Sombras de Venganza: El Juego de la Ilusión

166 7 0
                                    

El aire de Konoha era cálido esa mañana, pero en el interior de Ayame Ichiraku, todo estaba helado. Mientras atendía a los clientes en el puesto de ramen de su padre, su mente estaba lejos, absorta en pensamientos oscuros que había estado alimentando durante años. Cada vez que veía a Naruto, una extraña mezcla de resentimiento y rabia le invadía.

Ayame (pensando): *Ese niño…* —frunció el ceño mientras limpiaba uno de los tazones— *Es la razón por la que mamá ya no está aquí.*

Desde que era pequeña, había sido testigo del dolor que la aldea había sufrido durante el ataque del Kyūbi. Pero para Ayame, esa catástrofe no solo era un evento del pasado; era una herida abierta que seguía doliendo cada día. Su madre había muerto esa noche, y su vida había cambiado para siempre. Aunque los aldeanos lo veían como un héroe en potencia, Ayame veía a Naruto como el recipiente de la bestia que había destruido todo lo que ella amaba.

Mientras colocaba los tazones limpios sobre la barra, el impulso de vengarse crecía más dentro de ella. No podía enfrentarlo directamente; no era una ninja, y sabía que nadie la apoyaría en un ataque abierto contra el hijo del Cuarto Hokage. Pero había otras formas de hacer que sufriera. Si no podía herirlo físicamente, podría hacerlo de una manera más sutil y mucho más dolorosa.

Ayame(pensando): *Naruto es solo un niño... pero puedo hacer que sienta el mismo dolor que yo he sentido. Puedo usar su inocencia en su contra. Haré que confíe en mí, que se enamore de mí... y cuando esté completamente bajo mi control, lo destrozaré.*

Sonrió para sí misma al imaginar el sufrimiento que podría causarle. Pero su plan no terminaría ahí. Sabía que el verdadero golpe sería si lograba atraer la atención de su padre, Minato. Hacer que el Cuarto Hokage, el hombre que Naruto adoraba, la prefiriera a ella sería la humillación definitiva para él.

Esa tarde, Ayame decidió que era el momento de actuar. Sabía que Naruto entrenaba todos los días con Minato en los campos cercanos a la aldea, y planeaba interceptarlo en algún momento. No tendría que hacer mucho; su plan era sencillo. Aprovecharía la inocencia de Naruto y lo atraparía en una red de mentiras y falsas promesas.

Mientras caminaba por el bosque en dirección a los campos de entrenamiento, sus pensamientos se volvían cada vez más claros. No solo quería que Naruto sufriera, quería verlo completamente devastado. Pero para lograrlo, tendría que ser paciente y estratégica.

Llegó al borde del campo de entrenamiento justo cuando Minato estaba terminando la sesión con su hijo. Naruto, como siempre, estaba lleno de energía y entusiasmo, intentando demostrar su valía frente a su padre. Minato, paciente y atento, lo corregía con una sonrisa y palabras de aliento.

Ayame (pensando): *Qué familia perfecta parecen… pero pronto todo eso se desmoronará.*

Cuando Minato se despidió de Naruto, dejándolo entrenar un poco más solo, Ayame vio su oportunidad. Esperó a que Minato se alejara lo suficiente antes de acercarse a Naruto, quien estaba practicando algunos movimientos básicos.

Ayame: "¡Hola, Naruto!" —su voz era suave, casi cantarina.

Naruto se giró sorprendido, con una mezcla de curiosidad y confusión en su rostro. No estaba acostumbrado a que las chicas mayores le hablaran, y mucho menos con tanta amabilidad.

Naruto: "Oh, hola… tú eres del puesto de ramen, ¿verdad?" —preguntó mientras se frotaba la cabeza, algo nervioso.

Ayame: "Sí, soy Ayame. Te he visto entrenar con tu papá. ¡Eres realmente increíble! Se nota que te esfuerzas mucho." —dijo con una sonrisa que ocultaba perfectamente sus verdaderas intenciones.

Los ojos de Naruto se iluminaron ante el cumplido. No estaba acostumbrado a recibir elogios, y mucho menos de alguien como Ayame. Para él, este era un momento completamente nuevo.

Naruto: "¡¿De verdad lo crees?! ¡Voy a ser el mejor Hokage algún día, dattebayo!" —exclamó con orgullo, hinchando el pecho.

Ayame: "No lo dudo ni por un segundo. ¿Sabes? Me encantaría conocerte mejor, Naruto. Quizás podríamos pasar más tiempo juntos… me caes bien." —su voz era dulce, casi demasiado, pero Naruto no lo notó. En su mente, este era el inicio de algo increíble.

Naruto se sonrojó al escuchar esas palabras. Era la primera vez que una chica le decía algo así, y su corazón comenzó a latir más rápido. Sin saber cómo reaccionar, simplemente asintió con entusiasmo.

Naruto: "¡Eso sería genial! ¡Me encantaría pasar más tiempo contigo!"

Ayame: "Perfecto. Nos veremos pronto entonces, Naruto." —le guiñó un ojo antes de alejarse, dejando a Naruto boquiabierto, aún procesando lo que acababa de ocurrir.

Esa noche, mientras Naruto se preparaba para dormir, no podía dejar de pensar en Ayame. Algo en ella lo hacía sentir especial, como si finalmente alguien lo viera más allá del jinchūriki que todos conocían. Su corazón latía con fuerza, y no podía evitar sonreír mientras pensaba en ella.

Naruto (pensando): *¿Esto es lo que se siente cuando te gusta alguien? ¿Es esto… amor?*

Sin embargo, en el fondo de su mente, una pequeña voz le decía que algo no estaba del todo bien. Pero era demasiado ingenuo para entender lo que realmente estaba ocurriendo.

Por otro lado, en su habitación, Ayame sonreía para sí misma. Sabía que Naruto ya estaba atrapado en su red. Había sido demasiado fácil, y pronto sería completamente suyo.

Ayame (pensando): *Es solo el principio. Naruto confiará en mí completamente… y cuando lo haga, lo destruiré.*

Pero su plan no terminaba con Naruto. Ayame sabía que el verdadero golpe sería si lograba captar la atención de Minato. Si podía acercarse lo suficiente al Cuarto Hokage, podría usar esa relación para humillar a Naruto de una manera que nunca olvidaría.

Ayame(pensando): *Si logro que Minato me preste atención… Naruto no solo sufrirá, estará completamente devastado. Ver a su propio padre preferirme a mí… será la venganza perfecta.*

En los días siguientes, Ayame comenzó a acercarse más a Naruto. Cada día aparecía en los momentos más oportunos, ofreciéndole palabras de aliento y una sonrisa que lo hacía sentir especial. Naruto, sin darse cuenta, empezó a depender emocionalmente de Ayame, buscando su atención y aprobación en cada interacción.

Lo que Naruto no sabía era que Ayame lo estaba manipulando. Cada conversación, cada gesto amable, era parte de un plan cuidadosamente trazado para ganar su confianza y luego destrozarlo desde adentro.

Naruto: "Ayame-chan, ¿me acompañarías al campo de entrenamiento mañana?" —preguntó con entusiasmo una tarde, con la esperanza de pasar más tiempo con ella.

Ayame: "Claro, Naruto. Me encantaría verte entrenar." —respondió con una sonrisa que ocultaba sus verdaderas intenciones.

Mientras tanto, Ayame también estaba trabajando en acercarse a Minato. A diferencia de Naruto, Minato era más astuto y difícil de engañar, pero Ayame sabía que si jugaba bien sus cartas, eventualmente podría llamar su atención. Sabía que no podía ser tan directa con él como lo había sido con Naruto; tendría que ser más sutil.

Un día, mientras Naruto y Minato entrenaban en el mismo campo de siempre, Ayame decidió aparecer de nuevo. Esta vez, sin embargo, su objetivo era Minato. Se acercó justo cuando Minato le estaba dando a Naruto algunos consejos sobre una técnica básica.

Ayame: "¡Hola, Minato-sama!" —dijo con una inclinación respetuosa, pero con una sonrisa encantadora.

Minato levantó la vista, sorprendido al ver a Ayame allí, pero le devolvió la sonrisa cortésmente.

Minato: "Hola, Ayame. ¿Qué te trae por aquí?"

Ayame: "Solo pasaba por aquí y pensé en ver cómo iban tus entrenamientos con Naruto. Siempre es impresionante ver cómo entrenas a tu hijo."

Minato asintió, agradecido por el cumplido, pero no sospechaba nada. Para él, Ayame solo era la hija del dueño del puesto de ramen, alguien con quien no había tenido mucha interacción.

Naruto traicionado por ayame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora