7: Más cerca de lo que creen 📍

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Desde aquel día en la cancha, Jimin no pudo dejar de pensar en Jungkook. Cada gesto, cada broma, y hasta los momentos más pequeños parecían quedarse grabados en su mente. A pesar de que Jungkook mantenía su fachada de chico rudo, había algo en su forma de tratar a Jimin que lo hacía sentir especial, incluso si no lo admitía.

Una tarde, cuando las clases terminaron, Jimin decidió quedarse un poco más en la escuela para terminar un proyecto de arte. La sala de arte estaba vacía, el ambiente tranquilo y relajado. Mientras pintaba, se sumergía en sus pensamientos, dibujando líneas suaves y colores pasteles que reflejaban la calma que sentía en esos momentos.

De repente, una voz lo sacó de su concentración.

—¿Qué pintas ahora, angelito? —la voz profunda de Jungkook resonó en la sala, causando que Jimin diera un pequeño brinco.

Jimin levantó la vista, sorprendido al verlo allí, recargado contra el marco de la puerta con su habitual chaqueta de cuero y una sonrisa en su rostro.

—E-estoy trabajando en un proyecto para la clase de arte… —respondió tímidamente, tratando de ocultar el pequeño nerviosismo que siempre sentía al estar cerca de Jungkook.

—Ya veo. —Jungkook entró en la sala y caminó hasta donde estaba Jimin, observando el lienzo lleno de tonos suaves y delicados—. Siempre con tus colores pastel. ¿Qué tienen que no puedo dejar de verlos?

Jimin se ruborizó. No sabía si Jungkook lo decía en serio o si solo bromeaba, pero sus palabras lo hacían sentir mariposas en el estómago.

—Me gustan los colores suaves… —dijo en voz baja, sin mirarlo directamente.

—Sí, lo he notado. —Jungkook se sentó a su lado, en el banco junto al que Jimin estaba pintando, su presencia dominante llenando el pequeño espacio. Hubo un silencio entre ellos por un momento, pero no era incómodo. De alguna manera, la tensión que solían sentir se había transformado en algo más... algo más cercano.

Después de unos minutos, Jungkook rompió el silencio.

—¿Sabes? —dijo, inclinándose ligeramente hacia Jimin, acercándose más a su oído—. Nunca te lo he dicho, pero... me gusta cómo eres. —Sus palabras salieron más sinceras de lo que él había planeado, pero no se echó atrás.

Jimin se quedó en shock, su corazón latiendo rápidamente mientras lo miraba con los ojos muy abiertos. ¿Lo había escuchado bien? ¿Jungkook acababa de decir que le gustaba cómo era?

—¿Me… me lo dices en serio? —preguntó Jimin, su voz temblando ligeramente.

Jungkook asintió, mirando a Jimin directamente a los ojos, algo que rara vez hacía. En ese momento, no había bromas ni risas burlonas. Solo había sinceridad.

—Eres diferente a todos los demás, Jimin. Eres… —Jungkook se detuvo, como si no supiera cómo expresarlo con exactitud—. Eres como un respiro de aire fresco en este lugar lleno de gente que solo se preocupa por ellos mismos. —Luego, sin darse cuenta, su mano se deslizó suavemente sobre la de Jimin, apenas rozándola.

El contacto hizo que Jimin sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo. Miró sus manos, ligeramente entrelazadas, y luego volvió a mirar a Jungkook, quien aún lo observaba con intensidad.

—No lo sé, Jimin. —La voz de Jungkook era más suave ahora, como si estuviera confesando algo que había guardado durante mucho tiempo—. Tal vez no soy el mejor tipo para ti, pero... no puedo evitarlo.

Jimin sentía que su corazón iba a estallar. Nunca había esperado que Jungkook, el chico rudo que siempre lo molestaba, dijera algo así. Y, sin embargo, ahí estaban, sus manos apenas tocándose y sus corazones latiendo al mismo ritmo.

—Yo… yo también he pensado en ti, Jungkook. —Finalmente, Jimin se atrevió a decirlo, con las mejillas encendidas por la vergüenza. Sentía que se estaba exponiendo demasiado, pero necesitaba ser honesto—. Pero pensé que... nunca me prestarías atención.

Jungkook se inclinó un poco más, el espacio entre ellos disminuyendo. Sus ojos se fijaron en los de Jimin, y por un breve momento, todo lo demás dejó de existir.

—Te he estado prestando atención más de lo que imaginas, angelito —murmuró Jungkook con una pequeña sonrisa antes de levantar una mano y apartar un mechón de cabello del rostro de Jimin.

Jimin sintió su respiración detenerse por un instante. El toque de Jungkook era suave, contrario a su apariencia ruda, y la cercanía entre ellos lo hacía sentir como si estuvieran en su propio mundo.

—Jungkook… —susurró Jimin, sin saber qué más decir.

Antes de que pudiera terminar, Jungkook se inclinó lo suficiente como para que sus labios casi se rozaran. No era un beso aún, pero la tensión entre ellos se hacía palpable.

—¿Puedo? —preguntó Jungkook, su voz apenas un susurro.

Jimin solo pudo asentir ligeramente, sus ojos cerrándose mientras sentía cómo el mundo se desvanecía a su alrededor.

Finalmente, los labios de Jungkook tocaron los de Jimin, y fue como si todo el aire del cuarto se volviera más cálido. El beso era suave, lento, pero cargado de emociones que ambos habían guardado por tanto tiempo. Fue un beso breve, pero suficiente para dejar a ambos con el corazón acelerado.

Cuando se separaron, ambos se miraron con una mezcla de sorpresa y alegría. Algo había cambiado entre ellos para siempre.

—Te dije que no podía evitarlo, angelito —dijo Jungkook con una sonrisa traviesa, mientras Jimin sonreía tímidamente, sintiendo que, por primera vez, Jungkook estaba mostrando quién realmente era.

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