Capítulo 4

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En la mañana siguiente todos estábamos con ropa para entrenar.

Luna se había retirado para poder hacer tiempo para ir de compras, yo por mi parte esperaba a los jóvenes que llegaron con sueño.

Ravus aún no llegaba así que me acerque a Ignis quien se vio confundido.

—Buenos días a todos, Ignis, ¿me das un minuto de tu tiempo? —salude a los presentes para parar en el joven que accedió sin problemas.

Nos alejamos un poco del grupo, no mucho en realidad, si hablábamos fuerte seguramente ellos escucharían.

—Quería saber si podemos cambiar la hora de la cena a una comida —comenté mientras él me escuchaba atentamente.

—¿Surgió algún problema? —preguntó preocupado seguramente por si me había pasado algo.

—Bueno, en realidad vine a la ciudad por otro asunto, cuando mi padre se enteró me engatuso en la fiesta —reí un poco nerviosa—, nada de qué preocuparse en realidad.

—De acuerdo, también tengo tiempo para la tarde, déjame avisar al restaurante para cambiar el horario.

Sonreí agradecida con sus palabras.

—Gracias, eres muy atento —sonrió satisfecho comenzando a marcar el teléfono, se alejó lo suficiente para hablar cómodamente.

—Entonces, ¿cazadora nivel ocho? —preguntó el fortachón con una gran sonrisa.

—Gladiolus es el mejor luchador —comentó el rubio orgulloso de su amigo.

—Interesante, ¿qué tal si calentamos un poco antes de que llegue Su Alteza? —pregunté tomando una espada de madera que él también tomó.

—Que así sea.

Ambos comenzamos a movernos con pasos rápidos, se notaba la experiencia de años.

Cuando llegue a este mundo estaba asustada, me enseñaron todo lo que una señorita debía saber pero no me llenaba, no fue hasta que mi padre me dio una daga y comenzó a entrenarme.

El golpe retumbo en mis brazos mientras ambos nos lanzábamos sobre el otro.

Creo que me fue natural tomar una daga y vencer a los monstruos, era como un resentimiento personal, uno que había olvidado pero no mi cuerpo, desde ese día me dedique a ser una cazadora de tiempo completo.

Fue un hermoso empate cuando ambos atacamos en puntos abiertos.

—¡Empate! —fue Ravus quien entró al campo de batalla con una sonrisa satisfecha, detrás de él, Sephiroth quien simplemente me contemplaba.

No entendía del todo de que me conocía él o de donde venía.

Otro problema que resolvería más adelante.

—Ya veo porque eres una cazadora de renombre, no todos le hacen frente a Gladiolus.

—Gracias por sus palabras, Su Alteza.

Una inclinación de mi parte con buena actitud.

—Bueno supongo que ahora podemos enfrentarnos.

Tomó una espada de verdad para mirar a Sephiroth quien no se vio perturbado y simplemente agarró otra.

La confianza que emanaban esos dos hombres me hicieron dudar por su seguridad física.

El resto nos replegamos pero aun así estaba preocupada, tal vez asustada, si peleaban de verdad nadie podría detenerlos.

—¿Estas preocupada por él? —susurró Prompto sin quitar la vista de los guerreros.

—¿Tú no? Siento que estaremos en problemas si se emocionan de más —comente entre risas pero mi mano buscó la suya para aferrarme a mi realidad.

Entre dos historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora