Catorce

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NuNew

Yim: ¿Qué tal fue?

Me quedo mirando su pregunta durante tanto tiempo que una corriente de signos de interrogación llena mi pantalla. Todavía no estoy seguro de querer contarle lo que pasó entre Zee y yo. Claro que la pregunta de Yim tenía que ver con el reencuentro, pero sé que no tardará en centrar su atención en mi cita.

Una conexión rápida era exactamente lo que necesitaba. No puedo dejar de recordar ese momento, cuando me hundía dentro de él. Era como si su cuerpo estuviera hecho para recibir mi polla. Y a pesar de todo lo que pasó, mi único arrepentimiento no tuvo nada que ver con el reencuentro y sí con no haber repetido antes de irnos.

Yo: Estuvo bien.

Yim: Uh-oh. ¿Vacilación seguida de bien? Es peor de lo que pensaba. ¿Necesitas hacer novillos hoy?

Yo: ¿Ya nadie usa esa frase?

Yim: En primer lugar, que te den. Segundo, no juegues la carta de la edad. Puede que seas una bestia sexy por fuera, pero por dentro eres un puto cascarrabias que grita a los niños que se vayan de tu césped.

¿Alguien se siente sensible?

Yim: Tutor encontró una cana.

Yo: ¿Además de esa enorme mancha en la parte posterior de tu cabeza?

Yim: No estaba en mi cabeza...

Yo: TMI.

No hay respuesta de inmediato, lo que significa que, o bien ha aparecido un estudiante, o bien...

La puerta de mi despacho se abre y Yim entra a hurtadillas. —Te estás desviando.

—¿De qué?

Yim no se lo cree. Cierra la puerta tras de sí y se deja caer en la silla frente a mí. Casi me río de su expresión de simpatía. —¿Seguían siendo idiotas?

—Bueno, sí, pero...

—Mierda. Lo sabía. Estúpidos mierdecillas que no pueden pasar del instituto.

—¿Lo sabías? — Levanto las cejas. —Y aun así me presionaste para que fuera de todos modos.

—Lo siento. Esperaba que fuera diferente.

Diferente es una forma de describir el fin de semana. Sin embargo, Yim parece tan patéticamente culpable que me inclino hacia delante y bajo la voz. —Me alegro de haber ido.

—¿Volverás a ir?

—Puede que no haya ido bien, pero conseguí un cierre, que es lo que necesitaba.

—Entonces... estás bien.

—Muy bien.

Me mira. —¿Qué más?

—Me di cuenta de que no necesitaba que me validaran. En realidad me dan pena—. Dudo, pero no puedo aguantar más. —O puede ser que Zee los haya exhibido a todos, y luego me haya llevado de vuelta al hotel, donde me lo follé en la cama.

Yim se queda boquiabierto. —Un momento.

Veo como se apresura a sacar su teléfono. —¿Qué estás haciendo?

—Poniendo a Tutor en el altavoz. Vamos a necesitar detalles.

Me río antes de acercarme y arrancarle el teléfono y dejarlo caer sobre el escritorio. —No hay detalles.

—¿Estás de broma? ¿Una noche y ya te ríes? No puedes ocultarme esa magia,
boo.

—No digas boo. No te refieras al sexo como magia. Fue un enganche. He tenido muchos de esos—. Y sin embargo, este está sentado vívido en mis recuerdos. Su cuerpo duro, su larga polla, la forma en que se mostró totalmente abierto a que yo tomara la iniciativa, y la forma en que me quedé despierto a la mañana siguiente, con su cuerpo al ras del mío, los latidos de su corazón tamborileando bajo mi palma y los muslos peludos rozando los míos.

Un golpe de suerte | ZeeNuNew Donde viven las historias. Descúbrelo ahora