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IZARO SALLOW (NOTAS) – 19 años - finales de agosto

Dicen que es terapéutico escribir, desde pequeña siempre me gustó y nunca se me hizo complicado el expresar lo que sentía por medio de palabras, así que esta vez no será la excepción.

Quisiera decir que no me afecta, pero eso sería mentir.

¿Querer a alguien siempre implicará que vendrá de la mano con dolor? No estoy segura.

A veces me gustaría demostrarle lo mucho que me dolió, gritarle y llorar desconsoladamente sólo para que se percate de mi dolor; otras veces ese deseo cambia y se transforma en dejarla ir, puesto que estoy segura que lo necesito y que es lo mejor para mi salud mental.

Es difícil, porque por más que desee detestarla, no puedo, sí, siento dolor, impotencia e incluso molestia, pero todo eso desaparece en el momento que pienso en lo mucho que la quise y aprecié cada momento junto a ella.

No me importa si piensan que justifico sus acciones, pero admiro en secreto su valentía, a veces es complicado aceptarte a ti mismo que quieres a alguien y, lo supe en cuanto la miré, su conflicto mental que traía consigo mientras me contaba lo sucedido, no puedo juzgarla.

Así que sí, la admiro y hasta cierto punto la envidio, porque quisiera ser ese efecto cambiante en alguien. En algún punto pensé que tenía esa conexión con ella, pero si lo que ha sucedido es real, creo que tal vez no fue lo demasiado fuerte como para evitar que sintiera chispas por alguien más.

La suficiente chispa como para replantearse todo.

¿Será que en algún punto podré sentirlo? Dejar de ser espectadora.

Parece que ha pasado tanto, pero a la vez me siento corta.

¿Y si lo que he experimentado no se acerca siquiera un gramo a lo que se debe sentir?

No sé si en verdad exista ese término, pero me gustaría averiguarlo.

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—¿Sigues escribiendo? .—la puerta del dormitorio se abre, dejando entrar a Yvaine.

—Lo estaba. —cierro mi libreta amarilla de tela y la guardo en la bolsa de mano que me llevaré.

—Bueno, entonces manos a la obra, ¿no crees? .—señala mi maleta vacía y abierta sobre la cama.

—¡Mierda! —el sonido chillante de la maldición de mi amiga pelinegra nos hace girar y verla en su distintiva bata de baño —. Se me ha olvidado por completo el hacer la maleta.

—Pues mañana ambas —enfatiza al mismo momento en que nos señala— tienen un viaje a primera hora, no sé qué están esperando para comenzar a empacar. —riñe, ganándose un berrinche de Daryan.

—¿No quieres dejar de fastidiar e irte ya? .—le espeta mi amiga pelinegra a Yv.

—¡Acabo de llegar! —se exalta ofendido—. Además, Iza me pidió ayuda para empacar. —me señala y asiento, por suerte ya tenía doblada toda mi ropa que pensaba llevarme, sólo era guardar.

—Bueno, técnicamente no le pedí ayuda, él se ofreció amablemente a... —Daryan me interrumpe y casi suelto una risita.

—¿Ves, nerd? No eres bienvenido, adiós. —ella lo toma del brazo y lo lleva a trompicones hacia la puerta.

—¡No seas injusta! ¡Puedo ayudarles! —recibiendo más negativas, mi amigo pelirrojo decide argumentar algo con lo que sabe que Dar no se podrá negar—. ¿O acaso no quieres que te ayude a doblar la ropa que quieras? —el silencio de ella lo hace continuar—. Así no lo tendrás que hacer tú.

Sólo sé...que siempre has estado ahí [#1] - © NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora