Treinta y dos

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Creo que Kole y Asher están compitiendo por quién puede gustarle menos a Joss. Asher es directamente grosero con él, pero Kole es más astuto al respecto, dejando caer comentarios que todo el mundo, excepto yo y Asher, pasamos por alto. Pasan todo el tiempo posible fuera de casa, pero en el último día de Joss con nosotros, insiste en que todos tengan un almuerzo de despedida.

Joss desaparece durante una hora, y cuando vuelve, ha traído un festín. Langostas y mejillones, pollos enteros, y casi todas las guarniciones que pueda imaginar. La mesa está cargada de comida, y luego nos sentamos todos alrededor, excepto los gemelos, que comen en la mesa de centro porque no hay más sillas.

Miro a mi lado a Rhys mientras pincha la patata. —No lo entiendo. No está quemada. ¿Es comestible?

Zee se ríe desde mi otro lado. —¿Sabes qué? Con todas tus opiniones sobre la comida, quizá sea hora de que empieces a aprender a cocinar.

—Claro, puedes enseñarme—, dice. —Oh, espera.

No lo diré por el bien de Zee, pero estoy en el equipo de Rhys con esto.

—Vamos, Asher—, dice Joss. —Déjalo atrás. Fue hace casi un año. Eso bien podría ser veinte años en la tierra de la NHL. Pronto estarás en un equipo, y entonces lo conseguirás. Juega duro, diviértete más. Olvídate de todo al día siguiente. Oye, tal vez puedas firmar con Boston, y...

—Mierda, no—, suelta Kole y luego se congela como si no hubiera esperado que eso fuera en voz alta.

Asher lanza un brazo alrededor de su novio. —No te preocupes, cariño. Quiero firmar con cualquier otro equipo sólo para poder enfrentarme a Joss en el hielo.
—Tráelo, pequeño Panich. No puedo esperar a golpearte contra las tablas. Asher se vuelve hacia mí. Se encuentra con mis ojos por primera vez. —Sabes,
nunca pensé que diría esto, pero es posible que ya no seas mi persona menos favorita.

—Vaya. ¿Debo tomar eso como un cumplido? — Pregunto.

—Sólo estás ganando por poco a Joss, así que yo no me emocionaría demasiado—. Aun así, sus labios casi sucumben a una sonrisa.

—A tu carrera aún le queda una clase de matemáticas. Tal vez para entonces me hayas desbancado del tercer puesto.

Juro que casi se atraganta. —No hay más matemáticas contigo. Recuerdo que mencionaste que había profesores que daban una nota fácil. Voy a necesitar que me des sus nombres.

Interesante. Me inclino hacia atrás en mi silla, extendiendo mi brazo a lo largo del respaldo de la de Zee. —¿Estás diciendo que tengo influencia sobre ti?

—Ah, ¿qué?

Kole gime. —Preveo un montón de trabajo de niñeras en nuestro futuro.

—Empezando por esta noche—. Aprieto los hombros de Zee. —¿Pasamos la noche en casa?

—Creo que me va a gustar este arreglo. ¿Cuántos semestres faltan para que vuelvas a cursar matemáticas?

—Y de repente, Zee ha alcanzado a Joss en la primera posición—, dice Asher.

Joss me extiende la mano para chocar los cinco. —Estamos ascendiendo en el mundo.

—No voy a chocar los cinco por eso.

—¿Le gusto a alguien en esta casa?— pregunta Joss.

Todos miramos alrededor de la mesa, pero nadie dice nada.

Hasta que Zee estalla en carcajadas. —Sabes que te quiero, Joss, pero al igual que con nuestros compañeros, tienes la costumbre de cabrear a la gente sin ni siquiera intentarlo.

Un golpe de suerte | ZeeNuNew Donde viven las historias. Descúbrelo ahora