Minho en su vida pasada probablemente fue un kilo e' sal. Porque mira que estar toda su vida ahorrando pa' comprarse una moto y que la moto, resulte ser robada, viene a ser un severo episodio de mala suerte.
Y en búsqueda de una solución para que e...
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—¿Tú sabes cómo es la vaina, Jisung? Que si por tu culpa vamos presos, te voy a culpar. Y voy a decir que me amenazaste con algo para que viniera contigo.
Jisung se echó a reír. Eran las doce de la noche y aquel par inventando, con inventando me refiero a que se habían metido en una zona medio abandonada, a duras penas se oían los grillos, alguno que otro perro latiendo se sentía la alta probabilidad de que la sayona les apareciera en lugar de la policía, esa gente qué, cuando mucho estarán por ahí, matracando en alguna alcabala.
—Desde luego, pero te recuerdo que fuiste tú el que aceptó venir voluntariamente.
—Porque me comprometí a hacerte un favor, pero no sabía que eso incluía venir a estos lares a esta hora —se detuvo, notando que Jisung lo hizo en frente de una maya de alambre que cercaba el sitio—. Voy a tener que preguntarte cuáles son las consecuencias a las que me enfrento antes de aceptar tus propuestas.
—Bueno, yo que las omito y a ti que se te olvida preguntar. Bueno, sígueme.
Jisung empezó a escalar como monito esa cerca hasta llegar arriba, desde donde se devolvió a ver a Minho que iba a paso lento. Negó mientras miraba sus acciones nerviosas y le ofreció una mano. Una vez los dos estuvieron al otro lado, Minho divisó con mayor detalle que el sitio se trataba de alguna productora agropecuaria, porque estaba lleno de maquinaria, tractores y camionetas de esas que tienen los señores que son hermosos de $entimiento$.
—¿Cómo estás seguro de que no hay gente vigilando por aquí? —se preguntó Minho, que iba atrás de Jisung como muchachito chiquito detrás de su mamá. Porque en lo que respecta al menor, se veía muy conocedor de aquellos lares, que lo guiaba entre los espacios que hacían los galpones.
—No la hay, el principal encargado de la seguridad está libre o algo así, entonces el jefe les dio libre a todos, ya que está confiado porque aquí no roban —se detuvieron frente a un galpón, Jisung le hizo una seña a Minho, que le pasó su bolsito de indumentaria, de allí sacó un par de llaves y empezó a probar una a una en el candado—. A menos que hayan dejado a los perros sueltos, ahí si pasamos a mejor vida.