cap: VIX Ecos del pasado y nuevas decisiones

38 4 1
                                    


El silencio de la noche se rompía ocasionalmente por el susurro del viento, que atravesaba las copas de los árboles como un eco de tiempos lejanos. La luna, alta y solitaria, iluminaba tenuemente el sendero que llevaba a la pequeña cabaña donde Tn se encontraba, sus pensamientos como un torrente desbordado. La luz plateada bañaba el paisaje con una calma engañosa, como si el mundo hubiera hecho una pausa solo para observar el luto de una joven guerrera.

Sentada junto al fuego, sus manos descansaban sobre sus rodillas, pero su mente no hallaba reposo. Las llamas danzaban frente a ella, pero no lograban calentar el vacío que sentía en su pecho. Las palabras de su padre aún resonaban en su interior, como un eco interminable que se mezclaba con el dolor que había tratado de contener desde la noticia de la muerte de Hikari. Una parte de ella se negaba a aceptar la realidad, mientras la otra intentaba lidiar con una verdad irrefutable: Hikari ya no estaba, y jamás volvería a escuchar su risa despreocupada o sentir la calidez de su apoyo.

Había pasado poco tiempo desde aquella fatídica batalla, pero para Tn, cada día desde entonces había sido una eternidad de silencio y desorientación. En sus sueños, todavía veía el rostro de su maestra, brillante y decidido, como un faro en medio de la oscuridad. Pero esos recuerdos, que antes la confortaban, ahora se convertían en dagas que desgarraban su corazón.

El viento se colaba por las rendijas de la cabaña, ululando como si la propia naturaleza compartiera su luto. La madera crujía suavemente bajo sus pies cuando se levantó, incapaz de seguir sentada en ese espacio tan pequeño, tan lleno de recuerdos. Dio unos pasos hacia la ventana, donde el cielo nocturno parecía extenderse sin fin, y se preguntó si Hikari, en algún lugar más allá de ese horizonte, aún la observaba.

—¿Es así como termina? —se preguntó en voz baja, su aliento empañando el cristal. La soledad se sentía como un peso ineludible, y por primera vez en mucho tiempo, Tn no supo cuál era su próximo paso.

Yoriichi observaba a su hija desde la distancia, su presencia tan silenciosa como siempre, pero llena de un peso que solo aquellos que han sufrido grandes pérdidas podían cargar. Sabía que no había palabras que pudieran aliviar la herida que Tn llevaba en el alma, pero también sabía que su simple presencia, su apoyo incondicional, podría ser un ancla en ese mar de emociones que la arrastraba. Las noches pasaban y el dolor de su hija no disminuía, sino que parecía transformarse, cada vez más profundo, más oscuro. Pero él estaba allí, esperando pacientemente a que el silencio entre ellos fuera roto.

—El dolor nunca desaparece, hija —susurró Yoriichi al fin, su voz profunda y tranquila, casi como si hablara no solo con ella, sino también con los fantasmas de su propio pasado—. Pero aprendemos a vivir con él, a encontrar fuerza en aquellos que hemos perdido.

Tn levantó la vista, encontrando los ojos de su padre. En ellos, no solo veía la calma imperturbable de un guerrero, sino también el reflejo de un hombre que había conocido el abismo de la pérdida y había sobrevivido a él. Aunque Yoriichi rara vez expresaba sus sentimientos, la tristeza que había en su mirada le decía que él entendía el dolor más de lo que ella había imaginado. Había algo reconfortante en esa conexión silenciosa entre ambos, una comprensión mutua que no requería palabras.

—Hikari me enseñó más que técnicas de combate, papá —murmuró Tn, con una voz que apenas contenía el dolor, quebrada por la pérdida que sentía—. Me enseñó a luchar por lo que creo, a no rendirme. Pero… ¿cómo sigo ahora que ella no está?

La pregunta flotó en el aire, suspendida entre ambos. Yoriichi se acercó lentamente, su figura alta proyectando una sombra alargada bajo la tenue luz de las velas. A pesar de la distancia emocional que a veces los separaba, en ese momento se sentía más cercano que nunca. Arrodillándose frente a su hija, su mano, firme pero gentil, se posó sobre el hombro de Tn, como una promesa silenciosa de apoyo.

—Sigues por ella, Tn —dijo Yoriichi, con un tono que contenía sabiduría y empatía—. Sigues por todo aquello que te enseñó, por el legado que dejó en ti. Las personas que amamos nunca se van del todo; viven en nuestras acciones, en nuestras decisiones, y en cada paso que damos hacia adelante.

El fuego crepitaba suavemente entre ellos, y en ese momento, Tn sintió que algo dentro de ella cambiaba. No era que el dolor desapareciera, pero la incertidumbre comenzaba a disiparse. Hikari no solo había sido su maestra, sino también su guía, su amiga. Y ahora, debía honrar su memoria continuando el camino que habían recorrido juntas.

Los recuerdos comenzaron a fluir, uno tras otro: las tardes de entrenamiento bajo el sol ardiente, las noches compartiendo historias junto al fuego, la risa inquebrantable de Hikari que siempre lograba calmar cualquier tormenta interna. Todo aquello seguía vivo en ella, latiendo en lo más profundo de su ser.

—Tienes razón —dijo Tn con más firmeza, su mirada encendida con una nueva determinación—. Honraré a Hikari. No dejaré que su sacrificio sea en vano.

Yoriichi asintió, con una leve sonrisa que, aunque contenía su propio dolor, también mostraba el orgullo de un padre que veía crecer a su hija en medio de la adversidad.

—Hikari estaría orgullosa de ti —murmuró—. Y yo también lo estoy.

La joven cazadora respiró profundamente, sintiendo cómo el peso de la pérdida aún persistía, pero ahora había algo más. Un propósito, una promesa silenciosa. Se acercó a la katana que descansaba cerca del fuego, su hoja reflejando el resplandor de las llamas. Con manos temblorosas, la sostuvo, y al hacerlo, sintió como si Hikari estuviera a su lado, guiándola una vez más.

El futuro aún era incierto, pero Tn sabía una cosa con certeza: seguiría adelante, no solo por ella, sino por todas las personas que habían creído en su fortaleza, especialmente Hikari. Y mientras el viento ululaba fuera, ya no se sentía sola. Las voces del pasado no eran ecos vacíos, sino un recordatorio de que, en el dolor, también se hallaba la fuerza para reconstruirse.

---

~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡
Este cap quería que se centrara en fortalecer un poco la relación padre e hija, que les parece? ^^ nos vemos en el próximo capítulo byeee (editado)

𝑳𝒂 𝒉𝒆𝒓𝒆𝒅𝒆𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒔𝒐𝒍𝒂𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora