitación, mirando el techo mientras los pensamientos lo atormentaban. Recordaba cómo, cuando era más joven, había sentido esa misma conexión con Jimin, aunque en ese momento no la entendía. Y ahora, años después, ese sentimiento había regresado, pero con una intensidad que lo asustaba.

¿Estaba dispuesto a arriesgarse? ¿A dejar atrás el papel de chico malo que tanto había trabajado para construir y abrirse a la posibilidad de algo más? Las preguntas giraban en su mente, pero la única cosa clara era que Jimin, con su ternura y bondad, había logrado llegar a un lugar en su corazón que nadie más había tocado.

Y aunque aún no estaba listo para admitirlo, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar esos sentimientos. Porque, al final del día, no importaba cuántas veces intentara apartar a Jimin, el pequeño ángel siempre encontraba la manera de volver a él, recordándole que, por muy diferente que fuera, había algo en Jimin que lo hacía sentir... vivo.

El pasado y el presente se entrelazaban en su mente, creando un conflicto que solo el tiempo y las decisiones futuras podrían resolver. Pero una cosa era segura: Jimin había dejado una marca en él, una que no desaparecería fácilmente. Y eso era algo que Jungkook tendría que aceptar, tarde o temprano.

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