Los protagonistas de esta culeridad estaban plácidamente dormidos, o al menos uno lo estaba, ya que el otro ahora se encontraba tratando de matar al celular de su novio rubio.
Evan ya estaba hasta la madre de que sonara el celular de su toronjita, y después de la séptima llamada consecutiva, decidió contestar. Era un número desconocido. Respondió una voz masculina, con acento de rancho.
| HEESEUNG |
— MIRE, SEÑOR, NO ME INTERESA CAMBIARME A MOVISTAR, NI COMPRARLE CUALQUIER CHINGADERA QUE VENDA, NI TAMPOCO QUIERO SACAR UNA PINCHE CUENTA DE AHORRO, aparte, no mame, son las ocho de la mañana, váyase a la verga y deje dormir. —Tuve que bajar mi tono de voz o mi Jakesito se iba a despertar.
Estaba a punto de colgar cuando la pinche voz a otro lado del teléfono volvió a sonar.
— ¿Jake? —¿Cómo es que este pinche vendedor de Movistar conocía el nombre de mi limón con patas?
— Si, él habla. —Me voy a hacer pasar por mi bebé para ver qué quiere este pinche chango.
— íjole... Jake, ¡se te agravó la voz! Todavía me acuerdo cuando íbamos al ranchito de la tía Juanita y todos te callabamos porque te la pasabas hablando con tu pito de calabaza, jajaja, bueno, bueno. Te marcaba para ver si querías venir a la boda de mi carnalito, le hace mucha ilusión que vengas. Ya sabes, va a ser algo pequeño, unas 300 gentes nomás, vamos a dar molito di olla con sopita y pollito.
— ¿Y tu eres...? —¿Porqué todo lo que decía el pinche desconocido terminaba en diminutivo?
— ¡Ay! Primo, ¿cómo no vas a saber quién soy? Soy el primo Bangchan. ¿Entonces qué? ¿Si te jalas al bodorrio? —¿Quién chingados es el primo Bangchan? ¿Otro puto sobrado?
— Si. —No me gustan las fiestas, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad de mole y pollo gratis.
— ¡Ya estás, primo! Por cierto, ¿puedes ser el padrinito de servilletas? Hartas gracias. Ahí te dejo, que tengo que ir a ordeñar a las vaquitas. Al rato te mando con más detalle lo de la boda, por el guasap, ya sabes eso de las nuevas tecnologías, cada día avanzamos más... ¡Adiós, primo!
Chingadamadre, este pendejo ni me dejó contestar, ahora ya le enjaretó las pinches servilletas a mi pobre platanito. Aunque claro, obviamente yo iba a pagar las chingaderas esas porque no puedo permitir que mi Jakesito gaste de su dinero. Todo por mi calabacita.
Estaba tan enojado por tener que comprar unas pinches servilletas que aventé bien enfierrado el pinche celular. Con lo que no contaba era que el chingado aparato iba a caer en la maceta de paja de mi rubio.
Mi Jakesito, se levantó de sobresalto y se sobó su cabecita. Me quise hacer el dormido pero ya era demaciado tarde. Jaeyun acababa de levantarse por completo de la cama y se me dejó ir para darme de madrazos. Si hay algo que lo haga enojar, es que no lo dejen dormir sus pinches doce horas completitas de sueño.
. . .
| HEESEUNG |
— Entonces, ¿dices que llamó mi primo Bangchan?
— Si, bebé, ya te dije trece veces que él llamó.
— Y, ¿nos invitó a la boda de su hermano?
— Sí, eso también te lo he dicho trece veces.
Dios santísimo, apiádate de mi. Llevo toda la perra mañana explicándole a Jaeyun que llamó el tal primo Bangchan que usa excesos de diminutivos y que nos invitó a la perra, puta, pendeja, malnacida boda de su pinche hermano. Jake, te quiero mucho, pero no mames, esto ya excede mis niveles de paciencia.
— Entonces... Fue el primo Bangchan. —Y DALE CON LA MISMA CHINGADERA.
— SI, FUE TU PRIMO BANGCHAN, CON ACENTO DE RANCHO, USA EXCESO DE DIMINUTIVOS, CON EL QUE IBAS AL RANCHO DE LA TÍA JUANA, EL QUE TE CALLABA POR TENER PITO DE CALABAZA, TIENE UN HERMANO QUE SE VA A CASAR, Y SI, NOS INVITÓ A LA BODA. —Ví como a mi rayito de sol se le iluminaba la cara.— ¿Por fin te acordaste?
— ¡Por ahí hubieras comenzado! Ay, la tía Juanita, la extraño mucho. Me alegro mucho de que Bangchan se haya puesto en contacto de nuevo.
— Ah, y somos padrinos de servilletas.
— ¿Qué?
. . .
| JAKE |
Evan y yo, ya llevamos un año y medio de relación, ahora vivimos juntos gracias a que su madre lo corrió de la casa. Aunque en realidad no hay mucho cambio, ya que seguimos viviendo en mi apartamento, o sea, el apartamento que está frente al que antes era suyo.
Un día llegó muy consternado a mi apartamento diciendo que su padre había vuelto del gabacho y no podía regresar a su casa por el bien de su salud mental, no supe a qué se refería, y tampoco me quiso explicar el porqué de los ruidos raros de la madrugada, provenientes del ahora apartamento de sus padres. Pero no le di importancia, soy muy feliz con él.
Unos pinches ruidos me sacaron de mi ensoñación romántica con mi novio. Dios, perdóname, Evan me está pegando lo malhablado.
Era mi celular.
— ¿Bueno?
— Jakesito, weeeeeey, ¿cómo estás? Yo estoy de maravilla, me la estoy pasando hiper en el Amazonas, ya sabes, con los animalitos y eso.
— Me alegra que la estés pasando bien, Sunie
— Ay, rey, así estuvieras tu también pero no quisiste acompañarme. Pero don't worry, comprendo que te hayas quedado con el cabello gris oxigenado aquel, después de todo ya casi es su aniversario. Ay, cielo, quién te viera, ya eres todo un hombre. Pero bueno, te dejo, ahorita tengo que ir a hacer un trabajo super heavy, te me cuidas, nene, besos.
— Cuidate, Sunie. Adios.
Estaba muy feliz por mi amigo, ahora se había convertido en un filántropo y amante de la naturaleza, ahora mismo se encontraba en el Amazonas cuidando de una tribu amenazada. Evan y él ya se llevaban bien, o bueno, al menos ya no armaban una pelea cada que se veían.
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