Había pasado una semana y media desde que había tenido su primer día en la escuela. Sinceramente, había sido muy rápido cuando ponía atención sólo en sus estudios y no le costaba hacerlo para nada, tenía la meta de terminar la escuela y poder entrar en la universidad lo más pronto posible. Tenía la intención de poder lograr algo y que su padre se sintiera orgulloso de lo que había hecho. Quería, con todo el corazón, que se sintiera feliz.
Sabía que, en cualquier momento, todo estallaría. Sus compañeros murmuraban cerca suyo y, por lo que había escuchado, ya habían sacado bastante información sobre su vida. Especialmente un grupo de amigos detestables que, a su parecer, sólo querían llamar la atención. Aunque, por desgracia, eran muy populares en la escuela y de una familia rica. La mayoría, en realidad, era de una familia adinerada al igual que ella.
Se sacudió el uniforme azul observando sus piernas, las cuales estaban secas. Tomó su crema para echarse por segunda vez en la mañana.
—¿Todo bien? —preguntó su padre mientras miraba la carretera.
Lo miró.
—Sí, ¿me veo rara?
—¿Pudiste hacer amigos?
—¿Es eso lo que te preocupa?
—Miley —dijo él—. Sólo quiero que te sientas cómoda contigo misma y con tu piel.
—Papá —lo miró seriamente, aunque él no la estaba mirando—. No te preocupes por mí. Estoy bien.
—No quiero sonar pesado, Mi. Pero realmente quiero que estés bien y estés cómoda. Te conozco y sé que a veces te cuesta ser tú misma con los demás.
Ella suspiró porque él tenía razón, pero también era difícil después de tantos años rodeada de miradas de asco y de incertidumbre. Miley prefiere ahorrarse las preguntas que con habitualidad le dicen y así es como podía llevar una vida normal.
Detestaba responder preguntas. Especialmente cuando sabía que no iban a entender sus respuestas.
No notó que estaba rascándose la frente, ligeras y pequeñas escamas blancas caían sobre su uniforme escolar. Se volvió a sacudir.
—Carajo, está muy seca —susurró.
Y otra vez tomó la crema, la cual estaba fría, y suavemente la pasó por todo su rostro mientras se veía en el espejo retrovisor.
—¿Arde? —preguntó él.
—Como no tienes idea —masculló, haciéndose viento con sus manos—. Mucho. ¡Carajo! ¡Arde!
Jack sólo la miraba de reojo y con una leve mueca de tristeza. Su silencio era cómodo.
Una vez en la entrada de la escuela, bajó del auto y despidió a su padre con un gesto de mano. Miró hacia el cielo mientras formaba un puente a la altura de sus ojos, ya que el sol era insoportable. Sólo tenía que aguantar el verano unos meses y todo estaría bien —aunque en invierno también sufría un poco pero le gustaba mucho más—.
ESTÁS LEYENDO
ATOPIK ©
RomansMiley padece de Dermatitis Atópica. Nunca ha sido fácil para ella relacionarse con los demás. Su niñez fue dura y no cambió del todo llegando a su adolescencia. Pensaba que no podría ser peor, sin embargo; Miley cambió de escuela debido al trabajo d...