La cueva era fría y húmeda. El sonido del agua goteando en la distancia resonaba como un tambor que marcaba el paso del tiempo. Cada eco se multiplicaba en las paredes de piedra, amplificando la sensación de vacío y peligro que envolvía al grupo. El aire, cargado de humedad, pesaba sobre sus cuerpos como una manta invisible, y cada paso que daban levantaba una nube de polvo antiguo.Tn caminaba en silencio, su mente un remolino de pensamientos, pero su exterior era impenetrable. No podía permitirse mostrar duda o miedo. El eco de las muertes que había presenciado, de Kaito y Hikari, resonaba en su mente, pero no como un dolor punzante, sino como un recordatorio implacable de lo que había perdido y de lo que estaba dispuesta a hacer para cumplir con su promesa. No había espacio para el dolor.
Haru caminaba cerca de ella, su respiración audible en la quietud. A diferencia de Tn, él no había aprendido aún a ocultar su inquietud. Sabía que algo iba mal, algo en la cueva le daba mala espina desde que habían entrado. Sus ojos se movían de un lado a otro, observando cada sombra, cada rincón. Sin embargo, mantenía un silencio respetuoso, no quería que Tn lo viera con miedo. Admiraba su fuerza, la forma en que parecía capaz de enfrentarse a cualquier cosa sin pestañear.
—¿Estás bien? —preguntó finalmente, su voz baja, casi susurrando, como si temiera perturbar el silencio.
Tn no respondió de inmediato. Sus pensamientos estaban en otro lugar, en los cuerpos que habían encontrado, en la sombra que sentía moviéndose alrededor de ellos. Finalmente, habló, pero su tono era distante, casi ausente.
—Nada en este lugar está bien. Pero eso no cambia lo que tenemos que hacer.
Haru tragó saliva. No esperaba que Tn lo calmara; sabía que ella no era ese tipo de persona. Pero había algo en su forma de hablar, en su indiferencia hacia el peligro, que lo hizo sentir aún más pequeño. Aun así, su determinación no flaqueaba. Quería protegerla, incluso si ella no necesitaba ser protegida.
El grupo continuaba adentrándose en la cueva, y la oscuridad parecía devorarlos. Las sombras jugaban con sus mentes, pero Tn permanecía impasible. El miedo era un lujo que no podía permitirse.
Los restos de los cazadores aparecieron ante ellos, un espectáculo macabro que habría aterrorizado a cualquier otro grupo. Los esqueletos se mezclaban con las rocas y el polvo, sus katanas oxidadas brillando débilmente bajo la luz de las antorchas. Haru retrocedió un paso, sorprendido por la cantidad de cuerpos.
—¿Cuántos...? —murmuró, con la garganta seca.
—Demasiados —respondió Tn, su voz plana. Su mirada era fría, calculadora. Los huesos, los restos, no le afectaban. Eran simplemente otra advertencia de lo que podía pasarle a cualquiera que no estuviera preparado. Pero ella lo estaba.
El traidor del grupo, un joven que había permanecido callado hasta entonces, rompió el silencio de manera abrupta.
—No tienen idea de lo que están enfrentando. —Su voz, distorsionada por el miedo o algo más oscuro, resonaba con una maldad que no le pertenecía. —Este lugar ya está condenado. Ustedes ya han perdido.
Tn ni siquiera lo miró. Había enfrentado a la muerte demasiadas veces como para dejarse intimidar por las palabras de un cobarde.
—Tus palabras no cambian nada.—respondió, fría como el acero de su katana.
El joven traidor se giró hacia ellos, sus ojos llenos de desesperación. —¡Él me prometió salvarme! El demonio me dijo que me dejaría vivir si lo ayudaba... ¡No tienen ninguna posibilidad aquí!
Antes de que Haru pudiera reaccionar, una figura se deslizó desde la oscuridad. La presencia era abrumadora, sofocante, como si la cueva misma la hubiera invocado. Era una de las Doce Lunas Demoníacas, una menguante y su poder resonaba en cada piedra de aquel lugar maldito.
—Así que ustedes son los cazadores que han venido a morir, —dijo el demonio, con una voz suave, casi burlona.
Sus ojos brillaban con una malicia que perforaba la oscuridad.Tn no respondió.No había nada que decir.
Haru, sin embargo, no podía quedarse quieto. A pesar del miedo, de la evidente disparidad de poder, se lanzó hacia el demonio con un rugido de desafío.
—¡Tn, corre! —gritó, blandiendo su katana. Sabía que no tenía ninguna posibilidad, pero no podía dejar que Tn enfrentara sola a ese monstruo.
Tn no corrió.Simplemente observó. Sabía que Haru estaba sacrificándose por ella, pero también sabía que su sacrificio era inútil. El demonio lo superaba en todos los sentidos.
Haru luchó con valentía, pero fue solo cuestión de segundos antes de que el demonio lo derribara. Su sangre se derramó en el suelo, manchando las piedras antiguas de la cueva. Sus últimas palabras resonaron en el aire mientras caía.
—Tn... no te... rindas...
Tn permaneció en silencio.No se permitió sentir dolor. No podía. Había perdido a Kaito, había perdido a Hikari, y ahora Haru también se había ido. El sacrificio era parte del juego. La muerte no era un enemigo, era una constante.
El demonio la miró, divertido por su frialdad. —¿Ni siquiera lloras por tu amigo? Qué criatura tan vacía eres.
Tn lo miró directamente a los ojos.Su voz salió, helada y firme.
-Llorar no sirve de nada. Tú ya estás muerto. Solo no lo sabes aún.
Y entonces atacó. Sus movimientos eran precisos, calculados. Cada golpe estaba cargado con la fuerza de sus promesas, de las vidas que había jurado honrar..No había furia, solo una fría determinación. El demonio intentó contraatacar, pero Tn anticipaba cada movimiento, cada paso. Había aprendido demasiado para caer ante un monstruo como él.
—Este es tu final, —dijo Tn en un susurro, mientras atravesaba al demonio con su katana. —Ni siquiera mereces recordar sus nombres.
El demonio gritó mientras su cuerpo se desintegraba, y las sombras de la cueva lo devoraban por completo. Tn se quedó en silencio, su katana aún vibrando por el impacto.
Se volvió hacia el cuerpo de Haru, su expresión tan fría como cuando empezó. La muerte era parte del camino.No había espacio para el dolor.
Los aldeanos se acercaron lentamente, con gratitud en sus ojos, pero Tn no los miró. Sabía que había cumplido su parte. No había victoria, solo supervivencia.
Yoru, su cuervo, graznó suavemente desde lo alto. El camino de Tn estaba lejos de terminar.
—Esto no es el final, —murmuró, con la misma frialdad con la que había acabado con el demonio.
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Gracias por leer chauuu
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𝑳𝒂 𝒉𝒆𝒓𝒆𝒅𝒆𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒔𝒐𝒍𝒂𝒓
Fanfictionla heredera de la respiración solar T/N Tsugikuni hija del creador y pilar del sol YORICHI TSUGIKUNI, quien vio como mataban a su amada y secuestrar a su pequeña hija . ¿cuál será la relación con los pilares luego de más de 300 años ? Podrá ella s...