CAPÍTULO 3

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Miley abrió la puerta de su casa y entró a toda velocidad para que su ama de llaves, Jessica, no la viera en ese estado

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Miley abrió la puerta de su casa y entró a toda velocidad para que su ama de llaves, Jessica, no la viera en ese estado. Su padre no se encontraba así que eso era bueno.

—¿Por qué llegas tan tarde? —preguntó Jessica, a lo que Miley subió las escaleras rápidamente—. ¿Miley?

Miley desapareció de su vista metiéndose en su dormitorio. Perdió la noción del tiempo luego de haber salido de su escuela y haber sido golpeada por sus compañeros, dió un paseo por unas horas pero no calculó realmente cuánto había pasado. De todas formas, todo fue en vano. Al fin y acabo debía volver en algún momento.

Decidió ducharse, lavar sus heridas, taparlas e ir a la cama temprano pero era... demasiado temprano y sospechoso. Estaba mirándose en el espejo cuando oyó golpear su puerta.

—Miley, baja a cenar. Tu padre llegará tarde así que te preparé algo para ti.

—No tengo hambre, Jess. Gracias —dijo Miley en un tono despreocupado.

—Tengo tus playeras limpias, ¿puedo pasar?

Miley pensó. Realmente pensó en algo para que Jessica no la viera de esa manera. No podía taparlo con maquillaje porque su piel era muy sensible, entonces...

—¿Miley?

Miley entre abrió la puerta y sacó su brazo sin que se le viera el rostro.

—Puedes darme. Muchas gracias.

Ya conocía a Jessica. Seguramente ya había notado algo sospechoso, así que prácticamente metió su cabeza entre la puerta y el marco.

—¿Qué escondes?

Y como esperaba, Jessica entró.

No era sólo su ama de llaves. En realidad, a dónde ellos iban; ella estaba ahí. Cuando su madre falleció, su padre al poco tiempo contrató a Jessica lo cual llevaba casi la misma edad que tendría su madre en estos momentos si estuviera viva. Jessica necesitaba muchísimo el trabajo y fue recomendada por una colega de Jack. Entonces... la contrató, ya que su padre decía que era mejor que alguien esté con Miley mientras él no estuviera, además de que ella no podía tocar ciertas sustancias químicas y prefirió que alguien limpiara en su lugar. En especial, alguien que entendiera la situación de Miley.

Y... Jessica la entendía. Muchísimo. Ella sabía precisamente qué tipo de ropa usaba Miley —sólo algodón— y qué productos usar para lavarlos. También de qué manera limpiar cada rincón de su casa para que no le causara algún tipo de alergia. Además de su papá, ella lo sabía todo.

Jessica era divertida, sincera, amorosa pero también...

—¿Quién rayos te hizo eso? —exclamó enojada.

Muy explosiva.

Su ama de llaves tocó su rostro para ver detenidamente la herida en su labio inferior. Tenía rasguñada la mejilla e hinchada también, a su vez que un pequeño moretón estaba apareciendo poco a poco.

ATOPIK ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora