Capítulo 3

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El dolor en mi cuerpo recorrió toda mi espalda, al menos estaba recostada en una cama suave.

—¿Cómo te sientes?

La voz de una mujer me hizo voltear, era una señora de edad avanzada que no conocía.

—¿Dónde estoy? —pregunté un poco asustada.

—Estas en Lucis, bueno, en una parte del reino en la costa.

Me quedé callada sin saber que decir, mis recuerdos...

—No recuerdo nada...

La mujer tomó mi mano cariñosamente con preocupación.

—Te encontramos cerca del mar, a la deriva, ¿sabes tu nombre? —preguntó la mujer paciente.

—Creo que era Kaira...

Una hermosa sonrisa se posó en los labios de la mujer.

—Kaira es un hermoso nombre —sus manos eran cálidas era una sensación agradable.

Su interrogatorio siguió por unos diez minutos más pero no logré responder nada satisfactorio para ambas.

—Pareces tener dieciséis, estas delgada y posiblemente tengas desnutrición —comentó la doctora que me revisaba seria.

—Puedes quedarte en casa, hay mucho lugar en casa.

Y así fue como el tiempo paso, mi nombre se volvió Kaira Ceryra, hija de un teniente del ejército de Lucis.

Pasaron cuatro años donde no recordé nunca quien era pero me volví una joven cazadora, el ejército poco me importaba pues quería una libertad que solo me daría mi oficio.

Sin embargo ese día estaba corriendo entre las paredes de un descampado, la noche había caído y estaba sola.

La primera regla era, nunca te alejes de la luz cuando la noche caiga.

No estaba tan lejos de un pueblo pequeño pero el monstruo fue más rápido cuando mordió mi pierna tirándome al piso.

No estaba tan lejos de la luz pero nadie parecía escuchar.

—¡Suéltame!

Mi pie libre pateo su hocico para tomar un tubo de metal que paro nuevamente los filoso dientes que iban directo a mi cuello, mi mano tanteo el piso oscuro para tomar otro pedazo de metal que clave directamente al cráneo de esa cosa.

Moví el cuerpo inerte que cayó sobre mí.

Respire profundo, fue un gran susto pero por lo menos estaba viva.

—¿Oye estas bien?

La voz de un joven corrió a auxiliar mientras el resto de su equipo terminaba con los monstruos restantes.

Llevaba una luz qué me deslumbro pero su mano me ayudo a pararme y guiarme a la luz.

Me soltó cuando estábamos frente al hostal, sus compañeros se veían preocupados.

—Gracias... Pensé que no la libraba —reí nerviosa por el estrés.

—¿Te encuentras bien?

Fue una pregunta genuina de preocupación.

Al alzar la vista vi a un joven de ojos azules, tal vez violetas entre la oscuridad que me vio preocupado.

—Bonitas pecas.

Los cuatro chicos se quedaron quietos ante mis palabras para después aclarar mi garganta.

—Estoy bien gracias a ustedes.

Entre dos historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora