Habían pasado dos años desde la misión en la cueva. Dos años desde que Tn dejó atrás la última pizca de inocencia, desde que entendió que el precio de su promesa no se pagaría solo con esfuerzo, sino con vidas. A los doce años, su cuerpo y su mente llevaban las marcas de una vida que pocos podrían soportar. Su rango de cazadora, ahora en Kanoe, era un logro casi inédito para alguien tan joven, y cada día su nombre resonaba entre los cazadores con una mezcla de respeto y desconcierto.
En una tarde de verano, Tn estaba entrenando con su katana en el bosque, concentrada en un tronco marcado como objetivo. Los rayos del sol que se colaban entre las hojas iluminaban su rostro serio, enfocado en cada movimiento. Se movía con precisión, como si cada golpe fuera una expresión de sus recuerdos y promesas. Cada vez que blandía la katana, las imágenes de Kaito, Hikari y Haru aparecían en su mente, empujándola a ser más rápida, más fuerte.
De pronto, sintió una presencia. Bajó la katana y volteó lentamente, encontrándose con un cazador de más edad, de aspecto endurecido y una cicatriz que cruzaba su mejilla.
—Así que eres la famosa Tn, ¿eh? —dijo el cazador, mirándola con curiosidad. Sus ojos brillaban con una mezcla de admiración y compasión. —Eres más joven de lo que pensé, pero tus movimientos… no he visto a nadie entrenar con tanta determinación en años.
Tn asintió en silencio, sus ojos fríos y distantes. No estaba acostumbrada a los elogios ni a las conversaciones casuales. Desde hace mucho, su mundo se había reducido a su promesa y al filo de su katana.
—He oído historias sobre ti, sobre lo que pasaste en la cueva y cómo ascendiste tan rápido. —El cazador dio un paso hacia ella, midiendo su reacción. —Algunos te consideran un prodigio… otros creen que estás caminando hacia un abismo.
Tn levantó la mirada, sus ojos serios, y su voz salió firme y baja. —Hice una promesa. No estoy aquí para complacer a nadie ni para probarme a mí misma. Cada demonio que derroto es un paso más hacia mi objetivo. Eso es todo.
El cazador la observó en silencio, como si sus palabras le revelaran algo profundo. —La fuerza que tienes… también puede ser una carga si olvidas para qué luchas. —Suspiró, como si recordara algo doloroso. —Recuerda, niña… en este camino, perderse es fácil.
Tn no respondió, pero aquellas palabras resonaron en su mente, aunque intentó ignorarlas.
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A lo largo de esos dos años, Tn no solo había perfeccionado su destreza física; su mente se había vuelto implacable. En una misión, le asignaron un grupo de cazadores novatos. Aunque algunos dudaban de su liderazgo debido a su edad, bastó un instante para que los demás entendieran quién era en realidad.
Una noche en la misión, uno de los cazadores, un joven nervioso y asustado, la observaba mientras afilaba su katana junto al fuego.
—¿No tienes miedo? —preguntó en voz baja, su voz temblorosa mientras miraba la oscuridad del bosque. —Dicen que es un demonio antiguo el que estamos rastreando…
Tn no levantó la vista. Siguió afilando su katana con la precisión de alguien que había convertido ese acto en un ritual casi sagrado.
—El miedo es una distracción. Te vuelve débil, —respondió ella, sus palabras tan frías como el filo de su espada. —La única forma de honrar a quienes perdimos es seguir adelante sin vacilar.
El joven cazador la miró con asombro. No era la respuesta que esperaba, pero algo en el tono de Tn le dio la fuerza que necesitaba. Esa noche, cuando enfrentaron al demonio, Tn dirigió al grupo con una frialdad y precisión que sorprendió incluso a los cazadores más experimentados. No hubo lugar para el error, ni para la piedad. Cuando finalmente derrotaron al demonio, uno de los cazadores veteranos se acercó y le dio una palmada en el hombro, un gesto silencioso de respeto.
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Ahora, dos años después de aquella cueva, Tn se encontraba en una nueva misión, esta vez sola. Se había vuelto habitual para ella trabajar sin compañía, y lo prefería así. La luna llena iluminaba su camino mientras avanzaba por un pueblo desierto, buscando rastros de un demonio que había atacado a la aldea en noches recientes. Su cuervo, Yoru, graznaba suavemente desde una rama cercana, vigilante.
Mientras recorría las calles, notó algo extraño: las puertas de las casas estaban marcadas con extraños símbolos de tinta oscura, como advertencias.
Un cazador apareció de entre las sombras, un conocido de Tn que llevaba años en la organización. Tenía una expresión de alarma y se acercó rápidamente a ella.
—Tn, no deberías estar aquí sola. Este demonio… no es como los otros. —Su voz tenía un tono de urgencia que Tn no pudo ignorar.
Tn levantó una ceja, mirándolo fijamente. —He enfrentado a demonios antes. No necesito a nadie que me cuide.
El cazador asintió, pero sus ojos revelaban una preocupación genuina. —Lo sé. Pero este demonio… no solo ataca físicamente. Destruye a sus víctimas desde adentro. Se alimenta de sus miedos y recuerdos, toma la forma de las personas que has perdido.
Por un instante, Tn sintió una leve punzada de inquietud, algo que no había sentido en mucho tiempo. Si el demonio podía invocar los rostros de quienes ya no estaban… ¿significaba que volvería a ver a Kaito, Hikari y Haru? La idea no la asustaba, pero sí encendía una llama en su interior que no esperaba.
—Entonces mejor que empiece a correr, porque no pienso dejar que escape, —dijo, con un tono decidido.
El cazador la observó un momento y asintió en silencio, dejando que siguiera su camino. Tn avanzó, sus pasos firmes, mientras las sombras de las casas parecían cerrarse a su alrededor.
De pronto, escuchó una risa suave, familiar, que provenía del fondo de un callejón oscuro. Se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza por primera vez en mucho tiempo. Era imposible, y lo sabía, pero el sonido era idéntico a la risa de Kaito.
Las sombras parecían moverse a su alrededor, formando figuras que reconocía demasiado bien. Frente a ella, vio la silueta de Hikari, su figura erguida y su mirada serena. A su lado, Haru, con su sonrisa amable, pero esta vez con un toque oscuro en sus ojos. No era real, y lo sabía, pero verlos ahí, aunque fuera una ilusión, fue un golpe que no esperaba.
—¿No nos echaste de menos, Tn? —La voz de Hikari resonó, dulce y dolorosa, como un eco de recuerdos pasados.
Tn apretó la katana con fuerza, sus nudillos blancos, pero no bajó la mirada. Estos no eran sus amigos; eran sombras manipuladas por el demonio, y eso solo alimentaba su furia.
—Voy a destruirte por lo que estás haciendo, —murmuró entre dientes, sus ojos ardiendo con una fría determinación. La silueta de Kaito se rió de nuevo, pero Tn avanzó, su katana lista para hacer frente a cada ilusión.
Esta noche, se enfrentaría no solo a un demonio, sino a las sombras de su propio pasado. Sabía que no podía permitirse titubear; cada paso hacia adelante era una reafirmación de su promesa.
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Gracias por leer ^^, nos vemos en el proximo cap byeee
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𝑳𝒂 𝒉𝒆𝒓𝒆𝒅𝒆𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒔𝒐𝒍𝒂𝒓
Fanfictionla heredera de la respiración solar T/N Tsugikuni hija del creador y pilar del sol YORICHI TSUGIKUNI, quien vio como mataban a su amada y secuestrar a su pequeña hija . ¿cuál será la relación con los pilares luego de más de 300 años ? Podrá ella s...