La luz de la mañana se filtraba a través de las delgadas cortinas de mi cuarto, bañando el pequeño espacio con una calidez suave. Me desperté sintiendo una mezcla de emociones que no sabía bien cómo definir: un cosquilleo en el estómago que no era exactamente nerviosismo, pero tampoco tranquilidad. En el borde de la cama, mi teléfono vibró, trayéndome de vuelta a la realidad.
Lo tomé, todavía somnolienta, y mi corazón dio un vuelco cuando vi el remitente del correo. Scuderia Ferrari F1 Team. Mis dedos temblaban mientras abría el mensaje, y me quedé sin respiración cuando leí las primeras líneas.
"Estimada Arianna Rossi, nos complace informarle que ha sido seleccionada para ocupar el puesto de ingeniera aerodinámica en nuestro equipo. Le damos la bienvenida a Ferrari..."
Cerré los ojos y respiré profundamente. No podía ser real. Tras meses de esfuerzo, tras incontables noches sin dormir, dudas y entrevistas tensas, había llegado. El sueño que había tenido desde que era una niña observando las carreras de Fórmula 1 junto a mi padre en la televisión, se había hecho realidad. Era ingeniera de Fórmula 1. Y no en cualquier equipo... en Ferrari.
Salté de la cama, sin preocuparme por el estado de mi cabello enredado o por los restos de sueño en mis ojos. ¡Ferrari! Era casi imposible creerlo. Tomé el teléfono con ambas manos, temiendo que se me cayera de la emoción. Inmediatamente, mi mente fue a Bianca. Tenía que contarle, tenía que compartir esta noticia con la persona que siempre había estado allí, mi amiga desde la universidad, la que había visto de cerca cada paso que había dado para llegar aquí.
Corrí al pequeño salón del apartamento que compartíamos en el centro de Roma. Bianca estaba en la cocina, preparándose un café, con su melena rizada cayendo despreocupadamente sobre sus hombros.
—¡Bianca! —exclamé, mi voz era casi un grito.
Ella levantó la vista, extrañada, sosteniendo la taza de café a medio camino entre el mostrador y sus labios.
—¿Qué pasa? —preguntó, arqueando una ceja. Mi energía sin duda la había sorprendido, pero no estaba preparada para lo que venía.
—¡Me dieron el puesto! —Las palabras salieron atropelladamente de mi boca. El puesto. El trabajo en Ferrari. Mi sueño, nuestro sueño.
Bianca dejó la taza en el mostrador y cruzó el espacio que nos separaba en dos grandes zancadas, envolviéndome en un abrazo tan fuerte que casi me deja sin aire.
—¡No te creo! ¡Lo lograste! —exclamó mientras se separaba, sus ojos oscuros brillando con emoción.
Yo asentí, tratando de procesar todo. Había tantas preguntas que quería hacer, pero sobre todo, me invadía una sensación de alivio, de logro.
Nos sentamos en la mesa del comedor, el aroma del café impregnando el aire a nuestro alrededor. Mientras hablábamos, compartiendo el momento, empecé a pensar en todo lo que me había llevado a este punto. A lo largo de los años, había tenido que esforzarme el doble para demostrar mi valía, no solo en la universidad sino también en casa, donde la presión era constante. Mi familia siempre había esperado la perfección de mí, una expectativa que se sentía más pesada a medida que pasaban los años.
Ser la hija mayor en la familia Rossi no había sido fácil. Mis padres, especialmente mi padre, siempre habían puesto todas sus esperanzas y expectativas sobre mis hombros. En cierto modo, esa presión fue lo que me impulsó a perseguir este sueño, a dedicarme por completo a la ingeniería y a luchar por un puesto en la Fórmula 1. Sin embargo, también fue lo que me hizo sentir muchas veces que no era suficiente, que nunca lo sería.
Y luego estaba Tomás, mi hermano menor. Él era todo lo que yo no era: relajado, extrovertido, despreocupado. A pesar de no tener las mismas responsabilidades ni las mismas expectativas sobre él, mis padres siempre lo trataban como si no hubiera hecho nada mal en su vida. Si él sacaba una calificación mediocre, lo felicitaban por el esfuerzo. Si yo obtenía una calificación sobresaliente, me preguntaban por qué no había sido perfecta. A veces me preguntaba si ellos notaban esa diferencia, o si simplemente era algo que existía en mi cabeza.
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Carrera al Amor | Franco Colapinto
FanficArianna Rossi, una ingeniera de 21 años, ha alcanzado su sueño al unirse al equipo de Ferrari en la Fórmula 1. Perfeccionista y determinada, está lista para demostrar su valía en el exigente mundo de las carreras, convencida de que lo más complicado...