Capítulo 1

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Una mañana normal, igual a todas las demás, eso había pensado pero cambio cuando cruce miradas con aquel joven bajo el árbol.

—Kaira, ¿dónde estabas tan temprano? —preguntó una señora de edad entrada, su cabello rojo era más teñido qué el mío.

Mi cabello zanahoria era el dilema de la familia, cuando mi padre de cabello café estaba orgulloso de que heredara el tono de mi madre.

—Fui por manzanas para los pasteles —mi voz suave era para dejar en claro que no era una amenaza y que no quería discutir.

—Perfecto pero deberías tener cuidado, últimamente dicen que el ejército de SOLDADO está cerca de aquí, no sabemos de lo que son capaz.

Una madre preocupada por su familia y su propio hogar.

"Soldado... ¿Ese chico sería parte de ellos?"

Aleje mis pensamientos de curiosidad, no llegaría a nada investigando.

Los pasteles de manzana eran una receta familiar, eran dulces pero no empalagoso, era lo que los hacía famosos y siempre compraban bajo orden dos o tres familias.

Pensé que era feliz y mi vida pacifica seguiría por mucho tiempo, no sabía que tan equivocada estaba, la paz se esfumó cuando vi llegar a tres soldados bien uniformados y al chico de cabello plateado que no pareció reconocerme.

—¿Puedo ayudarlos? —mi voz suave no se alteró, podían ser soldados pero eran personas.

—¿Puedes darnos una prueba gratis? —intentó ser amable el soldado pero al parecer quería comida gratis.

Corte tres pedazos grandes, qué importaba perder un pastel a cambio de la paz del pueblo.

Los soldados lo comieron sin siquiera dar las gracias, mi semblante calmado no cambió en ningún momento.

—¡Esta mejor de lo esperado! —comentó animado mientras seguía comiendo con entusiasmo el pastel.

Su acompañante también lo mordió confirmando sus palabras pero el último joven después de mirarme fue cuando lo mordió para terminarlos en unos bocados.

—¿Puedes darnos uno completo? —comentó el primer soldado.

Lo dudé por unos segundos pero tenía que cobrar.

—Normalmente cuestan cien pero por ser ustedes quienes cuidan a nuestro pueblo puedo cobrarles cincuenta si les parece bien.

Una fina línea apareció en mis labios mientras ellos parecían sorprendidos u ofendidos.

—Lo pagaremos —fueron las palabras del soldado joven que me dio las monedas cuando prepare el paquete.

Los otros dos soldados parecieron avergonzados ante sus palabras.

Los vi irse, el joven no pareció feliz pero al menos era calmado.

—Dios... Agradece a tu hija que salvo nuestro pellejo —una de las vecinas parecía estar de los nervios cuando los soldados pasaron esa misma mañana.

—Lo sé, pensé que había sido imprudente pero afortunadamente no pasó nada.

Era claro que los soldados no eran bien recibidos en todos los lados, entonces, ¿para quienes eran héroes?

No obtuve respuesta pues lo único que vi fueron monstruos enormes qué invadieron la aldea arrasando todo lo que tenía por delante, en aquella fría mañana cuando fui por más manzanas.

El pueblo estaba ardiendo en llamas, vi al gran monstruo cuando su cabeza fue cortada por aquel joven de cabello plateado.

Caminó hasta donde estaba parada sin saber si era un sueño o era la realidad.

Entre dos historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora