Sólo sé...que siempre has estado ahí [#1] - © NUEVA VERSIÓN

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—¡Mi niña! —mamá abraza a Daryan en cuanto nos abre la puerta—. Ya hace un tiempo que no venías a visitarme. —le riñe para sonreír después.

—¿Desde hace cuánto que no nos habíamos visto, Señora Sallow?

—July, dime July, lindura.

—Lo siento, July. —mi amiga se sonroja apenada.

—¡No te preocupes! Desde que Izaro nos avisó que vendrías, te preparé un pastel que estoy segura amarás.

—Estoy segura de que así sera, —ambas se vuelven a abrazar y mi hermana carraspea.

—¿Nos dejarás entrar o vas a comenzar el proceso de adopción para Daryan? .—mamá ríe y nos saluda a todos, pero se desvive por el bebé Ethan.

—¿Y las pequeñitas dónde están? .—pregunto a papá cuando lo veo en la cocina, buscando algo en el refrigerador.

—Fueron a jugar un rato a la casa de la familia de Calix, sus hermanas se llevan muy bien con Sarah y Mariè. —no me es sorpresa porque casi tienen la misma edad que mis hermanas.

—¿Entonces todavía no saben que hemos llegado? .—mi papá niega y me sonríe.

—Aún me falta media hora para irlas a recoger —después me mira como si estuviera pensando en si lo que dirá será buena idea o no—. Pero si quieres, puedes ir por ellas, estoy seguro que les encantará la sorpresa, claro, si no tienes problemas con... —niego y lo interrumpo.

—No, está bien, realmente Calix y yo no tenemos ningún problema —me encojo de hombros con despreocupación—. Aunque posiblemente no me lo encuentre, ya sabes que su turno como tatuador es un poco pesado.

—Así que no lo sabes. —declara en un murmuro, sacando una cerveza del refrigerador.

—¿Qué cosa? .—mi confusión no pasa desapercibida.

—Sí, él ya no trabaja ahí. —no puede ser, Calix adoraba su trabajo.

—No entiendo...

—Cerraron la accesoria, así que poco tiempo después los muchachos quisieron rentar un local cerca y buscar reclutas, al parecer ellos siguen tatuando, pero digamos que son los jefes. —así que ya llevaba dos años sin toparme con ninguno de mis amigos del instituto y de pronto ya fundaron su propia tienda de tatuajes...

—¿Cómo es que no lo sabía?

—Pues...

—¿Sabes qué, papá? Iré por ellas, sirve que saludo a sus hermanas y veo si puedo encontrarme a los muchachos. —asiente contento.

—No hay marcha atrás. —me sentencia.

—Obviamente, no te preocupes. —él ríe.

—Perfecto, princesa, me avisas cuando vayas de salida.

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Hace poco más de dos años que no había pisado este porche de madera pintado de un verde pino, casi me arrepiento de haber aceptado. Pero el timbre ya ha sido presionado por mi dedo y no hay marcha atrás.

—...no me digas que se te ha olvidado tu ropa interior, Daf... —su voz conocida suena del otro lado, acercándose—...ne. —termina su oración cuando abre la puerta y no puede evitar lo transparente que se le nota su perplejidad.

—Bueno, no soy Dafne, pero espero no haber interrumpido nada. —hablo cuando me doy cuenta que se ha mantenido en silencio observándome, como si no se lo pudiera creer.