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—No creí encontrarme contigo aquí. —Nourian se rasca la cabeza con cara de incomodidad, ambos nos encontrábamos frente a la puerta principal, por fuera de la casa.

—Pues si consideramos que estás en el hogar de mi hermana y su familia...—ríe y yo le dedico una sonrisa ladina.

—Lo sé, mi error, perdón, quise decir que...—carraspea y evade mis ojos—, no pensé que te encontraría en mis días de trabajo —deja un lapso de silencio para después continuar—, o en cualquier ámbito de trabajo en general. —su risita es nerviosa y sólo quise sonreír como el gato Cheshire por lo gracioso que era verlo así de apenado.

—Supongo que era de esperarse, ¿no? —él frunce el ceño desconcertado para finalmente mirarme.

—¿A qué te refieres?

—Sí, eres popular en varias facultades sin siquiera intentarlo —encojo mis hombros—, no me sería raro que también seas reconocido por tu trabajo fuera de la universidad.

—¿Es acaso ese un alago, señorita Sallow?

—Depende.

—¿De qué?

—Depende del lado en que lo mires.

—¿Qué es lo que estás insinuando? —no sé si me lo estoy imaginando o realmente me está dando una sonrisa coqueta.

—Puede que esté alagando tu talento, así como tu famosa amargura, quien sabe. —ríe.

—Eres mala. —acusa risueño.

—¿Mala yo? Habla quien se la ha pasado fastidiando a todos a su alrededor sólo por puro pasatiempo.

—Es mi pasatiempo favorito. —asiente resignado, pero con una sonrisa de labios cerrados tan amplia, como si estuviera orgulloso a su vez.

—¿Ves? Ni siquiera lo niegas —reímos, pero cuando nos quedamos en silencio él acomoda sucesivamente su cabello—. Se te ve bien.

—¿Qué cosa? —bueno, tus outfits siempre son icónicos, el ligero lápiz negro que te pones en la línea de agua de tus ojos, los accesorios y anillos silenciosos que te dan un toque elegante cada vez que pasas...podría extenderme más, pero me limité a decir el punto de lo que me estaba refiriendo.

—Tu cabello ondulado que, a pesar de vivir en la playa, siempre lo llevas liso. Pero hoy no.

—¿En serio lo crees? —asiento y Edevane prosigue—. He vivido desde siempre aquí, pero nunca me ha gustado llevar mi cabello ondulado, los fines de semana son la excepción, son los días de dejarlo descansar...

—Y llevarlo al natural. —termino por él y simplemente asiente silencioso.

—En su defecto.

—Yo creo que es lindo, te hace ver menos...

—¿Amargado? —rio ante su respuesta, pero niego.

—Quise decir menos vampiresco. —su sorpresa no pasa desapercibida.

—¿Ahora también agregarás un nuevo adjetivo?

—Lo siento, ¿sí? Pero tenemos que admitir que tienes la pinta de un vampiro, moderno y con estilo, pero vampiro al final de cuentas.

—¿Sí escuchaste la parte en la que te dije que siempre he vivido en la playa? .—una sonrisa se quiere filtrar por sus labios.

—Con más razón, esa no es una excusa.

—Bueno, entonces te seré honesto también y diré que siempre me has parecido como una hadita.

—¿Hada? ¿Es ofensa o alago?

Sólo sé...que siempre has estado ahí [#1] - © NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora